Cuentan que antes de enfrentarse a una eliminatoria crucial ante otro rival sudamericano, Marcelo Bielsa tomó la palabra y se dirigió al seleccionado argentino para aleccionarles sobre cómo se encaran ciertos partidos, esos que solo hay vencedores y vencidos. Fue cuando pronunció aquel alegato cuasibélico de que «en las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre». Ernesto Valverde, su relevo en el banquillo rojiblanco, no es tan dado a la épica ni las frases mayestáticas, para nada, pero en su comparecencia del sábado en la que ya sorprendió con su ‘zasca’ a la prensa, se dejó llevar también por la trascendencia del derbi de hoy y en un tono menos vehemente que con el que imagínamos a Bielsa, dijo eso de que «tenemos ganas de que haya sangre de algún tipo, la suya o la nuestra, la que sea. Pero que llegue ya el partido».
Este tipo de arengas o golpes en el pecho previos a citas consideradas decisivas lo cierto es que salvo si uno se imagina al Cholo Simeone y a sus ‘300’ afilando los tacos en el vestuario, hoy día más bien parecen un producto de merchandising para consumo del hincha cuando no un vaticinio con casi tanta credibilidad como el propio Valverde le dio a la exclusiva de su supuesta conversación con Josu Urrutia. Y, sin embargo, da la impresión de que realmente la plantilla del Athletic está conjurada, mentalizada y convencida de sacar los tres puntos de Ipurua. Lo dicen sus últimos resultados, su juego de las recientes jornadas, las sensaciones que transmiten. En definitiva, las emociones. Esas que determinan que las cosas te salgan bien o mal. Y todo apunta a que los pupilos de Txingurri están, emocionalmente, en uno de sus mejores momentos de la temporada. Seguramente porque tienen entre ceja y ceja su objetivo y han demostrado, como lo definía su técnico, ‘determinación’ para ir en pos de él.
Momento de juego y emocional que se antojan pilares fundamentales para medirse a un Eibar duro, muy duro de pelar y más en su feudo. Frente a frente dos equipos de fuerte mentalidad, que no se suelen dejar nada en la caseta y que para más incertidumbre llegan con mismas metas a estas alturas de curso. Eso sí, el resultado que se dé puede determinar bastante o no el futuro de ambos. Las victorias de Villarreal y Real añaden presión a armeros y leones. El Athletic, de salir derrotado podría irse hasta la octava plaza, aunque para ello debería caer por más de un gol. Pero es que una victoria le catapultaría en la tabla, dejando a los eibartarras a seis puntos a falta de cuatro partidos, y casi reduciría la pelea a cosa de tres, con donostiarras y levantinos. Tanto en juego para los bilbainos que no es de extrañar que Valverde hablara de que «tenemos ganas de haya sangre ya, que llegue el partido».
Partido muy igualado a priori. «Los dos presionamos arriba, intentamos jugar en campo contrario, ponemos las defensas adelantadas, jugamos por banda y ocupamos zonas de área y rechace. El que logre hacer eso tendrá bastante ganado», vino a decir José Luis Mendilibar. Y no le faltaba razón. Athletic y Eibar pasan por ser dos de los equipos que más problemas plantean a los rivales tanto en la salida de balón desde su área como en su transición por la medular. Dos conjuntos con parecidos promedios de posesión e incluso de ocasiones de gol por encuentro. Los dos equipos que más centros ponen en el área. Demasiadas similitudes para un pronóstico objetivo. De ahí que llevados por una impresión parcial, las sensaciones del Athletic hoy parecen las propicias. Huele a sangre, la del Eibar. Veremos si no era solo merchandising.