Martxelo DÍAZ
JOPUNTUA

Con Kallas vamos a peor

Cuando Josep Borrell dejó el cargo de máximo responsable de la UE lo hizo por todo lo alto y parecía difícil que alguien pudiera hacerlo peor. Ocurrió algo parecido en 1996, cuando era ministro de Obras Públicas y continuó las obras del pantano de Itoitz pese a que la Audiencia Nacional española las declaró ilegales. Eso sí, pidiendo a la Coordinadora de Itoiz una fianza de 24.000 millones de pesetas (unos 145 millones de euros) para pararlas. Se fue Borrell y llegó Jaume Matas, quien terminó las obras pero acabó en la cárcel por corrupción.

Borrell fue más listo y miró para Europa, igual que Javier Solana se colocó en la OTAN para bombardear Belgrado. Borrell participó en la redacción del engendro de la Constitución Europea, presidió el Parlamento Europeo y dirigió la política exterior de la UE, blindando la Europa-fortaleza diciendo sandeces como que era un jardín que había que proteger.

Se fue Borrell y llegó Kaja Kallas, ex primera ministra estonia, y la cosa empeoró, convirtiéndose en la adalid del rearme y la reducción de fondos a políticas sociales para hacer frente a su odiada Rusia.

Las tropas soviéticas liberaron Auschwitz (también Berlín), pero no se invitó a los rusos a los actos del 80 aniversario. Ahora, Kallas amenaza, desde su poltrona de Bruselas, a los países que acudan a Moscú a las conmemoraciones de la victoria ante el nazismo el 9 de mayo, centrando sus iras en la Eslovaquia de Fico y en la Serbia que negocia integrarse en la UE.

No se sabe qué tipo de amenazas puede esgrimir la rusófoba Kallas contra el presidente chino, Xin Jinping; el primer ministro indio, Narendra Modi o el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, To Lam. Probablemente tendrá que pedirles sopitas más pronto que tarde para paliar los efectos de los aranceles de Donald Trump. Por cierto, también acudirán Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel e Ibrahim Traore (Burkina Faso). Pero Kallas y la UE a lo suyo desde el moribundo eurocentrismo.