JAN. 20 2015 EDITORIALA Treta jurídica con el castigo como propósito EDITORIALA Santiago Arrozpide fue detenido ayer en una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía Española, 45 días después de su puesta en libertad tras haber cumplido 27 años de condena y después de que la Audiencia Nacional decretase, en cumplimiento con la normativa europea, que se le computasen los años de condena cumplidos en el Estado francés. Una decisión que no gustó al Gobierno español y tras la cual inició una serie de maniobras jurídicas con el objetivo de alargar su pena y forzar su vuelta a prisión, como ya indicara el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. En este contexto se sitúan la decisión del Tribunal Supremo de no aceptar la doctrina europea que establece que deben descontarse las penas cumplidas en otros estados y la detención de Arrozpide con nuevas acusaciones por un atentado de 1987. Estas actuaciones demuestran que persiste un afán de venganza y hostigamiento por parte del Estado frente a un pueblo que apuesta por la resolución y la convivencia. El arresto de Arrozpide por delitos de hace casi tres décadas, las mismas que ha permanecido en prisión, deja en evidencia al Ejecutivo del PP y los parámetros antidemocráticos y de confrontación represiva en los que se maneja. Las actuaciones de estas últimas semanas han dejado bien marcado el terreno en el que pretende jugar Madrid, para lo que cuenta con herramientas jurídicas construidas a su conveniencia. Con ellas pretende alimentar el sufrimiento de quienes padecen sus medidas de excepción, buscando generar desesperanza y desidia en torno al camino emprendido hacia la paz y la construcción de un escenario de libertad. Por ello será necesario seguir actuando con determinación, aportando iniciativas a la lucha para que termine de una vez por todas la vulneración de derechos que soporta Euskal Herria y dando salida a la voluntad de un amplio sector que quiere soltar amarras con un Estado que poco tiene que aportar, más allá de tiranía y represión. Frente a su objetivo paralizador, el ritmo deberá venir marcado por un pueblo que ya está en marcha y que sigue caminando por encima de los obstáculos impuestos.