EEUU se opone a que Palestina entre como miembro de pleno derecho en la ONU. La noticia no deja de ser preocupante, sobre todo, cuando comparte primera línea con el ataque que Israel ha llevado a cabo en Irán, en Isfahán, la zona donde se encuentra el programa nuclear iraní. Toda esta información desata conjeturas bélicas de más envergadura mientras el genocidio del pueblo palestino desciende en el escalafón de la atención mediática. No se ha pasado página, pero el horror del sionismo en Gaza se está haciendo con un lugar de normalidad en el día a día de la política y de la opinión pública. Sin embargo, no todo es así. En el revés de esta barbarie y al otro lado de la oscuridad individualista, quiero creer que todavía existe una fuerza social y popular que se adelanta al establishment y actúa sin pedir permiso. Estos días, cientos de activistas internacionales, embarcados en la Flotilla de la Libertad, cruzarán el Mediterráneo hasta Gaza para «desafiar el asedio impuesto» y entregar al pueblo palestino 5.500 toneladas de comida y ayuda. Entre ellos, tres militantes de Ongi Etorri Errefuxiatuak. Como despedida, repetiré unos versos de Llach que otro compañero les dejó en un mensaje: «Buen viaje para los guerreros... llenad las redes de las queridas estrellas... que los vientos favorezcan el velamen de su barco».