Aitor AGIRREZABAL

La piedra escocesa salpica a todo el planeta

Los ojos de medio mundo están puestos sobre Escocia estos días, mientras otro medio no quiere ni mirar hacia tierras caledonias. Ya nadie duda de que tanto el proceso como el resultado pueden, más allá de alterar el mapa de la isla casi de inmediato, provocar en distintos puntos. Por ello, activistas de distintos lugares del planeta están participando en la campaña internacional.

Las calles de Escocia se han llenado de medios de todo el mundo ante el referéndum de mañana, así que Edinburgh Media Centre organizó un seminario sobre las consecuencias que puede tener en Catalunya, Flandes o Quebec. Los doctores en Política Internacional Bettina Petersohn, de Quebec, y Daniel Cetra y Robert Lineira, ambos catalanes, expusieron ayer sus reflexiones ante medios llegados de Euskal Herria, del Principat o de Alemania.

Lineira, en la introducción, marcó la clave del debate entre Catalunya y Madrid: «Vamos un paso por detrás. El debate no es entre independencia sí o independencia no. Es sobre el derecho a decidir nuestro futuro». Ayer, los movimientos de última hora en Barcelona tampoco pasaban desapercibidos, y los tres ponentes coincidieron en que las palabras de Oriol Junqueras pidiendo la entrada de ERC en el Govern predicen decisiones importantes e inminentes.

Quien sí ha decidido su futuro en dos ocasiones es Quebec. De hecho, ha repetido referéndum, algo que el premier escocés Alex Salmond ha rechazado para el país caledonio. Sin embargo, Bettina Petershon no cree que eso sea definitivo: «Si gana el No y la campaña unionista cumple sus promesas de devolución, no veremos otro referéndum a corto plazo, pero otro gallo cantará si Westminster no cumple su palabra».

Más allá de la repercusión que el resultado pueda tener, Lineira observa que lo que de verdad puede afectar a otros casos similares es ver en un segundo momento si Escocia realmente «funciona mejor» en el caso de que logre la independencia.

Desde el punto de vista de Cetra, la mayor diferencia es «la ambigüedad en la que se ha movido la campaña Yes Scotland» para contentar a distintas sensibilidades escocesas, mientras que considera que tanto Euskal Herria o Catalunya cuentan con «un discurso de mayor ruptura».

Solidaridad internacional

Saliendo de los actos de este tipo a la campaña propiamente de calle, multitud de grupos con orígenes muy diversos han ofrecido sus energías a la causa independentista. Una de ellas es la gallega Pilar Fernández, quien junto al escocés Paul Kavanagh ha organizado una campaña de solidaridad internacional que ha recibido una amplia respuesta.

Hace ya meses que el diario ``Sunday Herald'' publicó que los embajadores británicos de distintos lugares habían mantenido conversaciones con medios de comunicación, con el fin de expandir el discurso del miedo de Better Together. Prueba de ello fue la ola de noticias que la prensa española publicó sobre la pertenencia o no de Escocia a la Unión Europea: «Planteamos la campaña de solidaridad con el fin de neutralizar esta estrategia», explica Fernández. Ciudadanos de distintos países enviaron cartas de protesta a sus respectivos gobiernos. De hecho, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, respondió a una de estas misivas afirmando que no entorpecerían el proceso escocés. «Era un juego antidemocrático y había que ofrecer respuesta», asegura la activista gallega.

Escocia, durante los últimos diez años, ha dado amplias muestras de solidaridad y rechazo a la guerra de Irak o a cada una de las masacres que Israel ha realizado en territorio palestino. Por ello, el joven palestino Jalal Abukhater, estudiante de Ciencias Políticas en Escocia, ha sido miembro muy activo de Radical Independence Campaign. «Se trata de crear un futuro mejor dentro y fuera de las fronteras de Escocia, y eso pasa por cambiar primero lo de casa», defiende mientras recuerda que el embajador israelí en Londres calificó Escocia como «territorio enemigo».

En la propia isla británica, el Partido Laborista ha tratado de extender un mensaje de insolidaridad con la clase trabajadora inglesa. Sin embargo, no son pocos los ingleses que apoyan la independencia escocesa. Fruto de ello en mayo se creó el grupo English for Yes, que cuenta con más de 1.000 miembros y cuyo cofundador es Math Campbell-Sturgess: «Escocia puede y debe ser un modelo para el cambio político también en Inglaterra», defiende este joven de Cambridge. En su opinión, la movilidad que la independencia crearía en la muga entre ambas naciones debe beneficiar a la economía de la zona, muy castigada en los últimos años. «Apoyo la independencia porque creo que Escocia puede hacer las cosas mejor, pero sobre todo porque puede ser beneficioso para Inglaterra».

Escocia está a punto de tomar la decisión más importante en sus últimos 307 años, y a la vez puede cambiar Europa. Todos coinciden en que aquí, pronto o tarde, se comienzan a trazar planos de un nuevo mapa.