Un informe de Osalan desvela otra muerte en el TAV de agosto de 2013
Un informe de Osalan remitido al Parlamento a petición de EH Bildu ha permitido conocer la muerte de un trabajador en labores de desbroce y preparación del terreno de las obras del TAV en Asteasu ocurrida el 7 de agosto del pasado año. En total son siete los obreros que han perdido la vida en accidentes laborales en la «Y vasca», además de otro fallecido por un ataque al corazón. Osalan recoge los fallos de seguridad que provocaron esas muertes en el trabajo.
El 7 de agosto de 2013 un talador que trabajaba en las obras de desbroce y preparación del terreno en la boca norte del túnel de Asteasu del TAV, murió por el golpe en la espalda que le dio el arce que estaba cortando.
Esta muerte no figuraba hasta la fecha en los listados públicos de accidentes acaecidos en las obras de la «Y vasca» y con él son siete los fallecidos en la construcción de esta infraestructura, además de un conductor de camión que sufrió un infarto. El accidente aparece recogido en un documento elaborado por Osalan y remitido al Parlamento de Gasteiz a petición de la parlamentaria de EH Bildu Arri Zulaika.
El informe de Osalan detalla que dos trabajadores de una empresa subcontratada en el tramo Hernialde-Zizurkil se encontraban talando árboles en un terreno de gran pendiente y quebrado. El accidentado procedía al derribo de un arce. Una vez realizado el corte de dirección, cuando estaba aplicando el corte de tala, el árbol se rompió golpeando en la espalda al talador. Según Osalan, las medidas preventivas que se propusieron a los empleados no eran ajustadas al factor de riesgo existente. Las técnicas de tala eran también inadecuadas.
Con este son ya siete las muertes en accidente en las obras de la «Y vasca».
14-7-2008, «Trabajando de manera incorrecta sin supervisión»
El primer fallecido en las obras del TAV fue el obrero rumano Florian Popa, aplastado por una pieza metálica de encofrado de gran tonelaje. Ocurrió en el tamo de Luko en Araba.
Según en análisis realizado por Osalan, el plan de seguridad de las obras no recogía cómo trabajar con esas piezas metálicas. Ese día, el obrero lo estuvo haciendo de manera incorrecta durante una hora sin supervisión y sin la presencia necesaria de la grúa y elementos de apuntalamiento. La empresa alegó que el encargado trasmitió las instrucciones a pie de obra.
11-8-2010, «Las piezas estaban bajo una línea de media tensión»
Un trabajador portugués de una subcontrata murió electrocutado, cuando la grúa a cuyo cable iba a enganchar unas losas de dos metros tocó una línea eléctrica de media tensión que el gruista desconocía que existiera y parece que no había visto.
Osalan sostiene que el método de trabajo era inadecuado. La mesa de encofrado se había montado debajo de la perpenticular de una línea eléctrica de media tensión y los riesgos de contacto eléctrico no se habían evaluado. La línea tampoco estaba señalizada ni el gruista fue informado de su existencia. Además, pudo verse deslumbrado por el sol.
9-12-2010, «Destruir explosivo tirándolo al fuego»
El ciudadano ucraniano Mykola Eyschenkyy resultó muerto y su compañero búlgaro Dragomiv Yordanov gravemente herido, por la explosión de unos cartuchos sobrantes empleados en el túnel de Albertia, que les hacían destruir lanzándolos de uno en uno a una hoguera.
El caso no fue objeto de informe por Osalan, sino que el expediente se trasladó a la Dirección de Minas y está además en los tribunales. El herido declaró que «la destrucción de explosivos se hacía siempre igual e igualmente como se realizó el día del accidente». Y en todo el tiempo en el que estuvieron trabajando antes de aquel día, «no hubo ningún superior que les dijera que así no se hacía la destrucción de explosivos».
Las ilegalidades detectadas fueron que los trabajadores no tenían carné de artillero ni preparación para manipular explosivos. No había ningún técnico competente responsable con ellos. Nadie les explicó cómo debían destruir los explosivos. Debían estar a 400 metros del fuego y estaban a 6. La empresa Hergon tampoco estaba habilitada para estos trabajos ni disponía de los seguros necesarios para ejecutarlos legalmente.
6-9-2011, «Trabajo nocturno y durmiendo en el camión»
Sobre las cuatro de la madrugada, un dúmper articulado que se encontraba parado sobre un vial con una pendiente aproximada del 15%, comenzó a descender sin luces y aparentemente sin control. Recorrió unos treinta metros antes de chocar con unas protecciones de hormigón que rompió precipitándose por un talud de pendiente muy elevada en el barrio Aldaba Txiki de Tolosa. El trabajador, portugués, murió.
Osalan recuerda que era necesario y estaba indicada la obligatoriedad de usar el cinturón de seguridad, pero también recoge que la manera en la que están dispuestos los turnos pueden crear trastornos en las facultades de los trabajadores. Señala además que es una labor monótona, solitaria y nocturna, y que los obreros «pasan mucho tiempo dormidos dentro de la cabina sin apenas tiempo desde el despertar».
12-7-2012, «Subido a la pieza que lo aplastó y no a un elevador»
Antonio Álvarez Rodríguez, trabajador natural de Zamora, de 55 años de edad, murió aplastado por una pieza de hormigón de 11.15 toneladas de peso. Se trataba de una pieza prefabricada para la ejecución de la boca norte del túnel de Atxetarri, con unas dimensiones de 4,9 metros de altura, 2,5 metros de anchura y 0,35 metros de espesor. El desplome de las piezas hizo que el obrero, que se encontraba sobre una de ellas, quedara atrapado entre ésta y el terreno. El obrero fallecido no debía estar sobre las piezas, sino subido a un elevador.
En el informe de Osalan se detalla que los trabajos en altura deben hacerse desde una plataforma elevadora, usando además un arnés para garantizar la sujeción, o desde un andamio instalado en el lugar.
Sin embargo, el operario de la subcontrata «no hacía uso de plataforma elevadora para realizar trabajos desde el trasdós, en la zona superior de las piezas. Para realizar las operaciones, ascendía directamente por las esperas de la pieza».
El Instituto de Seguridad y Salud Laboral habla en su informe de la existencia de instrucciones contradictorias sobre la forma en la que hacer el trabajo y detalla la ausencia de equipo de trabajo, como la mencionada plataforma elevadora.
28-8-2013, «Aplastado por un compresor que no debía remolcar»
El trabajador madrileño José María Castillo Alonso murió aplastado por un compresor de 6,5 toneladas que nunca debió remolcar con la maquina perforadora que conducía. Sin embargo, era la forma habitual de bajar el compresor desde el punto de trabajo hasta el lugar en el que pudiera ser cargado por un camión. Pero en esa ocasión, el operario perdió el control de la perforadora mientras descendía una cuesta, se salió de la vía y chocó contra el terreno. Tras el impacto, la perforadora giró bruscamente, al igual que el compresor que remolcaba, que atropelló al trabajador que se encontraba ya en el suelo.
Como ya publicó GARA el pasado mes de mayo, el informe de Osalan destacaba que los manuales del fabricante no preveían que la máquina perforadora pudiera ser utilizada para remolcar el compresor.
Por otra parte, el manual de instrucciones del equipo no estaba disponible en castellano, y el que se proporcionó al trabajador no era exactamente el mismo. Además, se le dieron a la misma vez como mínimo los manuales de otros doce equipos de trabajo.
Tampoco había instrucciones para comprobar el estado de las cadenas, ni forma de confirmar que el trabajo de mantenimiento preventivo se realizaba de la manera indicada por el fabricante, ya que el dispositivo que cuenta las horas de uso estaba inutilizado.
Intervención en otros siete accidentes graves y diez leves
El informe remitido por Osalan al Parlamento de Gasteiz a petición de EH Bildu indica que además de en los referidos siete accidentes mortales, también a intervenido en otros siete accidentes que califica de graves y diez más que considera leves. Sin embargo, deja constancia de que ha habido accidentes en los que no ha desarrollado ninguna investigación por haberse producido en la aplicación de técnica minera, lo que queda fuera de su ámbito competencial.
Entre los accidentes graves que recoge la documentación, señala, por ejemplo, la caída sobre un obrero de un fragmento de roca desprendido de la parte superior del túnel de Albertia en el que trabajaba.
En el tramo Lemoa-Galdakao, un operario sin la debida cualificación procedió a intentar realizar una recarga de gas del martillo hidráulico de una excavadora. La tapa del regulador estalló y le dio en la cara. Las deficiencias de este caso ocupan casi dos páginas y media del informe.
En el tramo de Legorreta, la falta de consignación del equipo para actuar en circuitos de presión, hizo que fluido hidráulico a presión penetrara en el dedo de un trabajador que estaba tratando de localizar una fuga en una máquina elevadora con sus propias manos.
Otro obrero cayó desde una altura de 4,80 metros, al desestabilizarse la escalera sobre la que trabajaba, que estaba sujetada en su base por un compañero y apoyada sobre la cara lisa del panel de encofrado. La caída se produjo sobre unas esperas de ferralla de la estructura en construcción, quedando el trabajador ensartado en las mismas. I.I.