Todos los indicadores subjetivos, incluidas las valoraciones de la propia patronal, y los objetivos, como el consumo eléctrico o la visión de la realidad en la calle, indican que la convocatoria de huelga de ayer tuvo un seguimiento masivo en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, mucho mayor que en otras zonas del Estado español.
Todos los indicadores objetivos y subjetivos señalan también que la situación económica y laboral en Euskal Herria, con ser mala, es también mucho mejor que en otras zonas del Estado español.
Mejor situación económica y social; mayor participación en la huelga. No es, ni mucho menos, una contradicción, sino una lección.
Cuando se hacen análisis sobre por qué la realidad económica en Euskal Herria es mejor que la media del Estado español, se habla mucho de la estructura empresarial, del modelo industrial, de la capacidad de adaptación... Es hora también de reivindicar el papel que la conciencia de clase de las trabajadoras y trabajadores vascos y su capacidad de lucha han tenido y tienen para crear unas mejores bases económicas en el país.
El gran hito de la jornada de hulega no ha sido únicamente el alto nivel de paro -que ha hecho que incluso los enemigos de la huelga hayan tenido que reconocer que había triunfado- sino la enorme movilización que se ha traducido en manifestaciones masivas. Decenas de miles de trabajadoras y trabajadores se han echado a la calle para reivindicar sus derechos. Y también en esto la capacidad movilizadora de la ciudadanía vasca ha superado a la de otras zonas del Estado español. Y esto sí que da lugar a una contradicción.
Quienes han movilizado a la mayor parte de la masa social en Euskal Herria no están representados por la negociación con el Gobierno del PP que reivindican CCOO y UGT en una mesa a la que la mayoría sindical vasca no está invitada y, si lo estuviera, su papel solo podría ser la de convidada de piedra.
En materia laboral y social, a las vascas y a los vascos nos pasa lo mismo que cuando nos dicen que el cauce para conseguir la autodeterminación es llevar una propuesta de reforma constitucional a las Cortes y ganar la votación. Ni aunque todos los vascos votáramos lo mismo podríamos conseguirlo así.
Los huelguistas que han tomado las calles vascas no tienen cauce de participación en las políticas del Estado, pero sí voz, voto y movilización para generar una alternativa política, económica e institucional en Euskal Herria, para forzar que los poderes vascos tomen un camino distinto al de los españoles, tanto por insumisión a sus mandatos injustos (buen momento para recuperar el pase foral), como por construcción de un contrapoder propio.
España nos arrastra a la ruina económica y al esclavismo socio-laboral. ¿Están las instituciones y los partidos vascos dispuestos a salir de ese círculo vicioso? En manos de cuantos se manifestaron ayer está tratar de llevarlos por ese sendero.
En este contexto, la presidenta navarra, Yolanda Barcina, denunció el carácter «político» de la huelga, porque había oído gritos de «independentzia» en la manifestación. Un grito político, sin duda, pero que muchos ven también como una absoluta necesidad económica y social. Por el camino que lleva España, no sería extraño ver pronto a militantes de UPN enarbolando esa bandera.
De momento, lo que se ha comprobado fue que cada día se hace más incomprensible que PSN y UPN puedan compartir un mismo gobierno y que quienes han apoyado la huelga estén siendo copartícipes de los recortes económicos en la comunidad.
En Nafarroa, como en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, se observa que hay base suficiente para hacer las cosas de otra forma. En manos de esta ciudadanía que se subleva contra las injusticias está el dotarse de instrumentos organizativos -políticos, sindicales e institucionales- para encauzar esa energía hacia la construcción de una alternativa propia y que no se escape como el agua entre los dedos.