JUN. 17 2024 KOLABORAZIOA La izquierda ante la Unión Europea Ekain DE OLANO Hay quien dice que la historia de la Unión Europea ya está escrita y que no son los pueblos quienes deciden. Tras el rechazo que mostró Irlanda al «pacto de Lisboa» en el referéndum del año 2008, limitar la participación de la sociedad civil fue una decisión estratégica; pero, lo más interesante de todo es que, poco a poco, vamos descubriendo cómo las instituciones europeas vienen imponiendo sus normas. En Defensa y Política Exterior, la posición de la UE la establece el G7. En este momento, vemos cómo se vuelve a imponer el realismo político, y la Unión se está dotando de una industria armamentística, nunca antes vista para poder dotar al Gobierno de Kiev de un sinfín de armas. Por cierto, la UE no se ocupa de temas militares ya que la defensa de los territorios de los diferentes países que forman la Unión depende de la OTAN. Esta organización militar anclada en la guerra fría emite constantemente normas de interoperabilidad a los ejércitos miembros que, además, se transmiten a la Comisión Europea, que es donde se deciden las prioridades políticas de la Unión; y es esta la que puede hacer aprobar las leyes en el Parlamento Europeo que, posteriormente, se incorporan en las legislaciones nacionales. La instauración de una Europa unida solo se puede ver impedida desde el Consejo Europeo, en cuyo seno se reúnen los jefes de Estado o presidentes de los diferentes Gobiernos de países de la Unión. Muy hábilmente, esta institución fue creada para debilitar el poder de la Comisión, ya que... este club de Estados tiene capacidad legislativa y ejecutiva. Normalmente los Estados que dirigen el Consejo tienen la mayoría de votos en la Comisión. En este sentido, se podría decir que el sistema de mayoría cualificada o mayoría doble dota al Consejo Europeo de la capacidad de veto. Por ejemplo, en el ámbito de la Seguridad y Defensa, la Comisión tiene la capacidad de proponer una legislación; pero el Consejo tiene la capacidad de coordinar una legislación intergubernamental de la Unión Europea. Es en este punto donde confrontan dos puntos de vista opuestos: 1. Los que apuestan por un mundo regido por la OTAN, es decir, el programa del G7; y 2. Los que apuestan por un mundo regido por el Derecho Internacional, es decir, la resolución de 2022 del Consejo de Seguridad de la ONU. Estos eventos y la disyuntiva planteada reflejan la tensión inherente entre la integración supranacional y la soberanía nacional. Y, aquí precisamente es donde apunta la estrategia de la extrema derecha centrada en devolver la soberanía compartida por los Estados a sus naciones como medio para preservar la identidad nacional, la autonomía y los intereses económicos y políticos de la nación. La retórica ultranacionalista se enfoca en discursos identitarios y racistas, apelando a las emociones, llegan a la gente y, en tiempos de incertidumbre, promoviendo sus temores consiguen atraer a más votantes. En la izquierda hemos cedido este espacio político a quien promueve el odio y la discriminación, al enemigo que socava la democracia. Quizás exista el miedo de afrontar el debate identitario y descubrir que entre nosotros aún pervive la idea francesa de los derechos universales que diferencia a los ciudadanos del resto de las personas; y, que estas personas, que se ven obligadas a emigrar, son una lacra que pone en peligro las conquistas sociales de la clase trabajadora.