Beñat ZALDUA

Una izquierda confederal unida hubiera impedido la mayoría PNV-PSE

Miren Gorrotxategi, flanqueada por Irene Montero e Ione Belarra, en un acto celebrado el 13 de abril en Donostia.
Miren Gorrotxategi, flanqueada por Irene Montero e Ione Belarra, en un acto celebrado el 13 de abril en Donostia. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Es política ficción, porque no se puede saber qué apoyo hubiera recibido una candidatura unitaria de la izquierda confederal -probablemente mayor que por separado-, pero es un ejercicio pertinente. Si la suma de los votos obtenidos por Sumar y Elkarrekin Podemos se hubieran aglutinado en una única lista, hubiera obtenido tres parlamentarios, en vez de uno, y lo más destacable: hubiese dejado en 37 a PNV y PSE, a uno de la mayoría absoluta.

En Bizkaia lograron 31.661 votos que han ido directamente a la basura al no obtener representación por separado. Simulando una candidatura unitaria y aplicando la Ley d’Hondt, hubieran logrado un escaño, dejando al PSE con los mismos tres asientos de 2020.

En Gipuzkoa sumaron 17.863 sufragios que acabaron también en la papelera. De nuevo, juntos hubieran podido obtener un parlamentario, evitando que el PSE sumase uno más que hace cuatro años.

En Araba no hubiera habido diferencias en la representación, aunque hubieran superado a Vox en número de votos.

En resumen, la simulación de los resultados sumando las dos candidaturas de la izquierda confederal no altera el empate a 27 escaños entre PNV y EH Bildu, pero hubiera dejado al PSE con 10, en vez de los 12 que obtuvo finalmente la noche del domingo. Esto hubiera supuesto que la actual coalición de gobierno se hubiera quedado en 37 escaños, a uno de la mayoría absoluta, abriendo de este modo el juego político en la CAV.

Por contra, por separado, y quitando de la ecuación los que han servido para que Jon Hernández obtenga el único parlamentario de Sumar, la izquierda confederal recibió 53.168 votos que no han obtenido una representación que sí hubieran logrado acudiendo juntos a las urnas.