Osakidetza, reto urgente y piedra de toque para el Gobierno de Pradales
El sistema sanitario, y en concreto Osakidetza, es el principal motivo de preocupación para la ciudadanía de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y lo ocurrido este verano hace más acuciante darle una respuesta. Ese va a ser el primer reto del recién estrenado Gobierno, y el modo en que se resuelva va a dar la medida de la nueva forma de hacer política que dice querer encarnar Imanol Pradales.
La primera ronda de contactos del lehendakari tras ser investido concluyó con la percepción por parte de sus interlocutores de que quizá sea posible abrir una nueva etapa en su relación con el Ejecutivo, tras el tempestuoso paso por Ajuria Enea de Iñigo Urkullu, y con la constatación de que la situación de Osakidetza iba a ser un asunto prioritario en esta legislatura. Y la apertura del curso político ha llegado con una apelación de Imanol Pradales a «otra forma de hacer política» y la confirmación de que el sistema público de salud ocupa, en efecto, la parte más destacada de su agenda.
No hay novedad en este sentido, si acaso lo que hay es una mayor urgencia después de lo ocurrido este verano, en el que los y las profesionales de Emergencias han hecho un llamamiento, casi un SOS, a que se atajen los problemas de falta de personal y de medios que sufren en ese servicio, cuyas consecuencias han quedado de manifiesto de forma trágica hace unos días en Laudio.
La movilización celebrada el jueves en esa localidad, donde han fallecido dos vecinos en el plazo de un año sin haber podido ser atendidos a tiempo, es un recordatorio de que urge una solución al declive de este servicio básico.
Que el lehendakari confirmara que va a estar presente en la primera reunión del llamado “Pacto vasco por la salud” -el jueves, día 5-, parece indicar que, efectivamente, hay voluntad de darle la vuelta a un problema que es el que más preocupa a la ciudadanía.
En ese camino, lo expuesto por los sindicatos profesionales de Osakidetza tras la reunión que mantuvieron el 17 de julio con Pradales, en quien apreciaron un cambio respecto a Urkullu, permitiría albergar esperanzas de que se pueda llegar a buen puerto. Sobre todo porque similar impresión sacaron los sindicatos de clase y los grupos parlamentarios de sus respectivas reuniones.
CAMBIOS EN LA FORMA, ¿Y EN EL FONDO?
Precisamente, si el de Osakidetza es el principal reto que tiene entre manos el Gabinete Pradales, el modo en que lo resuelva puede ser indicativo de hasta qué punto es real el cambio que propugna en el modo de ejercer la política.
Tras las malas experiencias de las pasadas legislaturas, hace un par de meses agentes tan significados como EH Bildu y ELA pusieron en valor el talante del nuevo mandatario, y ese “Pacto por la salud” sería una piedra de toque para poder calibrarlo. También para medir el valor preciso de sus palabras cuando apostó por activar un “Pacto por una actividad política ejemplar”.
Está por ver. Entre otras cosas, porque en esa comparecencia compaginó la afirmación de que no pretende «limitar la acción política de la oposición», con el reproche a EH Bildu por hacer algo tan propio de la actividad parlamentaria como pedir la comparecencia del consejero por la muerte de Laudio. «Me ha recordado a una forma de hacer política del pasado, a puño de acero en guante de seda», dijo Pradales. Los ataques de Andoni Ortuzar a la coalición el día siguiente en Zarautz tampoco son la mejor carta de presentación para un nuevo tiempo. Ejemplares, no fueron.
Aun sin citarla, Pradales hizo varias alusiones no muy amables sobre EH Bildu, cuyo líder en el Parlamento, Pello Otxandiano, fue bastante más benévolo cuando salió del encuentro con el lehendakari en julio, que calificó de «cordial». «Ha cambiado la música» y «ahora veremos qué letra le pone», apostilló luego el coordinador general de la fuerza soberanista, Arnaldo Otegi.
DEBATE SOBRE AUTOGOBIERNO
Esa «letra» será clave para el devenir de la legislatura. Por ejemplo, una buena sintonía Gobierno-oposición podría servir para encarar en buena disposición el debate sobre el autogobierno, que lleva varios años aparcado en un cajón.
En Miramar, el lehendakari señaló que espera que se avance en el cumplimiento del Estatuto en otoño con un encuentro bilateral que tiene apalabrado con Pedro Sánchez, y aludió asimismo a la necesidad de abordar un cambio, porque después de 40 años, «el país ha evolucionado como para tener que abordar un nuevo pacto estatutario».
Sobre este asunto, pese a que tras el encuentro mantenido el 26 de julio Pradales dijo ver en el presidente español voluntad de avanzar en el cumplimiento del Estatuto y hacia un nuevo pacto -«compartimos una misma hoja de ruta», llegó a decir-, lo cierto es que, como recordó en estas páginas Iñaki Iriondo, ya van tarde para cumplir lo suscrito por PNV y PSOE en el acuerdo de investidura de Sánchez. En él se comprometían a «cumplimentar el autogobierno presente con la transferencia a Euskadi de las competencias pendientes en el plazo improrrogable de dos años».
Por otro lado, la opción de un nuevo pacto estatutario, o un nuevo estatus, en palabras del primer Urkullu, dependerá de la capacidad de veto que Pradales y su partido concedan al PSE, con el derecho a decidir como nudo gordiano. También entrará en juego el particular contexto que se vive en Madrid, con EH Bildu y PNV jugando un papel clave pero, a su vez, una gran fragilidad del Ejecutivo de PSOE y Sumar.
VIVIENDA Y EDUCACIÓN
Otros dos temas importantes en el nuevo curso van a ser el la Vivienda y la Educación. La primera, citado por Pradales, es peliaguda, no solo por la importancia en el debate social, con sectores cada vez mayores de la población incapaces de acceder a una vivienda, sino también por las fricciones entre PNV y PSE en esta materia.
Y el de la Educación es desgraciadamente casi un problema endémico que la nueva ley, aprobada con el rechazo de la comunidad educativa y la ruptura de puentes que habían costado mucho levantar, no ha solventado. También ahí, el veto del PSE pesó más que todo lo demás, y con ese legado tendrá que lidiar ahora Pradales.