En los medios de comunicación se está presentando como objetivo fundamental de la evaluación global -valoración de activos y stress test- de las entidades bancarias de la eurozona el trasladar una «fotografía» adecuada sobre la situación del sector bancario.
No hay tal. El resultado global de esta evaluación ni es ni podía ser una descripción correcta de la situación del sector bancario de la zona euro.
La evaluación no es un informe independiente, sino elaborado y encargado a instancia de una parte claramente interesada como son, en este caso, las autoridades europeas coordinadas por la Autoridad Bancaria Europea.
Como cualquiera puede entender, los organismos europeos no pueden trasladar a la opinión pública una imagen de conjunto claramente negativa sobre la situación del sector bancario. Sencillamente, no pueden hacerlo.
El pasado mes de julio, un informe elaborado por el Tribunal de Cuentas Europeo trasladaba de forma rotunda la falta de fiabilidad de los stress tests elaborados en años anteriores por la Unión Europea (UE). Algo que era evidente y que EKAI Center ha venido poniendo de relieve repetidamente.
Porque, si queremos hacernos una idea sobre la salud global del sector bancario de la eurozona, no tenemos más que examinar las variables macroeconómicas. La deuda total de la zona euro, situada en un 350% sobre PIB en el momento del estallido de la crisis a fines de 2007, no sólo no se ha reducido, sino que a fines de 2013 alcanzaba un 385% (CEPR). -Tengamos en cuenta que, junto al endeudamiento, los grandes bancos están además afectados por el riesgo de la banca especulativa-derivados financieros-.
¿Es posible tener un sistema bancario sano con estos niveles de endeudamiento y riesgo?
La única posibilidad sería que una parte sustancial del endeudamiento se hubiese producido con entidades financieras no europeas y que, al contrario, nuestros bancos no hubiesen arriesgado sustancialmente en otros entornos. Sin embargo, frente al 385% sobre PIB de endeudamiento total de la eurozona, la posición externa neta es meramente de un -19% sobre PIB.
En conjunto, la situación de la banca europea continúa siendo, como decimos, alarmante. Con un riesgo sustancialmente mayor que la estadounidense en el ámbito de la banca comercial y sustancialmente inferior en el ámbito de la banca especulativa.
¿Significa todo esto que el stress test es inútil? No exactamente. A pesar de su falta de fiabilidad global, el análisis abordado tiene una gran utilidad desde el punto de vista informativo para el Banco Central Europeo (BCE) y para el conjunto de los organismos bancarios de la eurozona. No olvidemos que el detonante de estos análisis ha sido precisamente la próxima asunción por parte de la zona euro de las competencias de supervisión de los grandes bancos.
Junto al interés informativo, cabe analizar la eficacia práctica del stress test en cuanto tal. Especialmente para los bancos peor situados, supone una importante motivación para la adopción de medidas de mejora de su solvencia. Pero esto mismo, que puede ser positivo desde la perspectiva de un análisis estricto del sector bancario a corto plazo, es más que dudoso que sea positivo para la economía europea. Si algunos bancos han recurrido a incrementar sus recursos propios para mejorar su posición contable, otros han recurrido a restringir, aún más, el crédito.
El problema de fondo radica en el error de confundir lo que debe hacerse con el sector financiero «para salir de la crisis» y lo que debe hacerse «para evitar una nueva crisis». Mejorar la solvencia de los bancos a través de mayores exigencias, en sí mismo, previene futuras crisis. Sin embargo, este tipo de medidas de tensionamiento sin abordar la reestructuración del sector bancario hacen un daño evidente a la economía productiva sin resolver los problemas de fondo. Y la reestructuración del sector bancario es el gran reto pendiente de las políticas anti-crisis de la UE.
En cualquier caso, nos encontramos también ante un instrumento defensivo establecido por los países avanzados con el fin de disminuir los riesgos a los que se enfrenta la UE a la hora de resolver previsibles insolvencias. Si gracias a esta evaluación se consigue que los bancos en dificultades incrementen su patrimonio neto en 50.000 millones de euros, el riesgo de que los países avanzados se vean obligados a nuevas aportaciones para resolver problemas futuros se reduce también en una proporción similar.
Cuestión distinta es la interpretación del posicionamiento de Kutxabank en esta evaluación. El que el banco vasco -como sucede con Caja Laboral- se sitúe en primera línea en el Estado español no es ninguna sorpresa. Más aún, teniendo en cuenta los escenarios definidos, hay que entender que la realidad relativa de Kutxabank es aún mejor que la resultante de esta Evaluación, que -a la hora de definir los escenarios- no tiene en cuenta el factor diferencial fundamental de Kutxabank, que no es otro sino el asentamiento en un territorio mejor posicionado como es Euskal Herria.
Kutxabank, ya lo hemos dicho repetidamente, está muy bien posicionada relativamente por su menor sobre-endeudamiento y -como sucesivos informes de las agencias de rating han clarificado- por su asentamiento en un territorio con una fuerte base productiva, con una importante capacidad de ahorro y con moderado endeudamiento.
Las razones básicas de la buena situación comparativa de Kutxabank radican, por lo tanto, en haber limitado la inversión especulativa y en haber limitado la expansión geográfica fuera de su territorio natural. Esto es, en haber limitado precisamente las estrategias impulsadas durante los últimos años por los ejecutivos de Kutxabank -expansión de Kutxa, adquisición de CajaSur, ...-.
Más en concreto, si Kutxabank está aún en una buena situación relativa con respecto a la banca española, ello es gracias al fracaso de los intentos de adquisición de grandes entidades insolventes puestos en marcha por el actual equipo. En definitiva, la buena calificación de Kutxabank en esta evaluación, aunque esperada, es, por supuesto, una buena noticia. Aunque bien podemos decir que se ha conseguido «a pesar de la deficiente gestión de los últimos años».
Por supuesto, esta buena posición de Kutxabank es una razón más de peso para evitar a toda costa el avance de los procesos de apropiación de esta entidad por parte de los partidos políticos tradicionales y de posible incorporación de accionistas externos.