No ha sido el desmedido ataque de la Audiencia Nacional al proceso de soluciones y a los más elementales derechos de reunión, manifestación y defensa jurídica lo que ha provocado la histórica respuesta unitaria vista ayer en Carlton. Ese paso ha sido posible gracias al buen hacer de los partidos y sindicatos que han sabido discernir debidamente qué era lo fundamental y qué lo accesorio en este momento, identificar adecuadamente dónde se situaba el enemigo y amoldarse a la consecución de la respuesta más eficaz.
Ejemplos hay en la historia reciente de este país que demuestran que no siempre se ha actuado de igual manera. Probablemente lo que pretendían la Guardia Civil, el Ministerio Fiscal y el Gobierno español que tanto festejó la prohibición del juez Eloy Velasco era que en las calles de Bilbo se repitieran hoy escenas como las del 14 de setiembre de 2002, con la Ertzaintza cargando contra la multitud y logrando que lo que debiera ser una oceánica respuesta a la política represiva española derivara en un nuevo enfrentamiento entre la izquierda abertzale y el PNV, para regocijo del unionismo.
O, como mal menor, es posible que los instigadores de la Audiencia Nacional se conformaran con enredar a los convocantes de la movilización en una cadena de nuevos llamamientos a manifestaciones con otros promotores «sociales», para seguir quemando gente con sucesivas prohibiciones e ir menguando la asistencia. También de esto hemos conocido.
Afortunadamente, los principales partidos y sindicatos de Euskal Herria han sabido en esta ocasión estar a la altura de las circunstancias y han asumido la responsabilidad de ser ellos mismos quienes llamen a la ciudadanía a defender los derechos humanos, la resolución y la paz. Una unión de siglas sin precedentes recientes y que pone la semilla de la que hoy puede acabar convirtiéndose en la mayor movilización política de la historia de este país.
Sería fácil comentar aquí el escaso acierto estratégico que está demostrando un Gobierno español incapaz de encontrar soluciones razonables a ninguno de los problemas que se le presentan y que no hace otra cosa que echar gasolina a todos los fuegos que se le aparecen en el camino.
Pero insisto en que lo que hoy conviene poner en valor no es la torpeza del adversario -aunque ello pudiera resultar no solo reconfortante, sino incluso divertido-. En lo que hay que centrarse es en esa foto de Andoni Ortuzar y Hasier Arraiz, codo con codo, acompañados de los máximos responsables de ELA, LAB, EA, Aralar y Alternatiba, dejando de lado tantas diferencias para ofrecer, esta vez sí, una respuesta conjunta a Madrid. ¿Cuánto durará? Importa menos. Es un paso en el camino adecuado. El resto, ya se andará. El roce hace la confianza.