«La kurdofobia es una tradición del Estado turco»
Nazmi Gür nació en 1965 en Beytüssebap, una zona caliente de la siempre compleja región de Sirnak. Durante los oscuros años 90, defendió al pueblo kurdo desde la Organización de los Derechos Humanos (IHD) de Van, sede que él mismo creó en 1989. Al igual que para Selahattin Demirtas, quien pasó por otra oficina de IHD, la protección de los derechos de este pueblo le granjeó un nombre dentro del movimiento social kurdo.
En el siglo XXI, el abogado Nazmi Gür trabajó en los despachos de los partidos que fueron el embrión del HDP. Vivió en primera persona la ilegalización del Partido de la Sociedad Democrática (DTP) y los arrestos de políticos kurdos. En 2011, enrolado en el Partido Paz y Democracia (BDP), obtuvo un escaño como independiente en el Parlamento turco por la región de Van, la puerta de acceso a las montañas Hakkari y en donde Gür ha desarrollado su carrera política y social.
Ahora, «en un momento de profunda polarización», es vicepresidente del área internacional del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) y ayudante de Selahattin Demirtas. Por lo que parece, su labor funciona: el mundo respeta un poco más a los kurdos y Demirtas es uno de los líderes más apreciados de Anatolia. Tampoco le va mal con el pueblo de Van: no le han olvidado y le saludan mientras ayuda en la campaña electoral.
«Oriente Medio está cambiando y nadie podrá conseguir la estabilidad sin contar con los kurdos. Si no lo hacen tomaremos nuestro propio camino», insiste a GARA en una de las sedes del HDP. En política interna, la de Kurdistán Norte, recuerda que el «proceso de paz lo rompió el AKP» y aventura que «Erdogan estará muerto después de los comicios». Explica el porqué desempolvando la historia turca, que ya vio caer a otros líderes que no supieron negociar la causa kurda. «Justo como ha hecho Erdogan», dice rodeado por varios amigos con quien comparte muchas de las ideas, entre ellas la de que «el estatus de Rojava afectará a todo el Kurdistán».
Los kurdos parecen más aceptados que en los años 70 y 90. Ahora se habla de polarización. ¿La división es social o más bien política?
Por supuesto que es social, y profunda. Solo hay que ver la ideología del propio Erdogan y su pasado islamista. Sus amigos son Arabia Saudí y Qatar, países que siguen una corriente oscura del sunismo, el wahabismo. Al mirar a la sociedad turca te das cuenta de que ha creado una división entre quienes le apoyan y quienes están en su contra. Es un islamista que quiere ajustar cuentas a kemalistas y fuerzas de izquierda. Su régimen es antidemocrático y por eso el HDP le ha vuelto loco. Y otra cosa, no es cierto que la mayoría de la sociedad esté con él.
Pero hace un año Erdogan parecía un líder distinto.
La kurdofobia es una tradición del Estado turco. El monolítico Estado tiene miedo a los kurdos, a los del norte, sur, este y oeste. Por eso siempre va a estar en contra de cualquier avance en nuestra causa. Si hubiese kurdos en el Polo Norte y declarasen un trozo de hielo como Kurdistán el Estado turco estaría en contra.
¿Cuánto tiempo necesita la población turca para entender su autonomía, sus ideas?
Primero queremos democratizar el Estado turco. Vivir con los turcos. Y luego una nueva Constitución que reconozca nuestra lengua, todas las naciones, que sea justa y establezca una autonomía como la de Rojava. Así crearemos un Estado plural. Además, para responder a la cuestión kurda tenemos las propuestas de Öcalan en el acuerdo (de Dolmabache) que luego rechazó Erdogan.
Ustedes hablan de federalismo, pero en su grupo de Van importantes miembros son del movimiento Azadi, que quiere un Kurdistán musulmán e independiente. ¿Cómo lo puede interpretar el pueblo turco?
Ahora trabajamos por dos cosas importantes. La primera es la unidad. Trabajamos por las cuatro partes en las que estamos divididos. Por eso Öcalan quería el congreso kurdo que no pudimos celebrar. En Kurdistán Norte, el HDP ha empezado a construir la unidad kurda y por eso hemos llamado a todos los movimientos patrióticos kurdos. También encontramos apoyo en partidos turcos de izquierda, como EMEP. Con Azadi no he tenido esta conversación, pero respetamos su forma de pensar. Aunque juntarse y luchar por nuestra libertad es ahora más importante que la ideología.
¿Ve posible reestablecer la relación con Erdogan?
Es complicado, no tiene sensibilidad democrática. Como presidente tiene que abandonar su lenguaje, la polarización. Su ideología es un problema para nosotros porque está más cerca de Al-Qaeda y del Estado Islámico; aunque en la práctica lo está de los Hermanos Musulmanes. Por eso está en contra de los kurdos y nos discrimina como también hace con los alevíes. Pero al final Erdogan discrimina a cualquiera que no vote por él.
En estos meses, Ahmet Davutoglu ha ninguneado a Demirtas. Pese a esto, su líder ha dicho que podría establecer una coalición con el AKP. ¿Bajo qué condiciones?
Hay que esperar a los resultados, pero habrá al menos cuatro partidos en el Parlamento. El HDP será uno de ellos y será aún más fuerte. AKP-CHP sería la coalición más realista. Nuestro objetivo es democratizar el país, una nueva Constitución y volver a negociar de forma inmediata un alto al fuego bilateral.
Entonces, la corrupción y que Erdogan sea un presidente normal no es primordial.
Erdogan tiene que mirar la situación kurda en Siria, la pobreza, el desempleo... Una coalición no puede olvidar estos problemas. Creo que el AKP y Erdogan van a ser los perdedores de las elecciones. El resultado va a indicar que el AKP no va a dirigir este país solo y habrá una coalición. Entonces, Erdogan perderá su esperanza en el sistema presidencialista. Él quiere convertirse en un dictador, pero, como va a perder, no sé si seguirá en activo hasta que termine su mandato presidencial.
¿Lucha el AKP por sobrevivir?
El 7 de junio fue el comienzo del fin del AKP y el 1 de noviembre estará acabado. Y si hay otras elecciones –que podrían celebrarse en primavera si no pactan un Gobierno–, el AKP desparecerá. Partidos como ANAP, DYP, DSP... han desaparecido junto a sus líderes. Podrían haber solucionado la cuestión kurda y, en cambio, declararon la guerra. Erdogan ha hecho lo mismo. Además, está la corrupción y la aparición de gente como Adbullah Gül, que podría dividir al AKP.
Los rumores hablan de que si el AKP decidiese ir a otras elecciones aparecería el quinto partido con Abdullah Gül y Bülent Arinç. ¿Qué le parecería?
Abdullah Gül (expresidente, cofundador del AKP y ahora con una mala relación con Erdogan) está esperando y en cuanto vea que la situación es la apropiada fundará un partido conservador-islamista. Y puede que mucha gente del AKP se una. No sé si será bueno para nosotros. Depende de si ha aprendido del AKP y de los otros partidos. Si lo ha hecho, lo primero que hará será acercarse a los kurdos y atender sus demandas.
Usted nació en Beytüssebap, una de las plaza más calientes en Kurdistán Norte. ¿Cómo ve la situación?
El movimiento kurdo bajo el liderazgo de Öcalan quiere una solución democrática y en estos dos años y medio ha hecho todo lo posible para conseguir la paz. Desde el 4 de abril no podemos hablar con Öcalan y esto refleja la posición de Erdogan con respecto al proceso que rompió el 24 de julio.
Desde entonces, en Kurdistán Norte hay una situación de guerra y se va a convertir en una guerra civil. Las fuerzas policiales acorralan a nuestro pueblo y bombardean las montañas, y no digo solo Qandil. Pero la gente está resistiendo por la libertad. La situación está empeorando y tenemos que tener cuidado con Rojava. Con Siria nos hemos dado cuenta del juego sucio de Erdogan, de que está en contra de cualquier estatus kurdo y que nunca existió un proceso de paz real.
El Estado turco ha atacado a las YPG. ¿Qué podría suceder en Kurdistán Norte si decidiese entrar en guerra con Rojava?
Si Turquía juega en contra de los kurdos de Siria creo que en Kurdistán Norte vamos a ver una respuesta. El lunes, el Ejército turco llevó a cabo dos ataques en Rojava y Davutoglu ha declarado oficialmente que van a atacar a las YPG si la fuerzas kurdas se expanden hacia al oeste. Pero en el oeste está Afrin, un cantón kurdo. En Alepo también hay kurdos y pactaremos con las fuerzas democráticas de Siria para intentar terminar con todos los yihadistas de allí apoyados por Turquía.
Decenas de alcaldes han pasado por comisaría, el fantasma de la ilegalización planea sobre su partido, sufren atentados y Davutoglu amenaza con que solo la mayoría evitaría la vuelta del Beyaz Toros, un coche usado por los paramilitares en Kurdistán norte. ¿Se puede volver a los años 90?
En estos meses, el AKP ha llevado a cabo operaciones políticas contra más de 1.500 personas relacionadas con el HDP. La semana pasada, en Van, Davutoglu amenazó a los kurdos. En los años 90 vivía aquí como líder de la IHD. El Beyaz Toros es un coche de Renault que pertenecía al Ejército. Lo usaron para crímenes arbitrarios y a mí también me atacaron con uno. Davutoglu, como primer ministro, tiene responsabilidad por cualquier muerte o tortura que sufran los kurdos u otros movimientos democráticos. Si va por este camino le llevaremos ante la Justicia internacional.
Kemal Kiliçdaroglu parece dispuesto a discutir una solución al conflicto kurdo. ¿Está listo el CHP para dar pasos concretos?
No creo. El CHP fue establecido por Atatürk y dirigió el país como una dictadura durante décadas. Aunque lo pretenda, el CHP no es un partido socialdemócrata. Primero, tiene que cambiarse a sí mismo. En la causa kurda no tienen propuestas. Dentro hay gente de izquierda, kurdos, pero su estructura principal no tiene un proyecto porque Turquía no tiene un proyecto para los kurdos. Aquí, cuando nos referimos a la cuestión kurda, las tres partes políticas se convierten en una.
La oposición está sacando los papeles de Oslo. El AKP había prometido mayor poder regional y más derechos a los kurdos. ¿Será posible retomar el proceso en los puntos de Oslo-Dolmabache con otro partido en el poder?
Lo de Oslo no fue un proceso de paz de verdad, fueron unas conversaciones. Los resultados que se alcanzaron fueron históricos. Cuando el Cemaat de (Fethullah) Gülen los publicó –la semana pasada– se creó un gran revuelo, pero por desgracia ya era muy tarde y el proceso había muerto.
El proceso de Imrali (la cárcel donde está Öcalan) era débil. No podemos hablar de que tuviese un arquitecto. La negociación real nunca empezó. Hubo un diálogo con Öcalan en el que el HDP tuvo un rol muy importante entre Qandil, Imrali y Ankara. Esto fructificó en los 10 puntos de Dolmabache rechazados por Erdogan. Luego el proceso colapsó, Öcalan fue aislado y al final comenzaron a bombardear Qandil. Ellos han roto el proceso de paz y para que haya uno nuevo no solo el PKK tiene que declarar un alto al fuego. Además, tiene que haber un observador para que la estructura sea la adecuada. Puede ser la UE, Noruega, EEUU u otro actor. Y también una verdadera negociación con Öcalan, y para eso tiene que ser liberado como negociador jefe que es.
Cuando Mandela salió de la cárcel comenzó la negociación y el resto ya lo conocemos. Sin estas condiciones el proceso nunca funcionará, por eso tiene que comenzar de nuevo.