La búsqueda de la perfección
Películas como “Whiplash” o “Cisne Negro” han retratado de manera soberbia lo que supone la búsqueda de la perfección, deportiva y profesional, en detrimento de la salud mental. “El concurso de piano“ tiene ciertos paralelismos con esos títulos, pero cinematográficamente está muy por debajo. Pensaba que sería más parecida a “Tár” de Todd Field, pero son también muy diferentes.
El denominado Queen Elisabeth es una concurso para músicos que se celebra en Bruselas. Dominique Deruddere nos introduce en las bambalinas de esta competición para narrar la historia de Jennifer Rogiers, una pianista virtuosa de 23 años que ha guardado un oscuro secreto durante gran parte de su vida. Cuando se presenta al prestigioso concurso, el recuerdo de un trauma infantil vuelve a aflorar.
Aunque la trama principal está dotada de un elemento intrigante, no nos lleva en absoluto por territorios inexplorados. Mediante el uso de flashbacks iremos tejiendo la relación de Jennifer con su familia y conoceremos su pasado.
Este recurso está bien utilizado, pero más allá de ir dando pistas al espectador no aporta gran cosa; desde un punto de vista visual es excelente y, además, impregna de mucho ritmo la historia, pero se queda en eso, en la forma. Me ha parecido más interesante el trabajo de fotografía de Sander Vandenbroucke, jugando con el contraste de los colores cálidos del presente con los colores más fríos del pasado.
Lo más destacado es el trabajo de Taeke Nicolaï; tiene una gran presencia en pantalla y transmite perfectamente todo lo que tiene en su interior. Nos sumerge de lleno en ese viaje emocional y nos hace conectar muchísimo con su personaje. Al ser una historia que ya hemos visto muchas veces, lo que le ha faltado, tal vez, es una puesta en escena más arriesgada, más radical, y sobre todo mucha más personalidad.