Iñaki IRIONDO GASTEIZ

Horizonte despejado para consolidar el frente amplio de izquierda vasca

La victoria de EH Bildu, el brote espectacular de Podemos y el crecimiento de la Izquierda Plural dibujan un horizonte interesante para las próximas elecciones municipales y forales. Trabajándolo con mimo, el frente amplio vasco podría encontrar no solo apoyo electoral, sino también socios para gobernar en numerosos ayuntamientos e incluso en diputaciones. La grave crisis del PSE y PSN -con despedida de Roberto Jiménez- los hacen socios poco deseables para nadie.

¿Qué han demostrado las pasadas elecciones en Hego Euskal Herria? Que el independentismo es una fuerza que sigue creciendo y que está en condiciones de ganar o disputar el primer puesto a la derecha vasca y española en todo el territorio. También está ahí, sin embargo, la imbricación social que ha demostrado el PNV, que, asentado en su torreón vizcaino, domina también buena parte del horizonte.

El PSOE se ha hundido, por su empecinamiento en alejarse de la sociedad para salvaguardar los intereses del aparato de la calle Ferraz de Madrid y del régimen instalado en la transición -como se demostró, sobre todo, en la frustrada moción de censura a Yolanda Barcina, pero también, aunque en menor medida, en lo poco que le duró la oposición en la CAV a Iñigo Urkullu para pasar a compartir presupuestos y reforma fiscal con el PNV-. De poco sirve ahora que Roberto Jiménez diga que ellos no querían o que Patxi López mire a Madrid.

La pérdida de votos del PSOE en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa es prácticamente proporcional a las papeletas que han sumado Podemos -cuya irrupción con 72.500 apoyos es todo un aldabonazo a estudiar- y la Izquierda Plural. Aunque nunca deben analizarse mecánicamente los corrimientos electorales y es posible que parte de estos votos hayan salido de haber ilusionado a sectores abstencionistas, a nadie se le escapa que entre estas tres fuerzas ha habido vasos comunicantes.

Lo interesante de este movimiento es que tanto Podemos como la Izquierda Plural representan una izquierda abierta a cuestiones como el derecho a decidir, frente al recalcitrante unionismo en el que se encuentra obcecado el PSOE. También en el ámbito de la resolución del conflicto mantienen posiciones más democráticas, sin las ataduras del partido de Rubalcaba.

Los resultados del PP, por su parte, confirman el agrietamiento del pie derecho en el que se apoyó la transición. Son resultados malos sin paliativos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa -donde bordea el ridículo- y no buenos en Nafarroa, puesto que su victoria es efímera. Es sabido que en las próximas elecciones forales gran parte de su apoyo será engullido por UPN, si el miedo no les hace concurrir en coalición a esos comicios.

Pacto de modernidad PNV-PSE

Sabido es que eran estas unas elecciones europeas y que a los candidatos elegidos les aguarda una ingente labor en Bruselas -al menos a los que acudan con ganas de trabajar y no de pasar cinco años al abrigo de un grupo mayoritario-. Sin embargo, a un año de las elecciones municipales y forales resulta inevitable mirar a ese punto.

El PNV hace tiempo que puso su maquinaria en marcha, ya tiene elegidos a buena parte de sus candidatos y están realizando continuas encuestas para otear en qué sentido se mueven las corrientes políticas. Si el BBB no dejó caer al alcalde de Sestao, Josu Bergara, pese a sus inaceptables expresiones racistas, se debió muy probablemente a que sabía que -por desgracia- su populismo conectaba con una parte importante del vecindario, como se demostró luego en el crecimiento en votos del domingo, al igual que amplios sectores ciudadanos del Estado francés conectan con los mensajes del Frente Nacional de Marine Le Pen.

El «Acuerdo para conseguir una Euskadi más moderna, solidaria, sostenible y competitiva» suscrito por PNV y PSE en setiembre del pasado año se intuía como un pacto de larga trayectoria llamado a recuperar en todas las instituciones el espíritu de Ardanza y Jáuregui que dominó la política institucional en la CAV hasta el Acuerdo de Lizarra. Dada la vorágine autodestructiva en la que ha entrado el PSOE, es difícil adivinar cuál puede ser el futuro de este pacto, con el que el PSE pretendía amarrar algún tipo de poder institucional a partir de mayo del próximo año.

Espacio en la izquierda

La victoria de EH Bildu la ha convertido en la fuerza más votada en Araba (por primera vez) y en Gipuzkoa, refuerza el peso de la coalición en Bizkaia (aunque es el territorio donde más trabajo parece quedarle por hacer) y la sitúa en una posición excelente en Nafarroa, donde aparece como la formación llamada a liderar un nuevo tiempo de superación del tándem UPN-PSN, que parece terminar un ciclo histórico.

No eran estas unas elecciones fáciles para EH Bildu, aunque se subraye con acierto que la militancia política de buena parte de su base social le garantiza un suelo electoral muy fiel. Sin embargo, con el tamaño alcanzado, tiene también una mayor parte de electorado volátil al que afectan los índices de participación. Junto a ello, tampoco puede dejarse de lado que un sector de su militancia es sumamente crítico con el modelo económico y social de la Unión Europea, lo que hace que estas elecciones sean poco atractivas para ellos, cuando no se muestren abiertamente refractarios.

En ese contexto, ver el mapa con una enorme extensión de municipios en los que ha ganado EH Bildu hace que la coalición afronte con una muy buena base las próximas elecciones municipales y forales. Evidentemente -como le ocurre al PNV- los votos obtenidos en estos comicios, con una abstención de 55.06%, de poco le servirían, por lo que si quiere superar marcas anteriores está obligada a trabajar para ganarse nuevos sectores del electorado, ante los que se presentará ya como una opción consolidada para gobernar ayuntamientos, diputaciones y -una gran apuesta- el Gobierno foral de Nafarroa.

Las elecciones del domingo han demostrado que, para lograrlo, hay un amplio campo electoral de izquierda con el que poder entrar en contacto. No se trataría de ver ese espacio como un caladero de votos, sino como un ámbito con el que tejer complicidades sociales y, quizá, superar barreras que en ocasiones son más fruto de prejuicios que de la realidad.

En los próximos meses habrá que ver la estructuración que adopta Podemos en Hego Euskal Herria. Ha logrado la increíble cifra de 72.500 votos, pero falta ver qué concreción tiene luego ese apoyo de distrito único en los pueblos y barrios. De momento, la valoración electoral de los resultados vascos ha sido realizada con la «planilla» estatal. Pero ahí hay una realidad social incontestable también en los cuatro territorios.

Los resultados de la Izquierda Plural que agrupaba a Ezker-Anitza, IU, Batzarre y otras organizaciones, adquieren también una nueva dimensión, no solo por su número en sí - IU ya había estado anteriormente en esas cifras e incluso en mayores en otros comicios- sino porque las obtiene teniendo junto a su coalición la competencia de Podemos y rompe con una línea descendente.

Los resultados de estas elecciones suponen, por tanto, motivo de regocijo para PNV, EH Bildu, Podemos e Izquierda Plural, pero también base de reflexión para el futuro. Entre tanto, PSOE y PP habrán de esmerarse en cortar la hemorragia que vienen sufriendo y que no tiene fácil sanación.