Los toros gaditanos de Cebada Gago regresaban a Iruñea tres años después de su última carrera y con su leyenda de ser los astados más peligros de las fiestas con 46 cornadas a sus espaldas. Y han cumplido con su particular tradición, ya que han dejado al menos cinco heridos por asta.
Los bureles han salido con cierta relajación de los corrales de Santo Domingo, pero a partir de ese momento han ido cubriendo su particular guion. Uno de los toros colorados ha ido cogiendo ventaja sobre sus hermanos en la cuesta, mientras sus compañeros de torada se iban fijando en los corredores que tenían a su alrededor.
El primer colorado ha proseguido su carrera hasta que se ha caído en Estafeta y una mínima parte de la manada le ha adelantado. Por detrás, se vivían auténticos momentos de peligro, ya que hasta cuatro astados se habían quedado sueltos por la calle.
El toro colorado que se había caído se ha agrupado con uno de los astados negros y han seguido avanzando para pasar por Telefónica y dirigirse hacia la plaza, a donde han llegado en primera posición, seguidos de otro de sus hermanos y un cuarto astado.
Mientras, en la Estafeta proseguían los momentos de peligro, con un toro colorado haciendo el recorrido en sentido inverso y dirigiéndose hacia la curva. En su avance se ha encontrado con los mansos de cola, a los que se ha dejado pasar antes de cerrar la barrera que le ha impedido al astado avanzar en su carrera a la contra. La presencia de los mansos le ha hecho girar, aunque se ha quedado de nuevo rezagado para seguir generando peligro
Unos metros más adelante, otro de los Cebada Gago hacía de las suyas, embistiendo a todo lo que se movía, deteniéndose a cada paso que daba y poniendo un peligro permanente en el último tramo de Estafeta y Telefónica.
A cierta distancia, pastores y mozos hacían todo lo posible por llevar al toro colorado más rezagado, al que conseguían mover a pesar de su peligrosidad. Mientras, el quinto toro también retrasado se dedicaba a lanzar más derrotes a diestro y siniestro, hasta que finalmente los dos últimos bureles entraban en la plaza después de protagonizar una peligrosísima carrera de casi seis minutos de duración y dejando a su paso al menos cinco heridos por asta.