Maite UBIRIA BEAUMONT
BAIONA

Macron usa a la oposición de masa para sellar grietas de Gobierno

El capítulo técnico de la renuncia del Ejecutivo tras las legislativas da paso a la primera crisis del Gabinete de Edouard Philippe y se cierra con una remodelación al puro estilo Macron.

Los acontecimientos se han precitado, cuando nadie lo esperaba. La victoria clara lograda el domingo en las elecciones legislativas hacía presagiar una transición tranquila para el Gobierno de Edouard Philippe.

Sin embargo, el trámite técnico de apagar el Gobierno para conectarlo de nuevo dio paso a un incidente mayor. El lunes se conocía la decisión de Emmanuel Macron de prescindir del ministro de Cohesión Territorial, Richard Ferrand.

Pese a haber sido elegido diputado y de no presentar, desde ese punto de vista, problemas de legitimidad, el presidente optaba por sacar a Ferrand del Ejecutivo, para privar a la oposición de una diana, en razón de la investigación judicial que vincula a Ferrand con un affaire inmobiliario en Bretaña.

Eso sí, la salida de Ferrand se edulcoraba con el anuncio de que se le atribuirá la responsabilidad mayor de patronear el macrogrupo parlamentario de la République en Marche en la nueva Asamblea Nacional.

En ese momento, todo indicaba un punto y final. Pero, horas después, la ministra de Defensa, la exeurodiputada Sylvie Goulard, cuyo nombre aparece en la investigación abierta por presuntos empleos ficticios con cargo al Parlamento Europeo, anunciaba su decisión de dejar el cargo para poder ejercer en libertad su defensa.

La «regla de oro»

La salida de Goulard rompía la «regla de oro». El presidente Macron, secundado por el ministro de Justicia y autor del proyecto de ley de transparencia presentado entre las dos vueltas del escrutinio legislativo, François Bayrou, había anunciado la norma. Un ministro imputado debería abandonar de inmediato el Gobierno.

La ministra del Ejército iba más allá al decir adiós en una fase preliminar de la investigación. Su gesto ejercía de catalizador y ayer se confirmaba que la «número dos» de MoDem, Marielle de Sarnez, encargada de Asuntos Europeos, y François Bayrou, ministro de Justicia, salían también del Gabinete. O si se prefiere, renunciaban a reintegrarse a sus ministerios.

La transparencia como arma

El titular de Justicia se convertía en víctima de su iniciativa estrella. Y, de paso, como las elecciones primarias, el discurso de la transparencia se demostraba como arma de doble filo. El tiempo dirá si se convierte en el talón de Aquiles de Macron.

Por lo demás, el político de Pau perdía pie desde hace unos días por las publicaciones relativas a un caso –empleos ficticios financiados desde Bruselas– que también constituye la pesadilla de una política, Marine Le Pen, de la que Bayrou ha ejercido de azote, siempre con la honestidad propia como bandera.

Su salida, además de provocar un torbellino en los despachos parisinos, cara a completar en plazo récord la remodelación y cerrar, mal que bien, la primera crisis grave del Gabinete Edouard, dibujaba algunos nubarrones en la relación de colaboración sellada por Emmanuel Macron con François Bayrou.

Aliado de primera hora, el centrista había protagonizado desde su nombramiento algunos deslices incómodos para el primer ministro, pero nadie evocaba un cese fulminante.

Sin embargo, el manto de silencio con que el Elíseo acompañó, ayer, la salida de los principales ministros centristas del Ejecutivo daba a entender que la decisión podría tener otro alcance. Todas las lecturas derivaban a una expulsión con dobles intenciones, con la que Macron solventaría varios problemas al mismo tiempo. De una parte, evitaría las semejanzas con sus predecesores, y en especial con François Hollande, que debió capear dimisiones tardías de ministros, que devoraron su credibilidad. Y, de otra, soltaría lastre, desprendiéndose de la cadena de reivindicaciones en que MoDem ha convertido la alianza con el presidente. El resultado del domingo dejó claro que Macron no necesita numéricamente a Bayrou, cosa diferente es que le convenga como enemigo. Sin decir una palabra, Macron dejó la despedida para Bayrou y siguió con su agenda, con visita oficial del presidente de Colombia, Manuel Santos, al Elíseo y concierto de cumbia incluido.

En ese ambiente, y en un escenario algo improvisado, se daban a conocer anoche los nombres del nuevo Gobierno. Remodelación que refuerza la paridad –a diferencia del primer gabinete, otorga ministerios regalianos a mujeres–, rebaja pero no anula la presencia de MoDem –tendrá dos ministerios– e incluye a algunas personalidades de izquierda, de fuerte potencial técnico. Es el caso de Nicole Bellouvet, jurista cercana al PS que asume Justicia, o de Florence Parly, exministra de Lionel Jospin, que se encargará de Defensa. También entran figuras de LREM y conservadores del círculo del primer ministro. Al más puro estilo Macron.