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Curia, el decumanus romano y Comedias, la calle del primer teatro estable

Una de las calles más antiguas de Iruñea es Curia, que correspondía con el decumanus máximo (una de las vías principales) de la Iruñea romana. Más reciente es la calle Comedias, cuyo nombre se debe a que en el siglo XVII se instaló en esa vía el primer teatro estable de la ciudad.

La actual calle Curia era una de las principales vías de la Iruñea romana.
La actual calle Curia era una de las principales vías de la Iruñea romana.

Una demostración de la solera que tenía la calle Curia en tiempos de la antigua Roma consiste en que en ese lugar han sido encontrados tres mosaicos y también una cabeza de bronce. Su nombre podría derivarse de que en la llamada Torre del Obispo, uno de los edificios de la calle, se situaron durante un tiempo las oficinas de la Curia eclesiástica.

La calle del primer teatro estable o casa de las comedias. Desde principios del siglo XVII, la calle de las Sederías, nombre derivado de la presencia de tejedores, pasó a conocerse como la calle de las Comedias, ya que en ella se instaló el primer teatro fijo o estable de la ciudad. Esa primera casa de comedias se inauguró hacia 1623, pero pronto se quedó pequeña y hubo que ampliarla en 1664 y 1665. Constaba de cazuela o gallinero, palcos y patio. Esta casa fue sustituida en el siglo XIX por el Teatro Principal, levantado en un lateral de la plaza del Castillo e inaugurado en 1841.



El pasadizo de la Marina y de la Jacoba. El pasadizo que une la plaza del Castillo con la calle Zapatería ha recibido varios nombres. Uno de ellos fue el de la Marina en referencia a la apertura, el 12 de marzo de 1885, del Café La Marina en los bajos del número 43 de la plaza del Castillo. Hacia 1890, el Ayuntamiento compró la casa de la Zapatería atravesada por el pasaje, la mandó derribar y subastó el solar con la condición de que quedara libre el pasadizo. El solar lo compró Jacoba San Miguel Murillo en 1892 y dos años más tarde estrenó la casa de comercio Casa Machiñena, en referencia a su fallecido esposo. Esta señora murió en 1923 a los 87 años de edad y casi cien años después sigue dando nombre al pasadizo.