R.S. BILBO

Olano: «En los patios hay oxígeno, hay que facilitar que aporten más»

El testimonio de Seanna Walsh y el de Juan Mari Olano trasladó por momentos a los participantes en este Foro Social al interior de las prisiones, convertidas en un hervidero de energía cuando las perspectivas de solución están tan a la vista.

El testimonio de Seanna Walsh y el de Juan Mari Olano trasladó por momentos a los participantes en este Foro Social al interior de las prisiones, convertidas en un hervidero de energía cuando las perspectivas de solución están tan a la vista. Retrataron dos situaciones radicalmente distintas ya que, si bien presos irlandeses y vascos compartían un mismo afán de aportar, las posibilidades de aquellos y estos resultan muy distintas.

Impactaba imaginar la escena. 29 de abril de 1998. Gimnasio de la prisión de Maze, a las afueras de Belfast. Unos 150 presos del IRA juntos, atentos, expectantes. Frente a ellos, el dirigente del Congreso Nacional Africano Cyril Ramaphosa, con otros compañeros del ANC. Obviamente con permiso británico, habían acudido a explicar a los prisioneros irlandeses todos los entresijos del proceso de resolución sudafricano. «Hablamos con ellos durante horas, sobre cómo se empezaron a entablar conversaciones, sobre la naturaleza de las negociaciones, les hicimos preguntas... -rememoró ayer Walsh-. Aquello fue muy útil, nos ayudó mucho a alejarnos de la acción armada e involucrarnos exclusivamente en la vía política».

Siete años después, el propio Walsh enunciaría la declaración en la que el IRA ponía fin a su campaña armada de décadas. Era además el primer voluntario de la organización que aparecía a cara descubierta desde 1972.

Aquella sesión de Maze no fue un detalle aislado. Durante cierto tiempo, presos significados del IRA recibieron permiso para volver a casa los fines de semana. Explica Seanna Walsh que ello les permitía reunirse con miembros y líderes de su comunidad, recabar información y trasladarla luego al interior de las cárceles. Desde el principio de las conversaciones, los presos habían fijado como premisa que «teníamos que estar involucrados, y para ello debíamos estar constantemente informados. No era práctico desde el punto de vista de la seguridad, ni fue sencillo, pero se trataba de un requisito, y se hizo con bastante eficacia».

El final es sabido: el proceso avanzó y los acuerdos de Viernes Santo dieron paso a las excarcelaciones. «Yo fui una de esas personas liberadas -recordó Walsh, que había pasado 21 años entre rejas-. Hoy, aquellos presos del IRA están en el corazón de la sociedad civil, en el Parlamento, en el Gobierno, o son profesores...», detalló.

La posición de aquellos prisioneros irlandeses no es diferente a la de los miembros de Euskal Preso Politikoen Kolektiboa (EPPK). Juan Mari Olano, excarcelado el pasado 2 de mayo, dio fe de los deseos de los prisioneros vascos de participar activamente y de su convicción de que ello es «cualitativamente importante, no porque esa aportación sea mejor, sino porque no la puede hacer nadie más que ellos, los presos».

Olano aseguró que el Colectivo tiene más que aportar, pero necesita condiciones mejores que las actuales, que calificó de «pésimas»: «Los presos están dispuestos a poner lo mejor que tienen y las instituciones deberían facilitarlo». Su testimonio reflejó que «en los patios se respira un nuevo oxígeno, las energías están duplicadas». También explicó cómo se sentía él mismo ayer, en este Foro, después de ocho años de cárcel en los que muchas cosas han cambiado fuera: «La letra no tanto, pero esta música es nueva para mí, y se agradece, estoy muy contento y con plena confianza. Sería imperdonable que no llevásemos esto hasta el final. Lo conseguiremos», vaticinó.

Sainz de Rozas

En su intervención evocando el día a día en los patios, Olano citó debates como el del reconocimiento del daño, para remarcar que es real aunque algunos insistan en descalificarlo como «una impostura o una pose».

El asunto dio que hablar luego, cuando el profesor Rafa Sainz de Rozas, tercero en la mesa, señaló que cree necesario que los presos hagan un «relato del pasado» en el que su violencia sea reconocida como «ilegítima. La cuestión de las responsabilidades hay que afrontarla».

Algunas personas del público dudaron de ello en sus preguntas. Olano estimó que «a mí no me sirve que uno o diez mil presos me digan que se equivocaron en el pasado. Se ha reconocido el daño y se ha adaptado un compromiso de no utilizar esas vías. Buscar vencedores y vencidos no aporta nada a la paz y solo lleva a la humillación».

EPPK, también en el Foro

Euskal Preso Politikoen Kolektiboa también ha hecho llegar su diagnóstico de la situación a este Foro Social, a modo de aportación. Comienza recordando que se acaban de cumplir 25 años de la dispersión, una apuesta por romper el Colectivo que no ha funcionado pero ha provocado y sigue provocando mucho sufrimiento. En cambio, la situación política «ha cambiado mucho» en este cuarto de siglo. Los presos y presas vascos explican que, pese a medidas como la persecución a sus fotos o la imposición de cientos de kilómetros de alejamiento, «nos sentimos más protegidos e insertados en nuestro pueblo que nunca, y nos sentimos parte de las iniciativas que se organizan en favor de nuestro pueblo».

Tras citar algunos conflictos actuales ligados a la política carcelaria, EPPK reitera que los estados «todavía nos consideran el eslabón más débil y han encontrado un nuevo objetivo para un viejo castigo»: enquistar su situación para que el proceso de resolución no avance. Por ello, reivindican el lema ``Derechos humanos, resolución, paz'' y proclaman que es hora de dar pasos decisivos para cambiar la política carcelaria de una vez. GARA