El cazador cazado
Ignacio Polo ha dado mucho que hablar durante su trayectoria como concejal, y no solo por la extensión temporal de estos 19 años sino por los altercados y escándalos acumulados en su periplo. Comenzó con uno bastante sonado al enzarzarse a golpes con los concejales de la izquierda abertzale para impedirles sacar la ikurriña al balcón municipal durante el chupinazo sanferminero y deja otro reciente antes de esta traca final de la alcoholemia: la retirada fulminante de la placa colocada en recuerdo a Ángel Berrueta hace apenas un mes.
Estos dos episodios retratan al personaje, que encarnaba de manera perfecta la estrategia de crispación impulsada en su día por Yolanda Barcina (con réditos electorales) y mantenida, con un perfil más bajo, por Maya. Una estrategia que tiene como hilo conductor al jefe de la Policía Municipal, Simón Santamaría, uña y carne con Polo durante todos estos años.
El veto a la ikurriña en el inicio festivo se ha convertido en auténtica obsesión para Polo, responsable directo de la Policía Municipal en dos etapas diferentes. Así, tras la colocación de la ikurriña gigante por parte de los arrantzales, que retrasó el cohete del 6 de julio de 2013, dio impulso político a un proceso judicial que ha resultado tan costoso económicamente como insustancial penalmente. En el mismo se han practicado hasta 22 pruebas de ADN, junto a otras muchas, para concluir en peticiones fiscales de cinco meses de cárcel. La Policía Municipal colaboró en el intento de aportar pruebas que apuntasen a que la acción tuvo riesgo para quienes estaban en la plaza, pero el juez ha tenido finalmente que reconocer que no fue así.
Los encontronazos de Ignacio Polo con la izquierda abertzale se han mantenido hasta la recta final. El pasado 17 de marzo tuvo un fuerte rifirrafe con el edil de Bildu Peio Martínez de Eulate en la Comisión de Presidencia, después de que este reclamara aclaraciones sobre quién había retirado la placa colocada por los vecinos de Berrueta, diez años después de su muerte a manos de un policía y su hijo. Polo, visiblemente nervioso, se revolvió contra el interpelante afirmando no entender cómo se le podía reprochar ese asunto, pero luego terminó reconociendo que fue la Policía Municipal quien acudió de madrugada, apenas unas horas después del homenaje, para quitar la placa. No hubo explicaciones añadidas del motivo, más allá del socorrido «cumplimiento de la legalidad».
Su otro gran caballo de batalla ha sido interno: los agentes de la Policía Municipal críticos con la gestión del polémico Santamaría. En los últimos años han sido varios los casos en que los nombres de Polo o algún familiar directo ha aparecido asociado a tratos de favor, en denuncias procedentes del mismo cuerpo. Una de ellas reflejaba, con prueba gráfica, que su vehículo había sido estacionado en un vado para personas con minusvalía. De todas ha ido saliendo Polo, mal que bien, pero este último escándalo resultaba demasiado evidente para ser tapado.