Netanyahu está hecho de un material distinto a Barak. A diferencia del ministro de Defensa, obsesionado con la banal aplicación del poder militar, Netanyahu está preocupado por el poder de disuasión y es lo bastante listo para darse cuenta de que las consecuencias de una invasión terrestre de Gaza puede significar la total erradicación de este tipo de poder.
Un despliegue a gran escala de infantería es una cosa complicada. Daría lugar a violentos enfrentamientos con civiles hostiles en un territorio urbano densamente poblado, interminables crímenes de guerra y de lesa humanidad, la condena internacional, el conflicto inevitable con los aliados de Israel y así sucesivamente. Además, este tipo de escalada pondrá en evidencia, una vez más, la capacidad de recuperación de la sociedad palestina, a diferencia de los vulnerables israelíes. Esto no es lo que Netanyahu tenía en mente hace dos semanas cuando decidió masacrar a unos cuantos palestinos con el fin de ganar las próximas elecciones de Israel.
Netanyahu prefiere matar a los palestinos desde lejos, arrojarles proyectiles desde los barcos de guerra israelíes, desde aviones teledirigidos o desde cazas F16...
Sin embargo, solo pasaron unas horas hasta que los generales israelíes se dieron cuenta de que habían caído en una trampa de Hamas. Igual que en Líbano en 2006, Israel estaba lejos de estar listo para este conflicto. No se dio cuenta de que Hamas se ha estado preparando para esta batalla. Hoy vi en BBC News, ondear una bandera palestina en el tejado de una casa en ruinas de Gaza. El mensaje estaba claro: Hamas está dispuesto a convertir Gaza en un Stalingrado. Los generales israelíes se dieron cuenta, algunos de ellos son lo bastante inteligentes para comprender la suerte de sus soldados si deciden entrar en la ciudad. No están preparados para ser el «Sexto Ejército de Netanyahu».
Hamas ganó claramente esta ronda, ha logrado empujar a Israel a un rincón. Ahora los israelíes están esperando que Netanyahu y Barak disuelvan la «inminente» amenaza de los misiles. Sin embargo, el Ejército israelí no tiene una solución mágica excepto ofrecer una invasión terrestre total.
Pero, ¿puede el Estado judío redimirse?, ¿realmente Israel puede ganar en esta situación desesperada? Por supuesto que puede. Todo lo que necesitarían los israelíes es aprender a amar a sus vecinos, a aceptar la causa palestina, a comprender que los cohetes son en realidad una carta de amor a la tierra robada, a las ciudades, pueblos, campos y huertos. Pero, ¿puede el Estado judío mirarse al espejo y entender todo esto? ¿Puede el Estado judío comprender su pecado original, su propia realidad de entidad opresiva y saqueadora? Sí, por supuesto que puede, pero solo si deja de ser un Estado judío.