Sudán, «la mayor catástrofe de hambre» tras dos años de guerra
Con más de 13 millones de desplazados y la hambruna declarada en varios lugares del país, Sudán sufre una de las peores crisis humanitarias del mundo tras dos años de guerra. «No es solo una crisis de cifras, es una crisis de humanidad», denunció la coordinadora de Asuntos Humanitarios de la ONU Clementine Nkweta-Salami.

Alrededor de 13 millones de personas, uno de cada cuatro sudaneses, se han visto obligadas a abandonar sus hogares en más de una ocasión -8,9 millones son desplazados internos, mientras que 3,9 millones han cruzado a países vecinos-. 24,6 millones hacen frente al hambre aguda y más del 70% de las instalaciones sanitarias en zonas afectadas por el conflicto han dejado de funcionar.
Las hostilidades estallaron el 15 de abril de 2023 a causa de las tensiones entre el Ejército sudanés y las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), hasta entonces aliados, en torno al proceso de integración de la fuerza paramilitar en las Fuerzas Armadas, reflejo de una lucha de poder representada a mayor escala por sus dos líderes, Abdelfatah al-Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, respectivamente.
Al-Burhan y Dagalo, conocido como Hemedti, saltaron a la primera fila de la política en Sudán tras el golpe de Estado de abril de 2021, que puso fin al régimen de Omar Hassan al-Bashir y abrió una transición liderada por Abdallah Hamdok, un primer ministro civil encargado de llevar al país a unas elecciones que determinaran el nuevo panorama político.
Sin embargo, las críticas por la represión y la influencia de las Fuerzas Armadas y las RSF en el proceso llevaron a Al-Burhan, presidente del Consejo Soberano de Transición, a derrocar a Hamdok en una segunda asonada, respaldada por Hemedti.
Las diferencias entre los líderes militares llegaron a un punto de no retorno en lo relativo a la inclusión de las RSF en el Ejército y quién estaría al frente de las Fuerzas Armadas, unas suspicacias que desembocaron en una devastadora guerra. En conversación telefónica con GARA desde Jartum, Esperanza Santos, coordinadora de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el país africano, incide en que «en estos dos años, la situación no ha hecho más que empeorar». «El conflicto empezó en la capital, Jartum, pero se extendió por las principales ciudades del país, por lo que ha impactado en un mayor segmento de la población. Se ha caracterizado por el desprecio a la vida de la población civil y de los trabajadores sanitarios. La violencia contra los civiles es continua. Hablamos de hechos violentos, pero también de bloqueos deliberados a la ayuda humanitaria y a servicios básicos, de ataques a sanitarios y centros de salud».
Lamenta que a nivel internacional «cada vez hay una mayor impunidad» a la hora de atacar a personal médico y centros sanitarios. «Lo estamos viendo en Sudán, en Gaza, y diría que es un patrón que se viene repitiendo en los últimos diez años. En 2011 se bombardeaba un hospital y salía en todas las noticias, ahora es un hospital un más. Desgraciadamente, hemos naturalizado este tipo de hechos».
Tanto los programas como la actividad médica de la ONG se han visto afectadas por la guerra y «las urgencias bélicas o brotes de epidemias que nos obligan a preparar centros de vacunación. Vamos saltando de emergencia en emergencia».
Y es que la mitad de la población sudanesa se enfrenta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda. 8,5 millones afrontan una situación de emergencia o similar a la hambruna, según el último informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria por Fases. «Las hostilidades han sumido a Sudán en la mayor catástrofe de hambre del mundo», constata el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ha declarado la hambruna en diez lugares, ocho de los cuales están en Darfur Norte.
EL ORO, LA GOMA ARÁBIGA Y EL GANADO, MOTOR DEL CONFLICTO
El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha remarcado que «el conflicto no es simplemente una lucha por el poder, sino que está influido fuertemente por intereses económicos y empresariales de actores nacionales e internacionales, en sectores clave como el oro y los productos agrícolas». La cotización del oro bate actualmente récords en los mercados internacionales, mientras que la goma arábiga (resina del árbol de la Acacia) es utilizada ampliamente en la industria alimentaria y se le reconocen múltiples beneficios en el tratamiento de diversas patologías.
«NOS VIOLARON A TODAS»
En un reciente informe -“Nos violaron a todas: Violencia sexual contra mujeres y niñas”-, Amnistía Internacional (AI) denuncia «el uso generalizado y aterrador» de la violencia sexual por parte de las RSF, que buscan «humillar, asegurar el control y desplazar comunidades enteras». «Las atrocidades de las RSF, que incluyen la violación, la violación en grupo y la esclavitud sexual, constituyen crímenes de guerra y posibles crímenes de lesa humanidad», ha advertido. Rechaza, asimismo, el clima de total impunidad; «los autores de estos delitos no sienten necesidad de ocultarse».
RECORTES A LA AYUDA HUMANITARIA
Los recortes en la financiación que sufre la Organización Mundial de la Salud (OMS), principalmente por la retirada de EEUU y la detención de sus programas de cooperación exterior, pueden afectar a la atención médica de más de cuatro millones de sudaneses. Estos recortes obligarán a reducir los servicios en 335 infraestructuras sanitarias, incluyendo centros de emergencia y de vacunación. Un 38% de los hospitales en siete Estados gestionados por la OMS han dejado de funcionar y el resto lo hacen solo parcialmente.
Santos vive con «frustración» que pese a representar una de las mayores crisis humanitarias, Sudán haya caído en el saco de las «crisis olvidadas». «Hemos hecho repetidas campañas, por los 100 días de guerra, por los 500 días... Cada vez que vuelvo a España, la gente no tiene ni idea de que hay una guerra en Sudán. Me frustra, me alucina. Soy consciente de que actualmente hay muchos puntos de atención a nivel político e internacional, pero da pena que exista una crisis como la de Sudán y ni siquiera se visibilice. Estamos a las puertas de la época de lluvias. Los actores humanitarios tendrían que estar actuando desde ya», concluye.

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