Ambos participantes han hecho hincapié en la importancia que han tenido los expresos para asentar este proceso. McEvoy ha recordado que fueron excarcelados de modo condicionado, con una «licencia» revocable en caso de que volvieran a practicar la violencia. Solo diez de los más de 460 excarcelados con este procedimiento han vuelto a la cárcel por volver a cometer violencia política, ha recordado, lo que demuestra la efectividad de este procedimiento. Además, ha remarcado el carácter de líderes de sus comunidades que tienen estas personas.
Otro tanto ha hecho Snoddon, aportando en este caso su propia experiencia personal. De hecho, ha destacado con cierta ironía que los expresos se han destacado como buenos gobernantes, citando los casos de Martin McGuinness e Ian Paisley, cuando paradójicamente muchos son incapaces de comprarse un piso o mantener a sus familias.
McEvoy ha sido contundente al remarcar en varias ocasiones que sin afrontar el problema de los presos como se hizo «en el Norte de Irlanda no hubiera habido un proceso de paz». Ha traído a colación que John Major no lo hizo en 1994, tras el primer alto el fuego del IRA, lo impidió crear confianzas y frustró el intento. Cuando apareció una segunda oportunidad, Tony Blair sí optó por afrontar el tema a través de excarcelaciones, y acertó.