Kepa Arbizu
Amets Aranguren y Areta Senosiain, de Ibil Bedi, el 26 de marzo grabando “Anelidoak”.
La grabación del 14 de abril de 2023 con Iosu Ihabar, Moisés Berdonces, Fermin Muguruza, Amaia Espinosa, Claudia Rodríguez y Jone Unanua. Fotografías: Gema Iriarte, Adur Galdos, Zoe Martikorena

Katakrak, una década de insurrección

Sello editorial, cantina o librería; esas son las diferentes representaciones que puede adoptar este proyecto afincado en Iruñea de ‘ruidoso’ nombre. Celebra sus dos lustros de existencia con un doble vinilo, ‘Hau dena’, que refleja su impetuosa trayectoria y un repertorio de diversidad musical.

Si únicamente pasamos frente al número 54 de la Calle Mayor situada en Iruñea, observaremos la existencia de una cafetería, una librería o incluso un híbrido de ambas cosas, pero si realizamos el ejercicio de atravesar sus puertas, entonces lo que descubriremos será un enclave donde se ejerce de manera decidida el pensamiento crítico. Un local bautizado como Katakrak que en este 2023 celebra sus diez años de existencia, siete de ellos además convertido en el centro neurálgico de una editorial homónima que convierte sus, hasta ahora, casi cien referencias publicadas en una puerta abierta no solo a interrogarnos sobre la realidad que nos rodea, y en más ocasiones de las deseadas que nos esclaviza, sino a sembrar el ánimo necesario para transformarla.

LA CANTINA QUE SE CONVIRTIÓ EN EDITORIAL

Un proyecto que ya desde su onomatopéyico nombre nos traslada hasta un escenario simbólico donde traducir ese ruido como el, por ejemplo, generado por las conciencias al embestir contra ese -aparentemente robusto pero de inestable consistencia- palacio de cristal por donde se pasean reyes desnudos a los que nadie es capaz de señalar su falta de ropajes. Una amplia y combativa andadura que por encima de todo es una invitación lanzada a todo aquel que ose a descifrar los múltiples mecanismos de control que pretenden manejar nuestras vidas, desde aquellos aspectos más cotidianos e íntimos a las indescifrables ecuaciones que rigen el comportamiento de un poder omnímodo que aspira a conquistar nuestras calles, cerebros y por supuesto las leyes.

Pero toda trayectoria tiene su propia genealogía, y la mejor manera de descubrirla es desandar las hojas del calendario en compañía de uno de sus responsables, el periodista, escritor y traductor, Hedoi Etxarte, quien expone con afán biográfico las motivaciones que desembocaron en la creación de la editorial: «En realidad todo empezó hace diecisiete años, con La Hormiga Atómica Liburuak, pero la cuestión es que cuando uno lee apasionadamente y tiene una librería, pese a la abundancia de títulos existente, siempre encuentra material interesante que entiende que los demás no publican porque no les parece tan apasionante como lo es para uno mismo». Una tarea casi arqueológica para desentrañar y dar luz a esos rincones insurrectos de la biblioteca universal que deben responder a una doble premisa clara: «Hay dos polos principales: que se trate de una cuestión de mucha urgencia social o que sea un clásico».

 

Flako Fonki y Fray Bartolomé Carranza jugando al ajedrez el 15 de abril durante la grabación

Consideraciones que ya definieron sus inaugurales publicaciones, ‘La radicalidad del amor’, de Srecko Horvat, y ‘Askatasuna, etengabeko borroka bat’, de Angela Davis, y que se han extendido a lo largo de su itinerario, acunando en su catálogo a nombres míticos como Ryszard Kapuściński (‘Kristo fusilarekin’), Henry David Thoreau (‘Walden’), Antonio Gramsci (“Kartzelako gutunak”) o una casi ubicua Silvia Federici, mientras al mismo tiempo sus lecturas se lanzaban a visibilizar temáticas contemporáneas, ánimo que comparten lecturas que se desplazan desde la geopolítica, con ‘Esta guerra no termina en Ucrania’ (Raúl Sánchez Cedillo), hasta la mutación del paisaje que adoptan nuestras ciudades en la actualidad, tal y como refrendan con rotundidad obras del carácter de ‘Airbnb, la ciudad uberizada’ (Ian Brossat).

Un recorrido, expresado indistintamente en euskara y castellano, que se define, o al menos en lo que respecta a una significativa mayoría, por detenerse en el verbo analítico y realista en detrimento de la temática de ficción, una apuesta que encuentra su explicación en la propia historia del colectivo: «Ahora Katakrak es una librería generalista, con más de veinte mil títulos, dividida en dos plantas que cuenta con una extensa sección de narrativa, filosofía, psicología, ciencia, literatura infantil, cómic, historia… pero en los inicios estuvo fundamentada en el ensayo. De ahí veníamos y en ello seguimos, construyendo una editorial que cuenta con distintos ejes (feminismo, ciudad, crítica policial, antirracismo de clase) que son los que al mismo tiempo sustentan el local».

Todo un crisol de referencias que aunque es lógico que acaparen de forma democrática el cariño de sus progenitores, resulta imposible de igual forma no desarrollar ciertas predilecciones, inspiradas por muy diversas razones, respecto a algunas de ellas: «Mencionaría muchas, pero me detendré en dos. Por una parte ‘La creación del patriarcado’, de Gerda Lerner, una autora fundamental en la historia de las mujeres y que tenemos la fortuna de contar con ella junto con otras dos de sus obras, y ‘Kartzelako gutunak Sophie Liebknechti’, de Rosa Luxemburg, que fue nuestro primer libro de correspondencias y que sólo nos ha traído alegrías».

 

Kattalin Barcena de J Martina, el pasado 12 de abril.

PREDICAR CON EL EJEMPLO

Una oferta literaria que más allá de su propio valor intrínseco artístico y su llamamiento a espolear el interés del lector por ciertas situaciones, su contenido sirve para calibrar el propio ideario que alimenta el proyecto y el de las personas que lo forman. Un hecho que se trasluce con claridad en que si las enmiendas a la totalidad del sistema capitalista que despliega Robert Menasse en ‘Europar mezularia’ o las estrategias contra compartimentos liberticidas que glosa Clara Zetkin en ‘Faxismoaren aurka borrokan Nola aurre egin eta nola irabazi’ circulan por el plano teórico, es la propia naturaleza asamblearia que ostenta Katakrak, donde repudian la jerarquización burocrática y reniegan del binomio jefes-empleados, enarbolando una escrupulosa paridad en cuanto a la remuneración de sus integrantes, la que se encarga de convertirlas en todo una exhibición de praxis. Algo igualmente aplicable a su implicación en el tejido social, haciendo bueno el reflejo de esa lucha de clases trasladada al suelo diario que expresa Andy Merrifield en ‘La nueva cuestión urbana’ a la hora de participar activamente en reivindicaciones, demandas y luchas locales como en aquellas que resuenen más allá de nuestras fronteras.

 

Amets Aranguren y Areta Senosiain, de Ibil Bedi, el 26 de marzo grabando “Anelidoak”.

Una vocación de predicar con el ejemplo que solo puede ser alabada en ese continuo feedback que asume el colectivo, haciendo que sus páginas escritas se conviertan en su propio manual de comportamiento: «Intentamos que así sea. Publicamos para aprender y afilar más nuestras intuiciones o conocer nuevas visiones sobre situaciones que nos preocupan». Tanto es así que el diagnóstico que emite Sebastian Friedrich en ‘La sociedad del rendimiento. Cómo el neoliberalismo impregna nuestras vidas’, en el que alude al riesgo de convertirnos en nuestros propios patronos azotándonos con saña en busca de cumplir el decálogo capitalista más estricto en todos los círculos existentes, es contrarrestado incluso en el ámbito más cotidiano, como la oferta culinaria que distingue a Katakrak, alejada de esa condición depredadora para reivindicar una apuesta por la soberanía alimentaria, ofreciendo productos ecológicos pertenecientes a granjas, huertas y bodegas cercanas. Y es que todavía hay lugares donde los ideales no consiguen acallarse con el ruido de las cajas registradoras.

 

FIESTA DE ANIVERSARIO CON MÚSICA

Si mantenerse vivo durante una década en el ámbito literario, sea cual sea el rol que se desarrolle, ya es un elogioso mérito, hacerlo desde la absoluta independencia y apostado desde un espíritu ácrata, se convierte en toda una heroicidad. Gesta que Katakrak ha optado por conmemorar con un doble vinilo, ‘Hau dena’, decisión, la de convertir las letras en sonidos, que puede resultar ajena a su radio de acción pero que no lo es tanto cuando se conoce la relevancia que adquiere dicha disciplina en el imaginario de este proyecto: «La música es fundamental para nosotros. En la librería es la primera sección que te encuentras al entrar. La gente del colectivo participó montando Iruñea NOLA?! y varios de sus componentes han aprendido a tocar instrumentos, ya sea el trombón, el helicón, el bombo o el clarinete, durante todos estos años. Además, por supuesto, leemos mucho sobre dicho arte, tanto desde su historia como desde estudios culturales».

Al margen del amplio despliegue técnico que acoge dicho álbum, en el que participan hasta 87 músicos y viene acompañado de un libreto de 24 páginas, no se trata de ningún artefacto en el que se recopilan aleatoriamente canciones sin mayor aspiración que la de llamar la atención sobre dicha onomástica. Su contenido, si exceptuamos las tres interpretaciones de su ‘himno’, en castellano (‘Hasta el final’), en euskara (‘Etengabe’) y remezclado por las manos de DJ Reimy, consta de 15 composiciones originales -introducidas por un breve extracto extraído de múltiples conferencias- inspiradas por una docena de libros pertenecientes al catálogo de Katakrak, lo que le hace funcionar a modo de excitante cartografía de lo que ha significado el periplo de este proyecto.

 

Iosu Ihabar y Ion Celestino grabando a Chill Mafia, Trigger y Mursego.

UNA FAMILIA DIVERSA PERO UNIDA

Bajo esos parámetros, el trabajo consigue alcanzar trascendencia por sí mismo, por su entramado conceptual primero, pero esencialmente gracias a un -quizás- involuntario despliegue del bullicioso campo sonoro realizado actualmente en nuestras fronteras, en el que si bien es inevitable su reconocimiento hacia el arraigo heredado desde diversas latitudes, del mismo modo se muestra desenvuelto para expedir una radiografía observada desde el sector más reivindicativo y heterodoxo, ofreciendo un escenario de heterogéneo ambiente pero, paradójicamente, de singular cohesión, algo quizás no tan inverosímil: «En realidad, lo que unía principalmente a los participantes era que tenían una vinculación con Katakrak, por lo tanto es lógico que entre sus propuestas no surja una relación directa. Aunque el otro día Ion Celestino apostaba a que todos los grupos que se han dado cita en el disco, tenían al menos algún lazo con otra de las bandas: ya sea porque han tocado en sus canciones o conciertos, o han compartido músicos. Desde ese lado resulta bastante coherente».

De sobra es conocido que la metodología utilizada para reunir a diversas personas procedentes de otros tantos ámbitos en este tipo de álbumes no suele ir más allá de levantar el teléfono y, si hay suerte, convencerles para una fugaz aparición de escueta implicación. Una antagónica metodología a la utilizada para configurar este ‘Hau dena’, que tiene como máxima irreductible a la hora de congregar a su alineación definitiva el sentimiento de pertenencia: «Era un requisito indispensable: si el vínculo no era real, como dicen los raperos y los ‘lacanianos’, no tenían cabida». Y si alguien escenifica con rotundidad esa ligazón con el proyecto es Julen Arbizu, quien además de ejercer como cocinero para el local en el pasado y posteriormente colaborar activamente con él, duplica su presencia en el álbum, haciendo que Raimundo el Canastero tiña de rumba festiva y canallesca ‘Maderos, chusma y orden social. Una teoría crítica del poder policial’, de Mark Neocleous, y con Broken Brothers Brass Band convirtiendo las calles de Nueva Orleans en el ambiente propicio donde encontrarse con la copiosa relación epistolar que la anarquista Louise Michel entabló con Victor Hugo. Una ‘localización’ musical de la que también se abastecerá Kinbonbo Brass Band para, celebrando de la mano de ‘Zer geratzen da’ su particular Mardi Gras, recorrer la autobiografía de Assata Shakur, siempre a cuestas con el mito del terrorismo convertido en una forma de estigmatizar la lucha racial.

 

 

Jone Laspiur de Nakar el 17 de mayo.

Ese sentimiento de comunidad de la que hace gala todo el disco tiene una de sus expresiones más notorias en la relación de vasos comunicantes que se repite a lo largo del repertorio. De tal forma se comportan, por ejemplo, Ibil Bedi, que bajo su nombre interpretan, haciendo buena la naturaleza del título, ‘Anelidoak’, un envolvente e hipnótico in crescendo que florece cautivador regado por el contenido lírico de las cartas enviada por la comunista alemana Rosa Luxemburg desde la cárcel a Sophie Liebknecht, al igual que se suman a la presencia del mítico Joseba Tapia, haciendo que su vena folclórica cohabite con melodías centroeuropeos para acompañar la tragedia migracional desarrollado por Manuel Tiago en ‘Bost egun, bost gau’.

Una naturaleza colectiva y de concordia que también es apelada por el aspecto técnico del álbum, que lejos de escoger la fría funcionalidad de hacer que las pistas volaran por internet con destino a un ordenador, prefirió reunir al elenco de participantes en un estudio improvisado en la parte superior de la librería, todo un ejercicio de sana familiaridad: «Durante las grabaciones se ha comido, se ha merendado, se ha cenado...Técnicamente fue un desafío para Moisés Berdonces, el productor, poder registrar el material en ese lugar. Sin embargo, para todo lo que concierne al aspecto humano, era la mejor opción, cualquiera podía aterrizar en la calle Mayor de Iruñea: se llega a pie, en bici, en bus, tren…».

 

Parte de los coristas de “Noren etsaiak gara?” de Pirritx, Porrotx eta Marimotots un día después, el 16 de abril

Y LA PALABRA ESCRITA SE HIZO CANCIÓN

Teniendo en cuenta que las canciones de este disco doble se han gestado al albur del contenido de determinados libros, selección llevada a cabo desde diversos mecanismos: «Ha habido grupos que lo han elegido ellos mismos. A otros se lo hemos sugerido. Ha sido un amplio abanico de posibilidades. Algo que también es aplicable al tratamiento de los textos», es lógico pensar, como así es, que el global de las piezas señalen un certero reflejo de las inquietudes básicas que maneja la editorial. Una de las cuales, y que se yergue como uno de los pilares en su trayectoria, es la del feminismo revolucionario, aspecto del que hace de conductor un Fermin Muguruza que, bajo un tono recitativo superpuesto sobre esa habitual heterodoxia que define sus ritmos repletos de groove en ‘Artea fronteko lehen lerroan’, recrea el contenido del libro de Angela Davis ‘Emakumeak, kultura eta politika’. Ampliando tanto el abanico sonoro como temático, Pirritx, Porrotx eta Marimotots, aliados junto a una buena nómina de colaboradores, como es esperable, se adentra en el texto de Lidia Txukovskaia y Lidia Zhukova, ‘Haurrek hitza’, para gestar un extraordinario tema (‘Noren etsaiak gara?’) en el que late, bajo la cadencia del vals, la vivacidad infantil con la melancolía que supone la irrupción en su existencia de los conflictos bélicos. Derribando fronteras, geográficas que no emocionales, Los Chikos del Maíz llegan desde Valencia para, haciendo honor a su condición, usar el hip hop de la vieja escuela y su corrosiva ironía en ‘1520 Sedwick Avenue’, alargando con ella el alegato vertido por Dave Randall en “Sound System”, donde reclama la intervención directa de la música en la batalla emancipadora.

 

Grabación de “Artea, fronteko lehen lerroan”. Cristina Martínez de El Columpio Asesino e Iñigo Cabezafuego, miembros de FECBEG

La variedad de registros que conviven en estos discos se hace especialmente palpable con la presencia de propuestas como la de FECBEG, que no es sino la mutación adoptada para la ocasión de Octotono, entente itinerante y agitador firmado en esta caso por Cristina Martínez y el siempre inquieto Iñigo ‘Cabezafuego’ Garcés, que encuentran en su manifestación sonora crepuscular y perturbadora el mejor aposento para plasmar el revelador contenido expresado por Srećko Horvat en ‘Después del apocalipsis’. Si J Martina se encomienda a las melodías pop y al autotune en ‘Zer egin behar dut orain?’ para invocar el collage reivindicativo que es ‘Den-dena nahi dugu’, de Nanni Balestrini, Nakar decora la pista de baile con sugerentes guitarras eléctricas que acompañan a un verbo que no puede ser más clarividente, valga como ejemplo ese verso con marchamo de himno que es ‘Terapia bai, greba ere bai’, para desentrañar con ‘Epikuro, Mindfullness, Speed’ la esencia de ‘Arimaren etorkizuna’ y ‘Estandar emozionalen sorrera’, obras de Eva Illouz. Punto culminante en cuanto a su trasgresora forma supone la interacción expuesta entre Chill Mafia, Mursego y Trigger, capaz de generar un inquietante paisaje, alimentado por igual de lo ancestral y lo contemporáneo, con el que trasladar los absurdos parámetros que dictan la existencia humana que suscita la lectura de Heinrich von Kleist, ‘Michael Kohlhaas’.

 

Aitor Etxarte pintando “Hau dena aldatu nahi genuke” en la pared, en enero de 2020

REBELDES CON CAUSAS

Ni los libros auspiciados bajo el sello Katakrak, ni por supuesto su disco conmemorativo por sus diez años de existencia, son de esos llamados a decorar las estanterías ni tampoco a ser consumidos con la fugacidad que la vida moderna incita. El material que crece bajo su regazo tiene la muy digna pretensión de anidar en nuestras conciencias y revolotear en su interior para transformar nuestra mirada al exterior y la nuestra propia, formando parte así de ese cierto tipo de arte que persigue convertirse en parte de un engranaje liberador. Una creencia, la de su capacidad para alterar la identidad de uno mismo y del colectivo, que acompaña a este proyecto que no alberga duda alguna a la hora de responder a ese gran interrogante a la que es sometido el impulso creativo respecto a su potestad para cambiar el mundo: «Lo creemos absolutamente. Las canciones de este disco son una buena prueba de ello. Hay gente que al escucharlas puede convencerse de no querer ser policía, o que reflexionará sobre arte y política, o que pensará sobre la naturaleza y la prisión, o sobre el mismo apocalipsis».

Un decenio es tiempo suficiente como para reconocer la osada pero indispensable naturaleza de un colectivo que encara su celebración bajo un espíritu de rebelde convivencia, llamando a unir fuerzas contra el cada vez mayor peligro que encarna el poder en todas sus múltiples manifestaciones. Un recorrido que al ser testado por uno de sus responsables, Hedoi Etxarte, deja en manos de quienes reciben sus mensajes el uso futuro que hagan de ellos: «Creo que los itinerarios que asuman los lectores pueden ser muy diversos, y aunque nosotros creamos que mantenemos una línea determinada, se pueden conformar redes distintas partiendo de esos elementos que proponemos». Puentes de comunicación tejidos con esmero y dedicación por un colectivo que aspira a recoger un escueto pero trascendente dictamen popular: «Lo resumiría con dos frases de Brecht: Una de su epitafio, ‘hicieron propuestas’, y otra de un famoso poema, ‘no pudieron ser amables’». Y es que, manteniendo en alto la voz del escritor alemán, vivimos tiempos sombríos que nos obligan a fruncir el ceño, pero ese gesto resulta más agradable y también eficaz de esbozar cuando uno siente que no está solo, y Katakrak representa, por encima de otras muchas virtudes, ese grito entonado entre amigos e iguales.