Mikel INSAUSTI

‘As You Are’: El día que murió Kurt Cobain

El cine indie estadounidense sigue viviendo de los 90, algo que ya se ha convertido en un completo cliché de la violencia generacional. El debutante Miles Joris-Peyrafitte nombra a Nirvana y llora la muerte de Kurt Cobain, pero como el presupuesto no le ha dado para comprar los derechos de sus canciones, evoca parcialmente en el título su celebérrimo “Come As You Are”. Pero la banda sonora, por más que lo intenta, no logra sonar parecido, con una mezcla de sonido que está muy mal hecha y enfatiza situaciones dramáticas más de lo aconsejable. No pasa nada, es su primer largometraje y siempre hay margen para corregir los errores de bulto cometidos en este fallido intento inicial.

El mayor fallo consiste en la estructura argumental, que es de manual, y no deja lugar al más mínimo suspense o a cualquier asomo de sorpresa. Un interrogatorio policial vertebra la narración, y por las preguntas que van haciendo a los jóvenes implicados y a sus familiares, la reconstrucción de los hechos en paralelo resulta de una obviedad fastidiosa y cansina.

Lo que quiero decir es que al leer una noticia en la prensa sobre actos violentos protagonizados por menores, lo habitual es que queden zonas oscuras sin aclarar, más aún cuando se trata de indagar en las verdaderas motivaciones. En “As You Are” nada aparece en sombra, y todo va saliendo a la luz de una forma de lo más tópica y previsible.

El trasfondo sentimental es representado de una manera muy burda, con la consabida irresponsabilidad de los adultos que se desentienden de la educación de sus hijo todavía en edad de ir al instituto. En el caso que nos ocupa debido a que un hombre y una mujer separados deciden vivir juntos, sumando a la unión a sus respectivos chavales, entre los que enseguida surge una fuerte amistad gracias a que comparten los mismos gustos musicales que les convierten en los raritos de clase. Como el padre y la madre están muy acaramelados, los chicos aprovechan para fumar a escondidas y formar un triángulo afectivo con una chica, lo que disparará los celos entre quienes parecían inseparables amigos.

Al conflicto pasional solo le falta la llama que prenda la gasolina, y ahí entra el padre de la víctima que es guardia de seguridad y no se le ocurre nada mejor que enseñar a disparar al trío, aunque no puedan tener licencia de armas por ser unos estudiantes. Pero nada de esto significa que la película se plantee una reflexión sobre las razones influenciables o ambientales para la violencia entre adolescentes de los EEUU, sino que es como si todo se diera por sabido. O eso, o que el cineasta novato ha querido hacer a toda costa una primera película sin tener gran cosa que contar.