FEB. 15 2015 Interview EVE PIQUEMAL Psiquiatra «La creencia de que quien avisa no va a suicidarse es falsa» Es jefa del Servicio de Asistencia Especializada del Hospital de Baiona que acaba de llevar a cabo una jornada abierta al público en Donibane Lohizune con el objetivo de empezar a romper el silencio existente en torno al suicidio, un «tema tabú» que, sin embargo, es una «cuestión de salud pública». Arantxa MANTEROLA ¿Cuáles son las principales señales de alguien que quiere suicidarse? La crisis suicidiaria es la culminación de un proceso complejo. Las razones que llevan a alguien a ese extremo son plurifactoriales y se inscriben a menudo en una trayectoria vital individual. En el acto suicidario la gente más que querer poner fin a su vida en general, lo que busca es interrumpirla para aliviar un sufrimiento que no puede soportar y salir de un sentimiento de impasse en el que se encuentra en un momento dado. Es un acto que se da porque no ha hallado ninguna otra solución a su crisis y por su incapacidad de adaptación que puede estar alterada por ejemplo por una depresión, y también por falta de acceso a los cuidados médicos. ¿Una persona que tiene ideas suicidiarias anuncia sus intenciones? Entre las señales que incitan a tomarse en serio esa intención está, efectivamente, la alusión o el anuncio claro de que van a hacerlo. La creencia de que quien avisa no lo va a hacer es falsa. Es una señal de alerta importante y su entorno debe tomarlo en consideración. Se dan casos de familias y/o amigos que dicen que no habían notado nada... En la mayoría de los casos, las personas dan señales sea por cambios comportamentales o porque manifiestan un estado depresivo, o porque hablan del suicidio o aluden a la muerte. Frases como «preferiría estar muerto» o «no puedo más», «para ese día ya no estaré aquí» son mensajes. Es cierto que hay situaciones en las que la persona no habla de eso o no dice nada que pueda hacer sospechar de sus intenciones porque están convencidas de que nadie puede hacer nada por ellas y no alertan a su entorno ni buscan ayuda. Pero no es la mayoría de casos. Aún así también suele haber pequeñas señales de que algo no va bien. Es obvio que se trata de una cuestión delicada, máxime cuando alguien que percibe riesgo de suicidio en una persona no pertenece a su familia ni es de su entorno. ¿Cómo se puede ayudar a esas personas? Pueden darse casos de personas que no tengan relación directa familiar o amistosa y se den cuenta. Suele ocurrir, por ejemplo, en el entorno profesional. Si hay una duda, es mejor hablar directamente con la persona. Aunque existe la idea de que ello agravará su estado o la empujará aún más al suicidio, eso no es cierto. Al contrario, hablar de ello la va a aliviar porque verá que alguien ha comprendido el mensaje más o menos explícito que está lanzando. No hay que olvidar que en el fondo esa persona está buscando una salida a ese impasse en el que se encuentra y quizás pueda ser esa tercera persona la que la ayude a buscarla. Sin embargo, si se confirma su intención de quitarse la vida, la ayuda no puede circunscribirse únicamente a hablar con ella. Hay que pedir ayuda profesional sea advirtiendo a los servicios médicos siquiátricos o la familia o buscar el apoyo de su entorno más próximo. ¿A qué se refieren ustedes cuando hablan de malentendidos o de a prioris sobre el suicidio? Ante la problemática del suicidio hay una preocupación general por la prevención porque es un reto de salud pública de primer orden. En Francia se calcula que hay más de 11.000 personas que mueren por suicidio al año. Es cuatro veces más que las que mueren por accidentes de tráfico. No obstante, constatamos que no es una cuestión que da lugar a campañas de prevención importantes por parte de las autoridades, como ocurre por ejemplo en los países anglosajoes. Tampoco comunican los datos ni hacen estadísticas. Esa forma de actuar aquí corresponde a una de esas certezas erróneas de que no se puede hacer nada o que de todos modos decidir sobre su vida es algo que atañe a la persona. La gran mayoría de los suicidios no es por esa decisión «legítima» sino porque las personas no se encuentran en su estado normal. Afortunadamente, Francia está evolucionando algo. Hay más conciencia, el Ministerio de Salud puso en marcha hace algo más de un año un Observatorio Nacional del Suicidio para intentar, cuando menos, entender y conocer mejor esa problemática y poder abordarla . Hace muchos años la doctora Claire Noblia hizo un estudio sobre el suicidio en Ipar Euskal Herria y concluyó que la tasa de suicidios era mucho mayor en zonas rurales que en zonas urbanas. ¿Usted diría que sigue siendo así? Es cierto que es una población con más riesgo, en concreto, dos veces más que en zona urbana. No tenemos estudios exhaustivos sobre las razones pero hay algunos datos que lo explicarían, por ejemplo la mayor accesibilidad a armas de fuego. Además, suele tratarse en su mayoría de hombres porque, al utilizar medios más violentos (armas de fuego, ahorcamiento) estos consiguen culminar sus intentos más que las mujeres. A esto se añaden otros factores de riesgo inherentes a las condiciones de vida (aislamiento, lejanía, soledad...). Sí, creo que hoy en día el suicidio sigue dándose más en la población rural y sobre todo entre los agricultores aunque también hay sectores de población que tienen más riesgo de optar por quitarse la vida: personas mayores solas, adolescentes... ¿Disponen de datos sobre Ipar Euskal Herria? No. Hay algunos estudios que están empezando a hacerse pero no aquí. Esperemos que con la evolución de las mentalidades y la creación del Observatorio podamos tenerlos. Muchas veces se silencian datos y circunstancias, incluso por parte de los servicios policiales o judiciales. ¿Cree usted que se debe informar sobre los suicidios? ¿Cómo? Es cierto que cara a los medios hay una especie de reglas que han sido establecidas de cara al tratamiento informativo de los suicidios. Hemos conocido el denominado 'efecto Werther', es decir, que mediatizar los suicidios, sobre todo cuando se trata de personas conocidas, incitaba en ciertos sectores un fenómeno de identificación con la persona suicidada que, por ende, podría conducir a una oleada de suicidios por imitación. Por ello, se estableció que se diera información pero de una manera neutra, sobre todo sin describir el método utilizado y sin relatos sensacionalistas. Información sí, sensacionalismo no. INFORMAR. «Los medios de comunicación deben informar de los suicidios pero de una manera neutra, sin describir el método utilizado y sin relatos sensacionalistas»