Llamó la atención que el Euzkadi Buru Batzar utilizara el 150 aniversario del nacimiento de Sabino Arana para, en lugar de lanzar un mensaje de avance en la soberanía, poner condiciones a su propia reivindicación de cambio de estatus; condiciones que además están fuera de la capacidad de los partidos llamados a buscar un acuerdo en la Ponencia de Autogobierno del Parlamento de Gasteiz.
En el manifiesto leído el lunes por Andoni Ortuzar se oficializa que «para poder abordar, con garantías, un nuevo pacto nacional entre vascos que nos permita dar un salto en nuestro estatus político», antes hay que conseguir «la superación de todas las consecuencias del conflicto padecido: desmilitarización de la organización armada, el reconocimiento del daño injusto causado, la resocialización de los presos y el fin reconocible de ETA».
Duro golpe a las expectativas de eficacia de la Ponencia de Autogobierno, que por el momento sigue languideciendo al tran-tran con un calendario de comparecencias que llega hasta el 15 de abril, cuando Juan José Ibarretxe elevará su popularidad para, a continuación, cerrar por elecciones y a saber cuándo se vuelve a abrir. Si se reabre. Las señales no son positivas.
«Dos años a fondo con la crisis y luego hablaremos del estatus», fue el titular que el candidato jeltzale, Iñigo Urkullu, dejó en GARA en una entrevista en vísperas de las elecciones que le llevaron a Ajuria Enea. Dos meses después, ya como lehendakari, establecía que en materia de autogobierno, primero había que reivindicar el cumplimiento del actual Estatuto, luego que PSOE y PP reconocieran «la quiebra del modelo de estado que pergeñaron tras la fallida LOAPA», y luego dar los pasos hacia otro estatus de autogobierno a través de la ponencia que esperaba estuviera en marcha antes de junio de 2013, para un debate con calma pero con «el horizonte de 2015».
Para este año, 2015, el PNV prometía en su programa electoral someter «a refrendo popular» el «texto articulado» que aprobara el Parlamento, fruto de la «ponencia parlamentaria sobre el futuro del autogobierno». El programa electoral del PNV se convirtió, casi de forma íntegra y en toda su literalidad, en el programa de gobierno del Ejecutivo de Iñigo Urkullu. Uno de los pocos cambios fue eliminar la fecha referente del 2015 y cambiar «refrendo popular» por «contraste popular». Hay quien dirá que es lo mismo. Si lo fuera, ¿para qué cambiarlo en lugar de hacer copiar y pegar como con todo el resto?
La ponencia no arrancó en el primer semestre de 2013, como anunciaba el Urkullu recién elegido, sino el 28 de marzo de 2014, fruto de un pacto con el PSE de un PNV que dejó a Joseba Egibar colgado de la brocha mientras negociaba un acuerdo con EH Bildu. Y desde el primer momento el PSE advirtió que la ponencia «saltará por los aires» si busca el derecho a decidir. Algo que, por cierto, acaba de recordar Idoia Mendia esta misma semana.
Se sabía que la ponencia iba muy despacio, que el plazo de 2015 era un imposible, pero hasta la fecha nadie había añadido condiciones para la búsqueda de consensos. Ni siquiera el lehendakari Iñigo Urkullu, en su discurso del 22 de enero en Madrid, donde volvió a reiterar la tesis del «Concierto Político», llegando a asegurar que para cumplir con sus apetencias, ni siquiera era preciso reformar la Constitución española.
En ese contexto, la decisión del PNV de «reclamar el final de ETA para pactar un nuevo estatus» (como titulaba «Deia» el martes) sorprendió al resto de partidos, por cuanto suponía una ruptura con el discurso mantenido hasta ese momento. Ni en las entrevistas de Urkullu, ni en los programas electorales o de gobierno, ni en las declaraciones de estos últimos meses, se había condicionado en ningún momento el avance en el autogobierno a los pasos que pudiera dar una ETA que hace tres años y medio que abandonó la actividad armada. Cabe recordar que el Nuevo Estatuto de 2004 se redactó y aprobó en el Parlamento con la organización atentando.
El manifiesto del PNV ha sido leído por todas las partes como una renuncia a plantear la cuestión del estatus en lo que queda de legislatura. A la vista del inmovilismo del Gobierno de Rajoy en materia penitenciaria, Lehendakaritza y Sabin Etxea piden a los presos que se muevan dentro de los límites que marca la estrategia carcelaria de excepción de Madrid. A la vista del inmovilismo del Gobierno de Rajoy en torno a la verificación del desarme, Lehendakaritza y Sabin Etxea piden a ETA que entregue las armas a un Comité de Desarme auspiciado por Lakua. Sin embargo, tras pedir al resto que den pasos, a la vista del inmovilismo del Gobierno de Rajoy en lo relativo al autogobierno, Lehendakaritza y el PNV optan por poner condiciones a ETA que, en realidad, pretenden disfrazar su decisión de esperar a ver si las nuevas elecciones a Cortes generales provocan un cambio de gobierno. Mientras exige movimientos al resto, Sabin Etxea ha decidido ya pararse a ver qué pasa en Madrid a finales de año.
Con Catalunya dando pasos hacia la posibilidad de la independencia y EH Bildu proponiendo «Euskal Bidea» para alcanzar ese fin, el PNV echa el freno de mano. Pero hay indicios de que Sabin Etxea no ha acertado a la hora de comunicar su decisión, que ha podido desconcertar incluso a sus propios seguidores, que no entienden que se mezcle a ETA en un terreno de acción como el del autogobierno que los propios jeltzales habían pedido siempre separar del de la paz y la normalización. Quizá por ello, a través de sus periódicos más afines, ha intentado reencauzar la tesis, explicando que lo que pretende en realidad no es forzar una decisión de ETA, sino que la izquierda abertzale le haga un «emplazamiento contundente» en ese sentido. Y busca también impedir que el debate se centre en el derecho a decidir y la ruptura con el Estado, un terreno que el EBB entiende que resulta cómodo para EH Bildu.
Sucede, sin embargo, que el PNV ha perdido en los últimos meses su capacidad de condicionar a EH Bildu en lo referido a paz y normalización. En la coalición independentista son conscientes, según declaró esta semana Hasier Arraiz a Euskadi Irratia, de que en cuanto acepten unas condiciones, Sabin Etxea «se inventará otras» para evitar el acuerdo. Dio la impresión de hablar con conocimiento de causa, como el gato escaldado que huye del agua.
Aparcada la cuestión del autogobierno a la espera de cambios en Madrid que posibiliten que alguna fuerza estatal se pueda implicar también en la CAV en un amejoramiento del Estatuto, ahora las fuerzas del PNV están ya concentradas en las próximas elecciones municipales y forales.
En ese ámbito, solo cabe constatar que desde setiembre de 2013, PNV y PSE mantienen un pacto de largo alcance, una «relación especial» admitida por las dos partes, que el propio lehendakari ha declarado que quisiera que tuviera su extensión en diputaciones y capitales. ¿Se imaginan a PNV y PSE gobernando juntos y reclamando el derecho a decidir? Es una cuestión de prioridades.