En un comunicado fechado el 12 de enero, la asociación carlista 16 de abril censura la propuesta del PP para modificar el callejero de Bilbo. Según denuncian, «la misma redacción de la proposición presentada, desde el inicio hasta el final, solamente puede ser entendida como un insulto a la memoria histórica del pueblo vasco».
«El legitimista Zumalacárregui, la comunista Ibárruri y el independentista Arana, cada uno en su particular ámbito ideológico, son figuras fundamentales de tres movimientos sociales, el carlismo, el obrerismo y el nacionalismo, sin los cuales no se entiende la Historia del País Vasco», destacan en la nota de prensa.
Desde la asociación 16 de abril se preguntan si detrás de la propuesta del PP se esconde alguna clase de «complejo histótico» ya que «durante la época franquista carlistas, comunistas y nacionalistas participaron y convergieron en la lucha por las libertades democráticas» mientras tanto «Manuel Fraga, ministro de Gobernación cuya responsabilidad en los crímenes de Montejurra 76 nos resultad imposible de olvidar, y otros muchos fundadores del Partido Popular ocupaban cargos directivos en el régimen de la dictadura».
Censuran también las declaraciones «demagógicas» del «neoliberal» Luis Eguiluz, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Bilbo, «contraponiendo y reivindicando la figura del general liberal Espartero frente a Zumalakarregi, en relación al sitio de la ciudad».
En su opinión, «las elites caciquiles siempre tienen claro de dónde vienen, cual es su ‘memoria histórica’ como casta, y la cúpula directiva del Partido Popular de Bilbao no es una excepción en ese sentido. Resulta muy clarificador que Eguiluz se recuerde de quien fue uno de los verdugos de las libertades forales de Euskal Herria y de Catalunya, mientras que en cambio se atreve a comparar a un incuestionable líder popular como Zumalakarregi con la Legión Cóndor».
Asimismo, recuerdan «como dato histórico de interés», que tanto «Dolores Ibárruri como Sabino de Arana eran hijos de legitimistas leales a Carlos VII. Ambos conocieron los ambientes del carlismo vizcaino, deprimido tras la derrota bélica de 1876 y la imposición definitiva de un nuevo orden socio-político, terriblemente centralizador y privatizador, donde no había espacio ni para los fueros ni para los comunales. Aunque su trayectoria biográfica pronto los alejaría de esos círculos, siempre mantuvieron, cada uno a su manera, una identificación primaria y emocional con su tierra, sus gentes y su historia. Y es que más allá de la historiografía liberal, siempre es bueno estudiar aquello que Miguel de Unamuno definía como ‘el carlismo popular, con su fondo socialista y federal, y hasta anárquico’».