NAIZ

Amnistía Internacional alerta de la explotación infantil tras las baterias de teléfonos y coches

Un informe difundido por Amnistía Internacional y Afrewatch señala que las multinacionales tecnológicas no comprueban si el cobalto que utilizan es extraído mediante la explotación de mano de obra infantil. El documento se basa en las minas de la República Democrática del Congo, donde se produce el 50% del cobalto del mundo y con el que se realizan las baterias de teléfonos móviles y coches eléctricos.

Cobalto extraído de las minas de la República Democrática del Congo. (Amnistia Internacional)
Cobalto extraído de las minas de la República Democrática del Congo. (Amnistia Internacional)

Amnistía Internacional ha pedido a las empresas tecnológicas que se aseguren de que sus productos no utilizan cobalto extraído con mano de obra infantil y ha alertado de los abusos que se están cometiendo en República Democrática del Congo (RDC), en cuyas minas, según apuntan en el informe presentado, trabajan niños de incluso siete años.

AI y Afrewatch han difundido un documento en el que siguen la pista al mercado del cobalto, utilizado en las baterías de litio y extraído en algunos de minas donde no sólo arriesgan la vida adultos, sino también niños. La RDC produce al menos el 50% del cobalto del mundo.

Señala a las empresas Congo Dongfang Mining (CDM), filial del gigante chino del comercio de minerales Zhejiang Huayou Cobalt Ltd (Huayou Cobalt). Ambas empresas procesan el mineral y lo venden a tres empresas de componentes para baterías en China y Corea del Sur que en 2013 adquirieron cobalto por valor de 90 millones de dólares. Estas firmas lo entregan, a su vez, a fabricantes de baterías que suministran a empresas como Apple, Microsoft, Samsung, Sony, Daimler y Volkswagen, entre otros.

«Es hora de que las grandes marcas asuman parte de la responsabilidad de la extracción de las materias primas con las que hacen sus lucrativos productos", ha señalado el investigador de AI sobre empresas y derechos humanos, Mark Dummett.

Para elaborar su informe, los investigadores de Amnistía y Afrewatch hablaron con 87 mineros -17 de ellos niños- de cinco explotaciones del sur de la RDC, así como con 19 comerciantes. También siguieron el recorrido de vehículos para rastrear el origen y destino de un material sobre el que pesa la sombra de la duda.