GARA Euskal Herriko egunkaria
EDITORIALA

Niños de una guerra contra los niños


Se escribe fácil; según ha denunciado el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), el Ejército de Israel y los colonos matan en Cisjordania a una niña o niño palestino cada dos días. Un total de 143 menores han sido tiroteados mortalmente en Cisjordania, incluida Jerusalén Este, desde octubre del año pasado, lo que supone un aumento de casi el 250% en comparación con los nueve meses anteriores, periodo en el que quitaron la vida a 41 niños. Sin olvidar los más de 18.000 menores que Israel ha matado en Gaza, estas cifras son un recordatorio aleccionador del alto precio que los niños y niñas están y seguirán pagando por esta guerra brutal.

Quizá para las niñas y niños de Palestina nunca se pueda eliminar todo el dolor que conlleva la guerra. Pero se podría crear un espacio donde puedan sanar, donde puedan mejorar su resiliencia innata, donde se respeten sus derechos fundamentales. Pero cuando su derecho a la vida, la supervivencia y la protección se ignoran por completo, hay pocas esperanzas de que se respeten otros derechos. Incluso cuando la guerra finalmente termine, no está claro cuántos podrán acceder a una educación estable, atención médica, nutrición y otras necesidades, cuántos tendrán la oportunidad de jugar, relajarse y simplemente «ser niños y niñas».

Tampoco se pueden subestimar los impactos a largo plazo de una generación entera que sufre traumas extremos, que pueden afectar significativamente a su desarrollo. Mucho después de que termine esta guerra, las muertes violentas de menores palestinos y la mutilación de sus mentes serán recordadas como un fracaso épico de la decencia humana por el que eventualmente se pagará un precio. ¿Quién juzgará a los responsables, cuyas políticas pasadas y presentes, producen esta tragedia? Los niños y niñas de Palestina, o en todo caso, los que sobrevivan. La gran pregunta es qué está haciendo el mundo para detener la matanza israelí contra el pueblo palestino. Y dónde queda la defensa de los derechos humanos de una comunidad que está siendo aniquilada día tras día a ojos de todo el planeta. Es la vida de estos niños la que está en juego, y la de los derechos humanos de todas las personas.