«Esta vez no podía decir que no», apuntan desde la dirección del PP vasco. Alfonso Alonso está y estaba muy a gusto en Madrid, en la política de ámbito estatal, bajo el cobijo de Soraya Sáenz de Santamaría, en uno de los círculos concéntricos más cercanos a Mariano Rajoy. Ministro. Por eso otras veces había rechazado esta misma presidencia. La propia Arantza Quiroga se la puso en bandeja en vísperas del último y tumultuoso congreso. Él prefirió seguir en la corte, moviendo los hilos desde las alturas. Pero ahora el juego se le ha ido de las manos. Cuando el miércoles de la semana pasada desautorizó la moción de Quiroga, seguramente no pensaba que las aguas iban a desbordarse de esta manera. A partir de hoy podrá seguir moviendo los hilos, pero habrá de hacerlo dando la cara. ¿Los alaveses queréis el poder? Aquí lo tienes, le han venido a señalar. Eres uno de los culpables de este desaguisado, así que tienes que ponerte al frente para tratar de arreglarlo. Y «esta vez no podía decir que no».
La Junta Directiva oficializará hoy en nombramiento de Alfonso Alonso como presidente del PP de la CAV, en sustitución de la dimitida Arantza Quiroga. La dirección quería resolver con rapidez el trance. Así que ayer a la mañana se sucedieron los encuentros en el Parlamento entre la secretaria general, Nerea Llanos, el presidente del partido en Bizkaia, Antón Damborenea, y el de Gipuzkoa, Borja Sémper. Por allí andaba también Iñaki Oyarzábal, factótum alavés.
Al mediodía llegaron Alfonso Alonso, Javier Maroto y Javier De Andrés. Entraron mostrando poderío. El ministro hizo unas declaraciones intrascendentes con Maroto, De Andrés y Oyarzábal cubriéndole la espalda. La noche anterior habían cenado todos juntos en Gasteiz. La campaña en defensa de un presidente alavés estaba lanzada, pero Alonso no despuntaba en las quinielas.
Dirigirá desde Madrid
No debió de haber mucha discusión. Los alaveses llegaron pasadas las doce del mediodía y sobre las dos ya había fumata blanca. Entre medias, salidas para votar, paseos de Alfonso Alonso y Antón Damborenea por los pasillos y el cercano parque de La Florida.
La secretaria general, Nerea Llanos –que seguirá en su puesto–, fue la encargada del anuncio. Después, Alfonso Alonso explicó que compaginará sus tareas de presidente con el cargo de ministro de Sanidad. Es decir, dirigirá el partido desde Madrid.
Señaló que su reto más inmediato e «importante es el de las elecciones generales. Este partido tiene que sumar para contribuir a un gran proyecto nacional, para volver a situar a Mariano Rajoy al frente de la Presidencia».
Se comprometió a impulsar «un PP vasco centrado, que defienda las ideas que nos han unido siempre». Las enumeró como «la defensa de la España constitucional y de un País Vasco con personalidad propia, con su Concierto Económico y con las singularidades forales de cada uno de sus territorios».
Candidato a lehendakari
En la tradición del PP su presidente ha sido también el candidato a lehendakari y se anuncia que así será probablemente en este caso. Lo que no está claro es qué ocurrirá con las próximas elecciones a Cortes. En principio Alfonso Alonso iba a ser candidato por Madrid. No se sabe si se mantienen estos planes.
Son flecos de una decisión tomada con urgencia y, de nuevo, entre apenas media docena de dirigentes, sin ningún tipo de consulta a su base.
Otro golpe en la línea de flotación de Cospedal y de un PP tocado
La dimisión de Arantza Quiroga ha sido entendida en Madrid como otro golpe en la línea de flotación de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y se produce en un momento en el que se suceden las malas noticias para el partido de Mariano Rajoy. Quiroga presentó su dimisión el jueves de la semana pasada y fue Cospedal quien le conminó a que reconsiderara su decisión, lo que hizo que la presidenta dimisionaria estuviera seis días fuera de cobertura, colocando al partido en una situación muy delicada. En un momento en el que la incertidumbre preelectoral se ha apoderado de la dirección del PP, a nadie se le perdona ningún error. Tampoco cabe olvidar la batalla abierta entre María Dolores de Cospedal y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ni que Alfonso Alonso es uno de los políticos más cercano a esta última.
Pero la dimisión de Quiroga no es sino una vía de agua más en un Partido Popular en el que aumenta el desconcierto y el desgobierno, y en el que cuando no se declara un incendio es porque hay dos o tres simultáneos. A la crisis en la CAV se le sumaron unas declaraciones del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, muy crítico con algunos de sus compañeros de Gobierno y de partido, y la declaración pública de la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, rechazando a través de una página en “El Mundo” volver a presentarse y con duras críticas a Mariano Rajoy. Claro que desde el PP se dice que ya estaba decidido que Álvarez de Toledo no repitiera.
Este es otro de los problemas del PP. A la pérdida de poder autonómico y municipal se suma la previsible caída de decenas de escaños en los próximos comicios, lo que está provocando codazos por hacerse con un puesto que garantice la elección como diputado en las próximas elecciones del 20 de diciembre.
Y mientras periodistas de reconocida firma empiezan a hablar de la posibilidad de que Mariano Rajoy puede echar la toalla en los próximos días, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, rechaza que el Partido Popular esté en crisis y subraya que están «acostumbrados» a solventar situaciones «muy duras».
Pero cuando las cosas están de ir mal...
El PP presentó el miércoles en el Congreso un vídeo de campaña que presenta a España como una enferma al borde de la muerte al que los médicos salvan la vida. En poco tiempo se descubrió que era un plagio de la campaña de 2007 del candidato del PLD dominicano.I.I.