La Policía israelí detuvo ayer a seis extremistas judíos en el marco de la investigación por el secuestro y muerte, tras ser golpeado y quemado vivo, de Mohamed Abu Jedeir, de 16 años de edad, en la anexionada Jerusalén Este, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu apelaba a la calma ante el riesgo de una nueva escalada de violencia y el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas, pedía a la ONU que investigue los crímenes contra los palestinos.

A última hora de ayer, según informó el diario «Ynet», uno de los israelíes arrestados confesó su participación en la muerte de Mohamed Abu Jedeir, cuyo cadáver fue encontrado el miércoles, e inculpó al resto de los acusados. Según publicaron medios locales, los detenidos intentaron secuestrar el día anterior a Mussa Zalum, un niño de nueve años, un hecho que fue denunciado a la Policía, que no le dio credibilidad.

No se revelaron detalles, al estar el caso bajo secreto de sumario, pero es la primera vez que la Policía admite, al hablar de extremistas judíos, según declaró un funcionario a AFP, que la muerte del menor palestino podría tener motivaciones políticas. Su captura se produjo un día después del hallazgo de los cuerpos sin vida de los tres jóvenes colonos que desaparecieron el 12 de junio cerca de Hebrón y mientras se multiplicaban en las redes sociales los llamamientos a vengar sus muertes y a «matar a los árabes».

La madre del adolescente quemado vivo, Suha, aseguró que tiene poca fe en el sistema judicial israelí. «Que los traten igual que a nosotros. Que derriben sus hogares y los encarcelen igual que hacen con nuestro hijos», pidió.

El titular de Seguridad Pública, Yitzhak Aharonovitch, señaló, por contra, que «el Estado de Israel es un país que se rige y hace cumplir la ley y continuará tomando acciones contra aquellos que la violen, y calificó de «acto escandaloso e inaceptable en un país fuerte y democrático como es el Estado de Israel» la muerte del adolescente.

Tras el hallazgo de su cadáver los palestinos llamaron a un nuevo levantamiento (intifada) contra Israel y se sucedieron los enfrentamientos.

«Lo que ha ocurrido en los últimos días no es una protesta por el secuestro y asesinato de Abu Jedeir. Es una respuesta a la política del Gobierno hacia los ciudadanos árabes», declaró a AFP el diputado árabe-israelí Afu Agbaria, que denunció «la discriminación antiárabe» en todos los ámbitos.

La tensión aumentó aún más con la brutal paliza -grabada en vídeo- y detención el jueves por parte de policías israelíes de Tariq Abu Jedeir, palestino-estadounidense de 15 años de edad y primo del fallecido. Las imágenes de su rostro amoratado y deformado por la hinchazón causó indignación y obligó incluso a EEUU a expresar su «inquietud» y reclamar una investigación.

Tras ser puesto a disposición judicial, el menor fue liberado después de pagar una fianza de 3.000 shekels (645 euros), pero no podrá residir en el campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este, y permanecerá nueve días bajo arresto domiciliario. El menor tenía previsto regresar a Tampa, donde vive, el 15 de julio.

Ante el aumento de la tensión, Netanyahu, que en un primer momento mencionó la venganza, instó a la comunidad árabe en Israel a intervenir para restablecer la calma y llamó a su Gobierno a la «moderación» ante el riesgo de una confrontación generalizada. «Debemos mantener la cabeza fría», dijo Netanyahu, quien, no obstante, prometió «mano dura» contra los extremistas de cualquier signo.

Pero ayer continuaron los lanzamientos de cohetes desde la Franja de Gaza contra territorio israelí y los bombardeos aéreos contra este enclave palestino.

Mahmud Abbas, por su parte, rompió su silencio para pedir a la ONU que cree una comisión de investigación sobre «crímenes terroristas israelíes» contra ciudadanos palestinos.