Por el momento son 17 los muertos por el fuego que devoró el edificio de 24 plantas, en el que vivían entre 400 y 600 personas, pero esperan que la cifra aumente. El comandante de la Policía Metropolitana de Londres, Stuart Cundy, ha transmitido que «tristemente, hay un riesgo de que no podamos identificar a todo el mundo», y ha agregado que espera que el número total de fallecidos no sea superior a «tres cifras».
Por tercer día consecutivo, los bomberos revisarán las plantas de la torre, compuesta por 120 apartamentos, muchos de ellos de protección social, mientras aumentan las críticas sobre la seguridad en otros edificios similares en el país.
Las autoridades son criticadas por el estado en que se encontraba el edificio después de que algunos residentes denunciasen que las alarmas de incendio no saltaron y también por el material utilizado en el revestimiento del inmueble, compuesto por polietileno, que explicaría la rapidez con que se propagaron las llamas en la madrugada del miércoles. La primera ministra británica, Theresa May, ha dispuesto una investigación oficial sobre la tragedia a fin de llegar «al fondo» de lo ocurrido.