Alberto PRADILLA
IRUÑEA

Rajoy confía en gobernar a pesar de que PSOE y C´s mantienen sus vetos

Mariano Rajoy se dio el paseíllo en Bruselas y dejó claro que, tras salir reforzado el 26J, aspira a gobernar y no se le pasan por la cabeza unas terceras elecciones. Ciudadanos y PSOE mantienen la escenificación de su veto pero lo tienen complicado. Alguien tendrá que ceder. Mientras, Unidos Podemos trata de cicatrizar sus heridas y entender algo.

Tras demostrar que su estrategia era la buena y que a superviviente no le gana nadie, Mariano Rajoy, presidente español en funciones, maneja sus tiempos. Hizo ayer el paseíllo en Bruselas, durante la cumbre europea que abordó el «Brexit» y advirtió que no se va a prestar a «teatros». Es decir, que iniciará las conversaciones con PSOE y Ciudadanos para ser nuevamente investido y pidió «tranquilidad» para las conversaciones. «Prisa mata», podría decir el inquilino de La Moncloa, reforzado en las urnas el pasado domingo y seguro de que los vetos no pueden mantenerse eternamente. Especialmente, con la baza de que su formación, el PP, es la única que ha subido tras la repetición de elecciones, mientras que Pedro Sánchez y Albert Rivera, los que intentaron un gobierno alternativo, han sido castigados.

Su apuesta es una Gran Coalición que pacte un programa para cuatro años, consciente de que los apoyos externos pueden terminar volviéndose en su contra conforme avance la legislatura. Si no consiguiese convencer a PSOE y Ciudadanos, insiste en seguir en solitario. «Espero que, al menos, dejen gobernar al que ha ganado, aunque lo tenga que hacer en situación difícil», argumentó. El presidente español deslizó también la amenaza de unas terceras elecciones como gran catástrofe. «Sería un disparate», argumentó. Visto lo visto, tal cosa solo supondría la garantía para que el único partido imputado por corrupción, el PP, arrasase. Es otra razón para que las dos formaciones que pueden hacer presidente a Rajoy terminen cediendo.

Albert Rivera, que sabe que si no saca la cabeza irá progresivamente desapareciendo, jugó la víspera la carta de la bisagra y pidió a PP y PSOE una reunión a tres. Ninguno de los interlocutores aceptó la invitación, argumentando que es Rajoy el que debe tomar la iniciativa. Como Rivera lleva toda la campaña prometiendo que no mantendrá al actual presidente en La Moncloa, ahora tiene poco margen. Ayer abrió la posibilidad de entrar en un gobierno con el PP pero a condición de que ni Rajoy, ni el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ni el de Interior, Jorge Fernández Díaz, continúen. Una posición de pretendida fuerza con ocho diputados menos que hace seis meses y que habrá que ver por cuánto tiempo mantiene.

En Ferraz las cosas no andan mejor. Sánchez, que también estaba en Bruselas, evitó a la prensa. Lleva desde el domingo por la noche delegando en su portavoz parlamentario, Antonio Hernando. El mensaje oficial es que no se hará presidente a Rajoy. Pero el 9 de julio celebran un Comité Federal en el que los «barones» proclives a la abstención plantarán batalla. Además, si el líder del PSOE pretende jugar al agotamiento con Rajoy tiene todas las de perder. El presidente del PP es el campeón mundial de la especialidad.

El reparto de cartas del domingo también ha dejado tocado a Unidos Podemos. Los de Pablo Iglesias no se explican qué ocurrió para que todas las encuestas fallasen y lo que se preveía una noche triunfal terminase convertida en fracaso, a pesar de haber logrado 71 diputados. Las pugnas internas, nunca cerradas del todo, ya asoman. Por una parte, con pullas desde el sector «errejonista», que nunca se creyó la confluencia. Por otra, de personalidades como Juan Carlos Monedero, que aprovechó su eco mediático para lanzar un «te lo dije» y culpar a la campaña. Iglesias trata de templar gaitas, pero lo tendrá complicado. Una Gran Coalición o la abstención del PSOE puede dejarle como única oposición. Otra vez, pugna por el relato.