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Interview
Juan Carlos Bilbao «Muga»
Dinamizador

«¿Nadie se acuerda de cuando el único destino turístico de Bilbo era el gaztetxe?»

Hace treinta años, en la calle María Muñoz de las Siete Calles bilbainas, la familia Bilbao se hacía cargo del Muga, un local que fue testigo del empuje más dinámico que ha conocido la música vasca en los ochenta y noventa. En Muga, músicos, a cientos, y aficionados, a miles, han comido, bebido y escuchado la mejor música. El domingo, en Kafe Antzokia, una gran fiesta celebra la efeméride.


Hablamos en pasado porque caen treinta años y, se quiera o no, se mira más al pasado (por el poso de construcción) que al presente, donde Juan Carlos Bilbao Muga continúa con su voluntarioso afán por la cultura musical y la gastronomía. Pero la fiesta de este domingo (18.00 horas, entrada libre) en Kafe Antzokia, con dj's, un poco de picoteo y música en directo no desvelada, es atemporal. No es el pasado, no es el futuro: ocurre. Es su fiesta, pero es también la de todos aquellos que convivieron y conviven con la historia del local.

¿Era un bar? En sentido estricto sí, pero en aquellos desnudos y descontrolados años era el local por donde pasaban todos los músicos a cenar, como los aficionados. Donde se hablaba de música, donde se vendía música independiente y se escuchaba rock and roll a toda pastilla, un lugar para la venta de fanzines, para conocer a los emprendedores de aquellos días.

Comenta Juan Carlos: «Me siento orgulloso de todos mis compañeros de viaje, tanto dentro como fuera de la barra, me siento feliz de haber compartido estos momentos unas veces malos y la mayoría muy buenos. Por supuesto, hecho mucho de menos a la gente que quedó por el camino, que nos dejaron huérfanos de su saber hacer, su actitud, su sabiduría, pero me consta que, de alguna manera, siguen con nosotros. Por supuesto en primer lugar mi aita Alberto, porque me enseñó valores como ser claro, honrado y trabajador, Josetxo Anitua, Eskroto, los Eskorbuto, Lou, Kike Turmix, Carlos RIP, Josetxo Ezponda... Joder, la lista es tan larga. Gloria a todos ellos por compartir su camino con nosotros».

Muga está en los corazones de miles de paisanos del mundo. La música, la cultura, y el estómago le deben mucho a Juancar. Quienes hemos vivido su historia, sabemos lo mucho que ha trabajado, las alegrías devueltas, pero también conocemos los encontronazos con el destino. Es un tipo fuerte y sale airoso de todas las trampas de la vida (y le han tocado unas cuantas, algunas de mazo) sea a trompicones o hablando con «sico-Marijaia».

Muga no está entre los 50 mejores restaurantes del mundo, está por encima de la lista y lleva ¡treinta años!. Su fiesta es el bullicio de todos, de los viejos rockeros y de las nuevas hornadas de músicos, bebedores y/o amigos de la buena comida (su cocina ha mejorado una enormidad). El demonio no podía inventarse un infierno mejor. Treinta años para él, treinta para nosotros. Y fue ayer mismo. Con respeto y admiración, que muy pocos se lo ganan, treinta urras, amigo, y a por los cincuenta.

De la charla con Juancar tenemos para un fanzine de los gordos. Pero vemos que el papel se acaba y aún ni le hemos volcado la primera pregunta. Cómo duele resumir, quitar tantas páginas a la historia.

Todas las épocas tienen sus características, pero quizá la más dinámica en cuanto a ambiente musical fue la vivida en los ochenta y primeros noventa y usted fue un agente muy activo.

Me acuerdo de las infraestructuras y estructuras que teníamos para desarrollar nuestro trabajo, en que lo que lo único que podíamos hacer era estar constantemente «inventando». No teníamos nada, pero lo queríamos todo y todos. No había camino del medio, era el todo o nada, la piscina sin agua. Nos hablan ahora del target musical, de objetivos prioritarios, de marketing estratégico, y a nosotros qué nos importaba eso si teníamos el corazón, la necesidad y las ganas.

Que no nos cuenten tonterías ni nos quieran engañar: con un 10% del dinero que distraen en sus ¿inventos? nosotros hubiéramos reventado la banca. ¿Nadie se acuerda de cuando el único destino turístico de Bilbo era el gaztetxe? ¿De sus más de 700 conciertos? ¿Nadie se acuerda de las dobles sesiones del Gaueko? [un local cerquita del Muga]. Solo comentar que ahí tocaron o comenzaron los grandes e ilustres músicos vascos como Platero y tú, Tahúres Zurdos, Belladona, MCD, Doctor Deseo, S.A., Kortatu, Tijuana in Blue, Dinamita pa los Pollos, Potato, Sex Museum, Primitivos, Pleasure Fuckers, The Covers, Cicatriz en la Matriz, La Perrera, Los Raros....

Y comenzó con muy poquito...

Somos lo que somos gracias a nuestros compañeros de viaje, a la gente que nos retroalimenta, que nos inunda con su energía y sabiduría. Quedaría muy bien decir que lo tenía todo planificado, pero mentiría. Yo venía de la hostelería de la Plaza Nueva, o sea, txikiteros, pintxos, cazuelitas, ochotes, cafés con leche... Y ese era el concepto que iba a dar al bar. Empecé con un equipo de sonido de 50 vatios y 5 discos: La Otxoa, Los Pantxos, Silvio Rodríguez, Desde Santurce a Bilbao Blues Band y el Himno del Athletic. La propia dinámica me llevó por otros derroteros y no me arrepiento, no me considero «un espacio arrebatado al sistema», pero hay veces que lo siento un poco así, y es una sensación que me gusta y de la que disfruto. Me inunda la gente del bar, el clima, el ambiente, las energías que me rodean, me inspiran y me guían. Sobre todo me siento abducido por lo que yo llamó el comando Muskaria -tú, Roge, Jerry, Kolega, Moso, Gegúndez...- y también por el espíritu Gaueko y toda la actividad que generó. Recuerdo como si fuera ayer el día que vi a Cicatriz en la Matriz y dije «uuuuuffffff! yo también quiero».

Y, al margen del bar, organizó muchos conciertos...

Joder, más de 2.000, dos Bilbao Acción Rock y dos Metalway dan para mucho. Primero acordarme de Javi Psicho, mi compañero en ese peregrinaje y tan loco, audaz, falta de miedo o incosciencia, como yo. Sin él eso no hubiera sido posible. Los conciertos, los fanzines «Pasaba por Aki», «Beatnick Fly» y «3d», las producciones de maquetas, diseño de carteles, entradas de conciertos, portadas de discos y libros, revistas y otros fanzines. Recordar a Iñaki Lolailo con su Lápiz Mágico...

Y cincuenta nombres más que terminan en decenas de anécdotas de conciertos organizados por Juancar.

Me tocó subír a Lemmy Motorhead a morir en directo al escenario en el Metalway. Estaba en el backestage más muerto que vivo, y nos dijimos: de morir que lo haga en el escenario (vaya puntazo) y, además, con lo que nos costó subirle. En cuanto se agarró al micro resucitó. Nos felicitó por el speed, los puros habanos y porque era la primera tragaperras que le daba el premio gordo en todos los backestages del mundo ¡ja ja ja!