MAR. 25 2025 CICLISMO Ya se retan para 2026, pero no habrá que esperar tanto Pogaçar y Van der Poel escribieron otra lección de historia del ciclismo en la Milán-San Remo del sábado. Ya se han citado para dentro de 12 meses, pero antes habrá nuevas batallas esta primavera. Pogaçar y Van der Poel en el descenso de la Cipressa. (Marco BERTORELLO | AFP) Aitor AGIRREZABAL «¿Has pensado cómo sería tu palmarés sin Mathieu Van der Poel?», le preguntaron a Wout Van Aert en la rueda de prensa posterior al Mundial de 2023, en el que fue segundo, una vez más, por detrás del nieto del gran Raymond Poulidor. Y la respuesta, sin dudarlo y entre risas, fue muy clara: «Prefiero no pensar sobre ello». Y es que esta generación de ciclistas se hacen mejores los unos a los otros cada vez que se encuentran. La mejor prueba de ello fue la Milán-San Remo del pasado sábado, en la que Van der Poel se impuso tras una media hora que quedará escrita en la historia de este deporte. El culpable, un tal Tadej Pogaçar, obsesionado con ganar una carrera en la que, en principio, no está favorecido por sus características. La ‘Classicissima’ ha sido una prueba propicia siempre para los esprinters que conseguían superar el Poggio en la parte final de la prueba. Sin embargo, desde su irrupción en la misma en 2022, el esloveno ha cambiado los parámetros de la prueba. Avisaba con reventar la carrera en la Cipressa, ascendiendo la cota por debajo de los 9 minutos, algo que nadie había logrado hasta la fecha. Decir y cumplir, ya que lo hizo en 8.59. Y la media hora final de este sábado ya parece insuperable, el cenit. ¿O no? INTERCAMBIO VIRTUAL Pogaçar felicitaba a Van der Poel. Es conocida su buena relación y lo que disfrutan (y sufren) ambos al enfrentarse, y la plasmaron en un nuevo intercambio de golpes, esta vez a través de las redes sociales. «Felicidades, Mathieu (Van der Poel) y Filippo (Ganna). Agradecido de compartir el podio con estas leyendas, pero no lo dudéis, estaré de vuelta», amenazaba el esloveno. Y el neerlandés, tras aguantar las embestidas tanto en la Cipressa como en el Poggio, le retaba: «¿El año que viene Cipressa por debajo de 8 minutos?». Pogaçar no tardó en recoger el guante: «Lo estoy analizando ahora, podríamos ir un poco más rápido. Como 59 segundos». Lo mejor que le pudo pasar a la Milán-San Remo y al aficionado es que Pogaçar no ganase. Volverá con el cuchillo entre los dientes, hasta hacerse con uno de los dos monumentos que le faltan. Y para ello tendrá que seguir mejorando y buscando nuevas fórmulas, con lo que mejorará a sus rivales y, sin duda, mejorará el espectáculo (si es posible) y el propio deporte. Lo mejor de todo es que no habrá que esperar tanto. El 6 de abril los dos últimos campeones del mundo se volverán a ver las caras en los muros empedrados del Tour de Flandes. Es una carrera a medida de Van der Poel, donde a su potencia suma una técnica única en esos terrenos que lo ha hecho casi imbatible. Casi, porque hace dos años, en su última participación, Pogaçar fue capaz de soltarlo en el Oude Kwaremont. Fue la última vez que alguien soltó a Van der Poel en una clásica de este estilo. Ahí también le obligó a mejorar y la versión que ha dado el del Alpecin desde entonces es, cada día, un poco mejor. ¿TERCER ASALTO? El aficionado va a tener nuevas dosis en las próximas semanas. Lo que no sabemos es si será una carrera o dos. Pogaçar todavía no ha desvelado si será este el año en el que se estrenará en la París-Roubaix. Los seguidores sueñan con ello, ya le han visto brillar en el adoquín de Flandes y también en los tramos de pavé del Tour, más parecidos a los de Roubaix, por lo que su valía para la prueba está fuera de toda duda. Es cierto que correr Roubaix conlleva unos riesgos mayores, pero Pogaçar ha demostrado más de una vez que eso de pensar en julio no va con él. Así que por qué no soñar con un tercer duelo en el velódromo más famoso del mundillo ciclista. Mientras, Ganna amenaza con perseguirles. CIPRESSASegún publicó Pogaçar en su cuenta de la conocida app Strava, el sábado completó la subida a la Cipressa -5,63 kilómetros al 4,3% de desnivel- en un tiempo de 8.59 minutos, a una velocidad media de 37,6 km/h. Hay que tener en cuenta que para ese momento el pelotón ya llevaba 239 kilómetros en sus piernas.