NOV. 20 2014 Crisis en el diálogo entre las FARC y el Gobierno colombiano Santos y las FARC expresan su deseo de continuar con las conversaciones Pocas horas después de que el jefe de la delegación de paz de las FARC-EP, Iván Márquez, realizase un balance «altamente favorable» de estos dos años de diálogos en La Habana y asegurase que a día de hoy la confianza entre las partes es mucho mayor, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, afirmó que quiere «continuar con las negociaciones» que, de manera unilateral, suspendió el domingo por la noche tras confirmarse la captura del general Alzate. Ainara LERTXUNDI DONOSTIA «La paz triunfará en Colombia», aseguró ayer el jefe de la delegación de las FARC-EP, Iván Márquez, al inicio de la rueda de prensa que ofreció para valorar estos dos años de conversaciones con el Gobierno de Juan Manuel Santos y que se mantienen suspendidas. El domingo por la noche el presidente ordenó a sus negociadores no viajar a La Habana hasta nuevo aviso en respuesta a la captura ese mismo día en una zona de enfrentamientos y con fuerte presencia de la guerrilla del general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Titán, una unidad de élite creada a principios de enero de este año para luchar principalmente contra dos frentes de las FARC en 22 municipios del departamento de Chocó -donde se produjo la retención- y en otros dos de Antioquia. Pese a esta crisis, la más grave registrada hasta la fecha, Márquez hizo un «balance altamente positivo» de los diálogos. «Estos dos años nos han permitido tener confianza entre las partes y conocernos más. Esto puede incidir en que los resultados sean más prácticos, viables. Nos entendemos muchos más que hace dos años», destacó. «Ahora todo depende del Gobierno, porque es quien ha suspendido los diálogos. Nosotros seguimos en La Habana, trabajando intensamente por la paz», añadió. Sobre esta suspensión, consideró que «no es admisible que quien declara la guerra sin cuartel, en medio de ella pretenda que no se le toquen a sus soldados y generales, ni que cuando recibe golpes suspenda los diálogos de manera impulsiva». Márquez insistió en la idea de que «no es sensato que continuemos matándonos en una confrontación, que de no parar, generará prisioneros e incidentes que pueden poner en peligro la continuidad de la Mesa de Conversaciones y la anhelada posibilidad de llegar a la firma del Acuerdo Final». Por ello, volvió a exigir un cese de las hostilidades y «amainar el impacto del conflicto en la población civil». Reiteró la disposición de la guerrilla a «desescalonar el conflicto», pero dejó claro que «este paso debe ser recíproco y bilateral». Negó en rotundo la argumentación del Gobierno y de otros sectores de la derecha de que las FARC aprovechan los periodos de tregua para rearmarse y fortalecerse. «Tiene que haber otras motivaciones ocultas en el Gobierno para rechazar una propuesta tan justa, razonable y necesaria como el cese al fuego, que podría evitarnos más victimizaciones. Si algo necesita este proceso de paz es que sus discusiones transcurran en un ambiente de tranquilidad», opinó. Preguntado sobre la posible entrega de Alzate a una comisión del Comité de la Cruz Roja Internacional, dijo que no van a «especular sobre el tema. No corresponde a la delegación de paz. No damos esa orden, el secretariado de las FARC, desde su jefe, asume ese asunto». Ya el martes, el también delegado guerrillero Pablo Catatumbo fue categórico al afirmar que ellos en La Habana tienen «un mandato de paz» y que «en Colombia está la dirección de las FARC, que tiene el mandato de la conducción de la guerra. Allí están los mandos que pueden solucionar este problema». Para salir de este impasse, Márquez apeló al apoyo de los colombianos. «Ahora más que nunca necesitamos darle vida y movimiento al preámbulo, al espíritu del Acuerdo General que establece que la construcción de la paz es asunto de la sociedad en su conjunto que requiere de la participación de todos, sin distinción». Balance de dos años Pocas horas después de estas declaraciones, Santos expresó su intención de «seguir con las negociaciones». «Necesitamos deponer las armas y la violencia, y terminar este conflicto armado, por eso yo espero que este impasse que se ha presentado en La Habana se resuelva pronto», manifestó en un acto celebrado en la localidad de Ataco, en el departamento del Tolima, y en el que pidió el apoyo de Cuba y Noruega, países garantes del proceso, para resolver la situación. Agradeció al embajador de Noruega, Lars Vaagen, presente en el acto, así como a las autoridades cubanas su mediación. Reconoció que se han conseguido avances que nunca antes se habían logrado en procesos anteriores que, «por diversos motivos, fallaron y fracasaron». Estimó que esas experiencias negociadoras pudieron fallar porque «tal vez (faltó) voluntad política» o porque no se dieron las condiciones necesarias. Subrayó que «no importan las tempestades puesto que lo importante es que lleguemos a ese puerto de destino (la paz) y son los colombianos el combustible para seguir perseverando».. «Más pronto que tarde llegaremos a ese destino. No importan los obstáculos, las tempestades o los enemigos, llegaremos al puerto de destino que es una Colombia en paz», concluyó el presidente Santos. Tres acuerdos y 28 salvedades que «se pueden cumplir con las actuales normas» Pese a que todas las preguntas de los periodistas giraron en torno al general Alzate, Iván Márquez centró su intervención de ayer en los tres acuerdos parciales que ya han firmado y en las 28 salvedades que aún quedan pendientes de acordar. Según dijo, «no son otra cosa que reivindicaciones cuyas soluciones se pueden materializar cumpliendo las normas legales y constitucionales. Un Estado con verdadera voluntad de paz no tendría que hacer mucho esfuerzo para hacer realidad estas aspiraciones». Además de estos acuerdos, destacó como avances importantes las conformaciones de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, la subcomisión de género y la subcomisión técnica que deberá abordar el cese bilateral de las hostilidades y la dejación de las armas. Horas antes de esta comparecencia en La Habana, la delegación de las FARC difundió vía Twitter el «informe especial» que habían elaborado sobre estos dos años. En el capítulo relativo a los motivos por los cuales aceptaron negociar con Juan Manuel Santos, recuerdan que lo hicieron con la idea de «encontrar una solución distinta, de carácter civilizado y pacífico a los graves problemas políticos, económicos y sociales que padece el pueblo». «El diálogo para nosotros significa mostrarle a la oligarquía que hay otras maneras de tratar los problemas. Y por eso cada vez que un Gobierno nos ha propuesto dialogar, lo hemos aceptado», afirman. Las FARC-EP reconocen que «Santos, a diferencia de Álvaro Uribe, aceptó que en Colombia existe un conflicto armado y no una amenaza terrorista. Y que ese conflicto tenía unas viejas causas que había que solucionar. Haber reconocido eso ya era algo muy importante para nosotros. Otra cosa es que él crea que las soluciones son unos paños de agua tibia. Pero ese es precisamente el gran tema de discusión en la mesa». Sobre lo que «resta del proceso», el informe subraya que «se requiere del respaldo, del apoyo, de la movilización activa y contundente de las mayorías colombianas para que la oligarquía entienda verdaderamente la necesidad de imprimir giros y transformaciones de gran hondura». «¿Hasta dónde y cuándo llegará este proceso? Es algo que solamente podrán determinar los colombianos con su actitud ante él. Enemigos de la paz hay muchos en nuestro país, apostándole todos los días al fracaso de las conversaciones. Deben ser muchos más los amigos de la paz, que consigan arrinconar y derrotar a todas las voces que apuestan por la guerra indefinida. Somos conscientes de nosotros solos no vamos a conseguir lo que anhelamos». A. LERTXUNDI Posible entrega. «No corresponde a esta delegación de paz ordenar algo sobre ese tema. Debe ser Timoleón Jiménez quien dé a conocer cuál será el proceder frente al caso del general Alzate, sus dos acompañantes y otros dos soldados», contestó a los medios Márquez desde La Habana.