Arantxa MANTEROLA

«Porque nuestros valores son más fuertes que sus odios»

Así rezaba uno de los múltiples carteles que sobresalían entre los cientos de personas concentradas ante la sala Lauga de Baiona donde Marion Marechal-Le Pen celebró un mitin de apoyo a la candidata del FN –y tía suya– en el marco de la campaña de las elecciones presidenciales.

Tras superar las dificultades para llegar ante el recinto por el impresionante dispositivo policial que desviaba la circulación y que cortó varias calles de los alrededores, gente de todas las edades, militantes de los 25 organismos sociales y políticos o venida a título personal, copó la gran rotonda situada enfrente.

Conocidas canciones como La Estaca, Txoria Txori o incluso el himno del Aviron Bayonnais resonaban de fondo en las pausas del estruendo que montaban con los golpes de cazuelas, bocinas, silbidos, tracas y gritos cada vez que los asistentes al mitin aparecían de una esquina u otra y accedían al recinto protegidos por una barrera de CRS.

Marion Marechal-Le Pen fue tempranera y ya había entrado al local para la hora en la que estaba convocada la protesta (18.30), pero la tensión subía a medida que llegaban sus seguidores.

«Peinetas» y huevos

Algunos de ellos respondían con reverencias irónicas, haciendo «peinetas» o agitando las banderas francesas que portaban lo que hacía subir la tensión y el volumen de la algarada. Hubo momentos en el que el riesgo de derrape fue evidente, en particular cuando desde la multitud emergían huevos y petardos que, si bien iban dirigidos a los simpatizantes del partido ultraderechista, caían también entre la linea de policías apostados ante la explanada de acceso. De hecho, cuando el mitin ya llevaba hora y media, hubo cargas y varios heridos por pelotas de goma y algunos de ellos fueron llevados al cercano centro hospitalario.

La diversidad de los manifestantes era evidente a simple vista, pero coincidían en la razón que les llevó ayer a hacer frente al Frente Nacional. Así, Joana, getariarra de 26 años estaba allí «porque iba a hacer lo mismo el 14 en Toulouse donde vivo, pero como ahora estoy de vacaciones en casa, aprovecho y lo hago aquí. Es importante dejar claro que no estamos de acuerdo con el tipo de sociedad que propugnan y con que decidan ellos por nosotros».

Una pareja ya entrada en edad se había desplazado desde la localidad landesa de Soustons para decir alto y claro que «no comulgan con el proyecto de odio». No creían que hacen el juego a la estrategia del FN de provocar movilizaciones allí donde van para mediatizar su discurso.

«La peor actitud sería, precisamente, tener una actitud pasiva y no hacer nada ante unas ideas tan execrables» aseguraba la baionarra Sophie, de 48 años, que había acudido con su compañero y sus hijos: «No les impido que hagan su mitin, pero estoy aquí para decirles que no estoy de acuerdo con sus ideas».

No a la normalidad

Veteranos militantes como la troskista Martine Mailfert o el portavoz de EE-Les Verts, Jean Lissar, defendían que «hay que ponerse en frente porque no se puede aceptar que un partido como el FN, con un discurso tan antisocial, se banalice».

En frente estaban asimismo militantes de la asociación des LGBT Les Bascos con una pancarta con un elocuente eslogan: «hagamos recular los miedos y avanzar los derechos».

Todo un reto frente al menosprecio que, en su habitual tono provocativo, manifestó Marechal-Le Pen en declaraciones a la prensa antes del mitin cuando calificó a los concentrados como «un conglomerado de punkis con perros y de independentistas fumadores de porros». Significativo y revelador.