GARA Euskal Herriko egunkaria
ATHLETIC

No basta con aportaciones individuales, hace falta más

El debutante Álex Padilla y el desatascador Oihan Sancet sostuvieron a la escuadra rojiblanca ante un Getafe con las ideas claras y que sacó una buena tajada de un despiste defensivo local a balón parado que penaliza a los locales con un insatisfactorio punto

Oihan Sancet celebra con la grada el golazo que anotó y que supuso el 1-0. (ATHLETIC X)

Se quería empezar con una victoria, y quién sabe si el liderato provisional, pero para ganarle a un equipo de Bordalás hace falta hacer más cosas que disponer de aportaciones individuales. Los paradones del debutante Álex Padilla y el golazo desatascador de Oihan Sancet sostuvieron al Athletic hasta que un despiste defensivo en un corner les devolvió a la realidad de lo que estaba sucediendo sobre el verde.

De hecho, ese estreno liguero de la escuadra vizcaina no empezó con buenas sensaciones, pese a apostar Ernesto Valverde por un once claramente ofensivo. Desde el pitidio inicial, sus pupilos se vieron maniatados por el rival, que desplegó una telaraña por el césped, con marcajes incluso individuales a alguno de los futbolistas claves en la creación del juego rojiblanco. Así, Aberdin se pegó a Sancet y no lo dejó ni a sol ni a sombra.

Así las cosas, carecieron de fluidez a la hora de salir con el balón jugado y, conforme avanzaron los minutos y se vieron incapaces de superar las líneas azulonas con combinaciones cortas, no dudaron en tirar de desplazamientos largos, buscando en ambos extremos a Berenguer e Iñaki Williams, aunque también con escasa precisión y poco éxito en las internadas de ambos.

No solo eso. El Getafe, sabedor de que estaba imponiendo sobre el césped el estilo de juego que más le convenía, comenzó a llevar durante el primer cuarto de hora cierta inquietud sobre el marco del debutante Álex Padilla, quien resolvió con inusitada eficiencia cuanto peligro llegó a sus dominios, convirtiéndose en el mejor local durante ese inicio y también del encuentro.

Acompañó con su estirada el disparo de un activo Carles Pérez -le generó no pocos problemas a Yuri- que no encontró portería (m.6) y, aunque en fuera de juego en su arrancada, se sacó una gran manopla a chut cruzado de Uche (m.13), una acción finalmente invalidada, pero que reforzó la autoestima del joven cancerbero del filial que, desde luego, dejó detalles de reflejos y también seguridad en sus salidas, como una que se vio obligado a realizar a los pies de Sola, demostrando agallas y colocación.

Todavía iba a tener mucho más protagonismo a posteriori, si bien ese papel estelar se lo arrogó Sancet poco antes de cumplirse la primera media hora de juego. Encimado e incómodo en la media punta, el de Mendillorri retrasó su posición en el campo por orden del banquillo y la decisión acabó demostrándose acertada.

Así, tras recoger la pelota en tres cuartos después de una de las pocas ocasiones en las que hasta ese momento habían triangulado con criterio sus compañeros y, aprovechándose del espacio que le dejaron sus oponentes, el navarro condujo con el balón pegado a sus pies hasta encontrarse en la media luna y soltar desde ahí un zapatazo colocado que entró pegado al poste izquierdo de Soria.

COMPLACENCIA

Los anfitriones habían hecho lo más complicado, derribar el entramado defensivo getafense, aunque fuese con una acción particular. A partir de ahí, ya no cabía la precipitación y sí jugar con la ansiedad del adversario a la búsqueda del empate. Pero los de Valverde no lo entendieron bien; una buena administración de la ventaja no es sinónimo de complacencia.

El exceso de confianza rojiblanca se acrecentó todavía más cuando vio que los visitantes, ya mermados en la convocatoria -solo dos porteros y cinco jugadores de campo en el banco-, comenzaban a perder titulares esenciales en su esquema, como fue el caso de Arambarri. Parecía como si el envite ya estuviese ganado con esa exigua diferencia en el electrónico.

Y el Getafe, que es hueso duro de roer y ha demostrado sobradamente que no le asusta la adversidad, obró al descanso no solo algún relevo en el once, sino que también agitó sus piezas con algún movimiento que descolocó al Athletic. Para empezar, el reempla- zo Peter Federico estrelló un zurdazo en el poste en el 48, libre de marca dentro del área rojiblanca.

Fue un primer aviso, pero los anfitriones no se dieron por aludidos. Tampoco cuando Padilla tuvo que realizar la intervención de la tarde al sacar un pie izquierdo salvador en un mano a mano con Aleñà ante el que media grada cerró los ojos para no querer ver lo que ya parecía un gol hecho (m.52). Valverde sí que fue consciente desde la banda de lo que se podía avecinar y decidió refrescar su sala de máquinas, aprovechando además que Prados había visto la amarilla poco antes.

El iruindarra y Vesga fueron relevados por Ander Herrera y Unai Gómez, pero el panorama varió poco y el disgustó terminó de materializarse. Para más inri, a balón parado. Luis Milla puso un corner como si lo hubiera hecho con un guante y el multiusos Uche -la campaña pasada estaba en el Ceuta- al que Bordalás puso de ariete se manejó como tal, zafándose de su marcador y rematando un testarazo picado ante el que esta vez poco pudo hacer Padilla.

Con el 1-1, al Athletic le entraron las prisas, esas malas consejeras. Despertó, pero el mal ya estaba hecho. Puso en liza a su talismán, a su nuevo “10”, un Nico Williams que apenas pisó el césped ya dejó claro que sigue conservando la chispa de la Eurocopa. De sus botas partió una de las mejores ocasiones para volver a desequilibrar la balanza.

En una jugada marca de la casa, se marchó del lateral, enfiló la diagonal y se sacó un derechazo roscado en el minuto 77 que se hubiera colado de no haber mediado la perfecta estirada de un David Soria que también aportó lo suyo para que su equipo se marchase de Bilbo sumando. Más tarde, el cancerbero azulón estuvo atento a un misil de Yuri ya en el tiempo de descuento.

Además, el Getafe sacó su otra cara, esa que tanto disgusta, la de no solo frenar el ritmo del juego del rival a base de faltas, sino también de pérdidas de tiempo, algunas de ellas más exageradas de lo debido. Sea como fuere, el Athletic y su parroquia cayeron en la desesperación del tramo final y se tuvieron que conformar con un punto que claramente no satisfizo a ambos.