Iñaki IRIONDO

Un debate inútil que sugiere una falta de control interno

Desde finales de junio ha resurgido el debate sobre por dónde van a enlazar una obra inacabada y otra casi sin empezar. Resulta difícil comprender a qué intereses responde esta gresca, puesto que muchos de los apostantes que con más fuerza pujan no tienen la capacidad de elegir ni probablemente la de influir, y alguien va a terminar arrastrando la imagen de perdedor de esta batalla inútil.

(Jaizki FONTANEDA | FOKKU)

Antes de hablar del debate público sobre los enlaces del TAV hay que aclarar que por ley «corresponde al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, oídos el Consejo Asesor de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, los administradores de infraestructuras y las comunidades autónomas afectadas, la planificación y el establecimiento o la modificación de las líneas ferroviarias o los tramos de las mismas». Es decir, la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, o el de Araba, Ramiro González, tienen poco que decir. Solo los lehendakaris Imanol Pradales y María Chivite, y sus correspondientes consejeros, gozan de la posibilidad de ser «oídos».

Pradales ya quiso dejar claro a los diputados el 1 de julio que había que dejarse de provincialismos y tener «visión de país». Lo ha tenido que repetir varias veces desde entonces porque no le hacen ni caso. También el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el portavoz en el Parlamento de Gasteiz, Joseba Díez Antxustegi, han pedido elevar la mirada y tratar de que la presión se desvíe hacia meter prisa para que Madrid publique su decisión.

Sin embargo, el PNV de Gipuzkoa y su diputada general no aflojan, insistiendo con Ezkio-Itsaso, mientras que el diputado general de Araba avisa de que solo espera sentado a que ocurra lo que todos saben que va a acabar pasando.

CONTAGIO A PSE Y PP

El debate ha contagiado también a PSE y PP, que en Gipuzkoa defienden una cosa, en Araba otra y desde Bizkaia miran con cara de pez. Pero está claro que el PSE asumirá como suyo lo que diga el PSOE, que para eso manda, y el PP lo solucionará criticando cualquier decisión del Ministerio, sea la que sea, porque sí.

Sin embargo, se supone que de estas tres formaciones la que tendría que tener el criterio «de país» que demanda Imanol Pradales es el PNV. Y está claro que su coyuntura interna actual ha llevado a Sabin Etxea a una pérdida del control interno del partido, que tampoco tiene Ajuria Enea, y Eider Mendoza (junto a quienes le asesoran) está provocando una situación que, por un lado, erosiona al lehendakari, y que, además, está fuera de sus capacidades forales. Es un conflicto que ya solo se va a cerrar con la evidencia de que va a haber «vencedores» y «perdedores».

Asistimos a una marejada muy poco racional, que cualquier partido debería tratar de evitar, y que provoca que de nuevo se vuelva a pensar en clientelismos, amiguismos, intereses de constructoras y luces cortas.