Se aplicará en lugares como la plaza de los Burgos, los porches de la plaza del Castillo, en la travesía Espoz y Mina con Duque de Ahumada, en la bajada de Javier y en otros puntos todavía por determinar, en una superficie de unos 500 metros cuadrados.
Lo que consigue el repelente es que la orina rebote en la fachada y manche los pantalones y el calzado de quien micciona en la vía pública. El efecto se produce debido a la reacción que el producto genera en los poros del sustrato mineral donde se aplica. En él se forman unos compuestos invisibles interfaciales que impiden que la pared se impregne con la orina y rebote.
El producto, CK-Splash Back, de reciente creación, ya se ha probado con éxito en Gasteiz, Miranda de Ebro, Donostia, Hernani o Santander. Son necesarias para su aplicación y efectos temperaturas superiores a los 10 grados.
El Ayuntamiento estima que los orines en San Fermín le cuestan a la ciudad unos 10.000 euros en gastos de limpieza y desinfección, además de la mala imagen que crea de la ciudad. A pesar de que repeler la orina es su principal función, el producto provoca que las superficies tratadas permanezcan limpias más tiempo y sean más fáciles de limpiar, inhibe el crecimiento de algas y moho, evita la formación de manchas oscuras, disminuye los olores y no deja la superficie pegajosa.
El año pasado solo en San Fermín se multó a 76 personas. Durante todo 2015 esa cifra ascendió hasta las 614. La sanción económica por orinar en la vía pública es de 300 euros, que se reducen a la mitad, a 150, en caso de pronto pago.