Imanol CARRILLO

Baiona reclama como nunca la oficialidad del euskara

La oscuridad de la noche al paso por Baiona no impidió que el testigo siguiese desprendiendo ese calor tan especial con el que encandila a todos los euskaltzales. Cientos de personas pudieron atestiguarlo el sábado.

Desde su salida en Urepel, Korrika va cogiendo ritmo. ¡Y vaya ritmo al entrar en Baiona en la noche del sábado! Una treintena de personas está preparada para unirse al grupo principal a la entrada a la capital labortana, donde médicos y enfermeros cogerán el testigo en el kilómetro 550. La emoción es palpable en sus caras, pero como si de una ola se tratara, el pelotón los engulle con una fuerza descomunal. Tanta, que nos hace correr un kilómetro entero hasta alcanzar la furgoneta delantera.

El centro de Baiona es una olla a presión. Cientos de personas esperan la llegada del testigo, que se ha adentrado en las estrechas calles de la localidad para salir de ellas renovado de energías y rodeado de muchísimas caras nuevas. «Ttipi-ttapa, ttipi-ttapa... Korrika!» resuena en toda la ciudad en una noche agradable, sin mucho frío y con un poco de lluvia, para correr y desvivirse por el euskara.

Nadie quiere dejar escapar la ocasión para luchar por un idioma que sienten suyo, que es suyo, y tampoco faltan a la cita aquellos que no están en casa, como los presos, representados por familiares y allegados.

Como si de una manifestación multitudinaria se tratara, la marcha llega a uno de los puntos más esperados, en el que el alcalde de la localidad, Jean-René Etchegaray, toma el mando de la marea. «Baionan, euskara hizkuntza ofiziala!» retumba más que nunca. Es el momento perfecto para la reivindicación.

Las bengalas comienzan a iluminar el paso de Korrika -a pesar de la caída de un hombre al intentar sacar una foto-, mientras jugadoras del equipo de rugby de ASB y del Aviron Bayonnais toman el testigo. También lo hacen más adelante los sindicalistas y después los bomberos, quienes, en lugar de `apagar' el fuego producido por los artificios luminosos, se dejan ver también con unas pequeñas antorchas y una manguera.

Las numerosas rampas conducen a Korrika hasta Angelu, donde pasada la una de la madrugada se suman representantes del Ayuntamiento, alumnos de Kimua ikastola, dantzaris y patinadores, mientras la canción «Egunsentian» de Kuraia suena por los altavoces. El amanecer aún está lejos, y el sacrificio de los korrikalaris es notable en sus caras, pero llegar a Biarritz da una dosis extra de motivación. Después llegarán Arbona, Bidarte, Getaria, Donibane Lohizune... Y merecerá la pena.