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El independentismo retoma la unidad y blinda la Presidencia de la Cámara catalana

Un pacto entre Junts, ERC y la CUP, que se mantuvo en secreto hasta última hora, hizo posible ayer que el exconsejero Josep Rull, encarcelado a raíz del 1-O, se hiciera con ela Presidencia del Parlament de Catalunya en una sesión constitutiva que ya dejó entrever que se avecina una legislatura tensa y conflictiva.

Una guardia de honor de los Mossos recibe a Josep Rull, presidente del Parlament catalán. (Josep LAGO | AFP)

Pasaban siete minutos de las 17.30 cuando Agustí Colomines anunciaba que Josep Rull es el nuevo presidente del Parlament de Catalunya. Con ese gesto, el máximo representante de la Mesa de edad, diputado de Junts de 66 años, daba comienzo a la que será la decimoquinta legislatura, no sin antes aceptar, gracias al voto de la representante de ERC, que Carles Puigdemont, Lluís Puig y Ruben Wagensberg, los tres en el exilio, pudieran delegar su voto a pesar de una reciente sentencia del Tribunal Constitucional (TC). Un hecho indicativo del curso que le espera a la política catalana.

La decisión del soberanismo de elegir a Josep Rull para presidir la Cámara se había mantenido en secreto, y no fue evidente hasta la segunda votación. En la primera, tanto ERC como la CUP se abstuvieron para evitar pactos alternativos y que Sílvia Paneque, la opción del PSC, tuviera más respaldos. Hizo falta una segunda vuelta, tal y como se había acordado, para que el candidato de Junts obtuviera más sufragios que su contrincante (59 frente a 42), convirtiéndose así en el nuevo presidente del Parlament.

Favoreció la elección de Rull su cariz dialogante y proclive a alcanzar consensos entre las tres fuerzas, que piensan dar con su figura -permaneció cuatro años en prisión como miembro del Govern que organizó el referéndum de 2017- un barniz antirrepresivo a la nueva legislatura.

El exconsejero de Territorio releva en el cargo a Anna Erra, la exalcaldesa de Vic que asumió la Presidencia del Parlament en sustitución de Laura Borràs, hace apenas un año.

El resto de la Mesa se completa con la portavoz de ERC, Raquel Sans, como vicepresidenta primera; el diputado del PSC David Pérez como vicepresidente segundo, y de las cuatro secretarías, dos son para el PSC y las otras dos, para Junts y ERC, lo que permite que el independentismo tenga mayoría en el órgano rector de la Cámara legislativa.

RETOS ANTE LAS ADVERSIDADES

La sesión constitutiva de ayer fue la antesala de la tensión que la política catalana vivirá los próximos años, puesto que ya de entrada, tanto Alejandro Fernández como Ignacio Garriga, líderes de PP y Vox, respectivamente, comunicaron que presentarán un recurso de amparo ante el TC por la delegación del voto de los electos en el exilio.

Es el primer movimiento de muchos otros que pueden sacudir la vida parlamentaria, en la que también se espera que Aliança Catalana, el partido ultra independentista, juegue a dinamitar los consensos en el campo soberanista. Sin olvidar, además, el papel que los Comuns adopten en vistas a decantar mayorías en asuntos tan sensibles como la inmigración, los macroproyectos o los recortes que puede aplicarse en Educación o Sanidad.

En cualquier caso, el protocolo mandaba ayer aparcar las insinuaciones y dar protagonismo a unos discursos que tuvieron un profundo calado político. Primero de la mano de Agustí Colomines, que, en su condición de historiador, repasó los abusos de poder que están llevando al Estado a convertirse en una «democracia fallida» y después, el que desplegó el propio Rull.

Exhibiendo una oratoria repleta de metáforas, el nuevo president del Parlament se conjuró para legislar en beneficio de los intereses de la ciudadanía y, aludiendo al compromiso que adquirió la expresidenta Carme Forcadell y por el que fue juzgada y condenada en 2017, a garantizar que en la Cámara «se pueda hablar de todo». Josep Rull terminó su intervención recordando que, en virtud del artículo 57 del Estatut, «todos los diputados son inviolables a la hora de emitir las opiniones que consideren», tras lo que recitó unas conocidas palabras del poeta Salvador Espriu: «Ara digueu, ens mantindrem fidels per sempre més al servei d’aquest poble (Ahora diga, nos mantendremos fieles por siempre al servicio de este pueblo)».

A partir de hoy, Rull tendrá diez días para abrir consultas con los representantes de las distintas formaciones y, tras conocer si hay un candidato o candidata a la Presidencia de la Generalitat, convocar el pleno de investidura. Una sesión que, como muy tarde, podría celebrarse el próximo 25 de junio.