Iñaki Vigor

El Camino de Santiago y Ezkaba, referencias a Iruñea en ‘Los paisajes de Navarra’

‘Recorrer y contemplar los paisajes de Navarra’ es el título del último libro escrito por Javier Pagola y editado por el Gobierno de Nafarroa en euskara y castellano. La obra ofrece 52 argumentos para 52 recorridos, uno por cada semana del año, y dos de ellos tienen como referencia a Iruñea: el Camino de Santiago y Ezkaba.

El monte Ezkaba contó con una ermita dedicada a San Cristóbal que terminó asociándose a su nombre. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)
El monte Ezkaba contó con una ermita dedicada a San Cristóbal que terminó asociándose a su nombre. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

«Los peregrinos, hasta el siglo XVIII, podían alojarse tres días gratuitamente en la Catedral y recibir su ración diaria de pan, carne y vino». Así lo recoge el periodista y escritor Javier Pagola en este libro de 260 páginas, en el que hace una invitación a percibir el paisaje con todos los sentidos.

Pagola recuerda que el Camino Jacobeo, que atraviesa unos siete kilómetros por Iruñea, «fue vital para la economía y determinó el urbanismo medieval» de la ciudad. Esa ruta llega de Burlata y encuentra la muga de Iruñea «en un puentecico sobre el barranco de Iturriapurria, mezquino en aguas, junto al club Lagun Artea», y luego atraviesa el puente medieval de la Magdalena, semejante en estructura al de Gares.

«Por entre murallas, fosos y contrafosos del siglo XVI, y pasando el portal de Francia –prosigue Pagola–, llega el camino a la Ruta de los Peregrinos que ahora llamamos del Carmen. Junto al encuentro de las calles Curia y Mañueta se abría, en la muralla occidental de la Navarreria, el portal del Chapitel. Delante existía un espacio vacío de pequeñas colinas y barrancos y una explanada para mercados, donde hoy está la Casa Consistorial. Y junto a una cruz de término que ahora se puede ver en el Redín, el camino se bifurcaba en dos: un ramal iba a Barañain y el otro a Azella. Estos dos caminos vieron establecerse a sus dos lados casas y tiendas y vinieron a convertirse en las dos Rúas Mayores del Burgo de San Cernin y de la población de San Nicolás».



Prácticas supersticiosas en Ezkaba

La otra referencia que aparece en el libro relacionada con Iruñea es Ezkaba, del que Pagola recuerda que es un monte adscrito a seis municipios de Iruñerria y que San Cristóbal «arrebató su nombre» a este monte de casi 900 metros de altitud.

«San Cristóbal, patrono apócrifo de caminantes y conductores –explica el autor– debió de ser santo muy considerado en la Edad Media, cuando la gente conoció, en la Leyenda Áurea, su gran figura de gigante que vadea un río de aguas turbulentas llevando en sus hombros la carga pesadísima de Jesús Niño y ve que su cayado florece al llegar a la orilla».

Javier Pagola añade que San Cristóbal está representado «en colosales pinturas» en muchas catedrales de toda Europa y también en la de Iruñea. «La gente se confiaba a él para librarse de la muerte repentina», añade.

También recoge que en Ezkaba hubo una ermita de San Cristóbal que no estuvo situada en lo más alto del monte, sino cerca de una de las curvas de la actual carretera, en término de Artika y casi en la muga con la aldea de Ezkaba.

«La ermita de San Cristóbal fue lazareto en caso de peste, y muy cerca de ella había un árbol donde la gente realizaba una práctica supersticiosa: clavar alfileres para que se les fuera el dolor de cabeza», informa Pagola.

Y al final aporta otro dato curioso: debajo de la caseta verde de observación de incendios forestales, una placa dice: «Aquí nació el club de montaña Aitonak el 9 de noviembre de 1983». Hoy, 33 años después, ese club mueve a 400 excursionistas cada semana.