De hecho, es necesario remontarse hasta 1994 para encontrar un verano en el que la superficie arbolada afectada sea similar, aunque el total de hectáreas quemadas ese año fue inferior al de este porque no ardió tanta superficie agrícola.

No obstante, 3.538 de estas 4.610 hectáreas, es decir, tres de cada cuatro, corresponden a un único incendio, el declarado el 25 de agosto y que afectó a los términos de Artaxoa, Añorbe, Barasoain, Garinoain, Puiu y Tafalla.

Cabe destacar que este verano ha sido especialmente seco, con prolongados periodos sin precipitaciones reseñables. Estas condiciones han propiciado un agostamiento de la vegetación en todo el territorio y, con ello, un aumento del riesgo de incendios forestales. Según datos del Servicio de Medio Natural, este verano han ardido en Nafarroa 1.682 hectáreas de terreno forestal, de las que 959 eran de matorral, 554 de arbolado y 169 de plantas herbáceas. El resto se corresponden a terrenos no forestales, agrícolas en su mayoría.

Por su parte, los bomberos del Gobierno de Nafarroa han realizado 516 intervenciones durante este verano por incendios de vegetación. Una cifra que no se alcanzaba desde el año 2012, cuando se registraron 621.

Asimismo, debido a distintas afecciones fitosanitarias en cultivos de cereal, se autorizó de forma excepcional la quema de rastrojos a partir del 15 de septiembre y de acuerdo a un calendario preestablecido para diferentes zonas de Nafarroa. Las quemas se ejecutaron con normalidad, sin destacar episodios en los que el fuego rebasara los límites de las parcelas.

Intervenciones destacadas
La campaña estival de prevención y extinción de incendios forestales del Gobierno de Nafarroa comenzó el 15 de junio y concluyó el 30 de septiembre. Al principio, los incendios registrados se debieron a labores de recolección del cereal. De hecho, se registraron tres incendios producidos por cosechadoras y empacadoras.

Como se sabe, el mayor incendio se declaró el 25 de agosto al norte de Tafalla. En él ardieron 3.538 hectáreas, de las que el 41% era terreno forestal, un mosaico típico mediterráneo conformado principalmente por terrenos agrícolas de secano, encinares y coscojares, formaciones de matorral y repoblaciones de pino. La velocidad de propagación de las primeras horas del fuego llegó a los 3 kilómetros por hora, «una velocidad inalcanzable para los equipos de extinción que actuaban por tierra», según el Servicio de Bomberos.