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TORTURA

Sorzabal: «Fueron horas de descargas, hubiera firmado que maté a Carrero»

Iratxe Sorzabal ha sido juzgada por tercera vez en la Audiencia Nacional española y de nuevo las torturas sufridas en 2001 han sido protagonistas absolutas. La presa vasca detalló en la sesión de ayer cómo sufrió horas de descargas eléctricas hasta que «no sentía ni la piel» y debió ser hospitalizada. El juez interrumpió varias veces su relato y la Fiscalía mantuvo la petición de pena.

Bilgune Feminista y TAT organizaron este mes de marzo un envío de cartas de solidarias a Sorzabal en Hernani.
Bilgune Feminista y TAT organizaron este mes de marzo un envío de cartas de solidarias a Sorzabal en Hernani. (Jon URBE | FOKU)

Después de una condena de 24 años ya firme y de un reciente segundo juicio que está a la espera de sentencia, el lunes y el martes Iratxe Sorzabal volvió a sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional española acusada de un atentado de ETA cuya autoría niega. La Fiscalía se lo imputa a partir de una autoinculpación policial, que Sorzabal dejó claro que fue realizada bajo torturas gravísimas y amenazas de muerte, y en la llamada «kantada» trasladada a la organización.

Pese a las interrupciones constantes del presidente del Tribunal, Alfonso Guevara, interesado a todas luces en acabar el juicio cuanto antes, Sorzabal pudo aportar algunos detalles de las torturas. Lo hizo con voz entrecortada, que evidenciaba el dolor que supone este recuerdo 24 años después.

«No tenía otra salida que hacer esa declaración -explicó al Tribunal en relación a la inculpación firmada en dependencias policiales y no ratificada ante el juez-. Estuvimos ensayando y me obligaron a firmar lo que fuera. Hubo un momento en que yo ya no podía negarme. A la vuelta del hospital me dijeron que me iban a matar, y yo no podía más. Hubiese firmado cualquier cosa. Les dije que firmaba que había matado a Carrero Blanco y se rieron de mí».

Para entonces, efectivamente, Sorzabal ya había sido llevada al hospital: «Me trasladaron porque vino un médico forense de la Audiencia Nacional y me reconoció. Yo la víspera no le había dejado porque estaba aterrada tras dos días en que me estaban torturando. Pero entonces ya no podía más, estaba destrozada. Decidió mandarme al hospital».

Su abogado le pidió que concretara cómo la Guardia Civil le colocó la bolsa en la cabeza una y otra vez hasta provocar el vómito. La presa titubeó por el impacto del recuerdo: «Fueron decenas de veces, decenas», trasladó luego al Tribunal con énfasis.

La parte más visible de las torturas, con todo, fueron las marcas en la piel, que el perito médico Benito Morentin atribuyó, sin duda alguna, a la aplicación de electricidad. Sorzabal dijo que las heridas «me las produjeron con electrodos. No sé qué aparato tenían. Fue desde el registro de la casa de Hernani hasta Madrid. Mientras el copiloto me daba golpes en la cabeza, otro me ponía la bolsa y otro me daba descargas. Yo no sentía ni la piel, fueron horas y horas. Estaba tapada con un antifaz».

EL JUEZ NO QUISO DETALLES

«Ya está, ya está», interrumpió el juez Guevara en estos y otros pasajes de la declaración de la acusada, así como ante algunas preguntas de las diferentes partes. Tampoco quiso escuchar la explicación de Morentin sobre el Protocolo de Estambul, señalando que ya lo conocía.

Tras todo ello, la Fiscalía mantuvo su petición de seis años de cárcel, acusándole de la colocación de un artefacto explosivo en una papelera del Aeropuerto del Altet de Elche (Alacant) el 29 de julio de 1995. No hubo daños personales ni materiales, puesto que fue desactivado por los Tedax.

La defensa, representada por Aiert Larrarte, subrayó la evidencia de que a Sorzabal se le torturó para forzar una autoinculpación «de hasta 22 delitos muy graves». Y recordó al Tribunal que «no es habitual tener hallazgos físicos de tortura. Aquí están, en los próximos informes de los forenses de la Audiencia Nacional, del hospital Carlos III...», fue enumerando.



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