Salmond demanda otra Europa
En una gala en la que el político escocés y su mensaje proyectado hacia Euskal Herria acaparaban la atención de público y medios, caló el contundente alegato de otro galardonado, CEAR-Euskadi. Tanto que Salmond reclamó una Europa en la que sus naciones den respuesta a problemas como el de los refugiados.
De visita en Euskal Herria para recibir el Premio Sabino Arana y presentar la publicación en euskara de su libro “The dream shall never die” (Ametsa ezin da sekula hil), el ex primer ministro escocés Alex Salmond fue protagonista indiscutible del acto de entrega de los premios Sabino Arana 2015. Compartió escenario con otros cinco galardonados, el congresista demócrata estadounidense John Garamendi, el promotor cultural Leopoldo Zugaza, la Comisión de Ayuda al Refugiado CEAR-Euskadi, la empresa Velatia y la piragüista guipuzcoana Maialen Chourraut.
Asistieron, entre otros, el lehendakari Iñigo Urkullu, junto a la plana mayor del PNV de Bizkaia, y el presidente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, quien saludó efusivamente al político escocés.
El mensaje de Salmond era especialmente esperado por los paralelismos que pudiera trazar tras el referéndum celebrado en su país con el camino emprendido en Catalunya o el que pueda protagonizar Euskal Herria en un futuro próximo. Juan Maria Atutxa, anfitrión en su condición de presidente de la Fundación Sabino Arana, presentó a Salmond como embajador de «un magnífico ejemplo de diálogo, acuerdo bilateral y reconocimiento de la voluntad libre y democráticamente expresada en las urnas». «Nos mostrasteis un camino. Ese es también nuestro camino», enfatizó.
Como cabía esperar, Salmond se refirió a las aspiraciones de Euskal Herria y Escocia, aunque introdujo un matiz al resaltar que los futuros estados deberán resolver los problemas de las personas en contraposición a los que hoy «fracasan» porque «no dan solución a problemas como la crisis de los refugiados». Admitió que el contundente discurso de CEAR-Euskadi, en medio de la solemnidad de la gala, le hizo reflexionar.
Por otro lado, indicó que las «dificultades» de Londres y Madrid son «oportunidades» y agregó que la clave estará en «definir los objetivos de nuestras naciones», que tienen que representar proyectos «pacíficos, cívicos e inclusivos».
Combatir la amnesia
El presidente de la Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi, Javier Galparsoro, reivindicó el premio para «los casi 60 millones de seres humanos que nos aguardan como perseguidos». Reclamó un «cambio radical que priorice los derechos de las personas y de los pueblos» tras fotografiar una Europa de «pavorosa amnesia», que ha olvidado «su propia historia y se ha llenado de razones para no proteger, obviando que millones de personas debieron huir con lo puesto por las mismas causas políticas, bélicas, étnicas, famélicas, por las que ahora seres humanos en idéntica o peores condiciones persiguen la misma protección para sus vidas, su libertad, su seguridad».
Salmond recordaría después que Freud, Marlene Dietrich o Eisntein fueron demandantes de asilo que hicieron una gran contribución a los países que les acogieron.
Por el escenario pasaron ejemplos de implicación y superación como el de la depor tista Maialen Chourreaut, la empre sa de Bedia Velatia o Leopoldo Zugaza, quien abogó por aplicar el auzolan en los servicios culturales. Y John Garamendi recuperó la lección de su abuelo lekeitiarra: «Solo tienes una cosa que hacer, hacer que las cosa mejoren para los hijos», lo que enlazó con la necesidad de «combatir la pobreza para devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, para cuidar la naturaleza».