Pablo CABEZA
BILBO

Ensoñación a colores con The Killers y surf de buenas olas con Brian Wilson

El atardecer del viernes sobre el Bilbao BBK Live fue de ligero sirimiri a niebla densa. Climatología que no impidió el dinamismo de la gente e incluso la siesta nocturna de gente derrumbada sobre las laderas. Una atmósfera apropiada tanto para el reventón stoner de unos Royal Blood como de los expresionistas sonoros Trentemoller con su electrónica ambiental de nivel. La tarde del sábado destacó por la histórica actuación de Brian Wilson (Beach Boys).

Las mayores pasiones llegaron, como suele ser habitual, con el cabeza de cartel, en la noche del viernes bajo la responsabilidad de The Killers. La formación de Las Vegas cumple este año su quince aniversario con los miembros actuales, queda un año previo que es como un verso desvitalizado entre búsquedas de actuaciones en los clubes de Las Vegas, un mánager y una discográfica. La fortuna no les llega desde una ruleta, sino con la consolidación de la banda y la firma con una multinacional.

No obstante y a pesar de esa década y media de existencia The Killers han sido perezosos y haraganes creando discos, pues al BBK Live llegaban con tan solo cinco álbumes. Es cierto que para el otoño se espera la edición de “Wonderful wonderful”, del que ya se ha dado a conocer el primer single, “The man”. También es curioso que con el mismo número de discos The Killers ya actuara en el BBK Live en 2013 en la gira de presentación de su disco “Battle born”, que, en definitiva, es el disco que volvían a tocar ayer como más reciente. Esto quiere decir, entre otras cosas, que se han pasado cuatro años largos sin publicar, y aún así, dos veces cabezas de cartel en Bilbo. Por cierto, como Depeche Mode. A Last Tour, organizadores del BBK Live, le salen bien las repeticiones. La cuestión aún es más curiosa, ya que en 2013 Chk Chk Chk (en realidad ¡¡¡) actuaron en Bilbo en Kafe Antzokia y hoy lo harán en Kobetamendi. ¡Diantre con el 2013! Y, por precisar, ¡¡¡ actuaron para Last Tour en el Bime de Barakaldo el 30 de octubre de 2015.

Los festivales repiten cabezas de cartel y secundarios de Óscar o de caja de Drácula. Es una manía incesante, pero Last Tour debería mirar sus listados. No todos los festivales tienen por qué que tener el mismo comportamiento. El caso, sin embargo, es que a la empresa bilbaina le funcionan las reiteraciones, así que la lógica económica apunta que puede que no sea la última vez que veamos a Depeche Mode, a The Killers o a alguna otra banda mayor que ya haya pasado.

Ante TheKillers nos tocó de compañero de codos y vertido de cerveza un aficionado que se conocía todas las canciones. No era conocerlas, es que se las cantaba y hacía todos los redobles del batería. Y entre estribillo y estribillo un poco de cerveza para todos y un picotazo a la compañera, que le acompañaba en casi todas. Pero el superfán hincó rodilla en tierra al sonar “The man”, la sexta canción en el repertorio. Ahí su orgullo se hundió hasta las calles urbanas de la ciudad, 100 metros. Silencio absoluto y desconcierto en su inmensa espalda carente de lo que se llama cintura. “The man” se publicó el mes pasado y bien parece que los ecos de la noticia no le habían llegado. Pero su des-concierto aún fue más grande al comprobar que aquello no sonaba como los hits y lo conocido de The Killers. Había pop, había rock, pero mucha carga de funk y soul. Temas, como otros, apoyados por las voces de tres coristas afroamericanas que se sintieron felices interpretando una canción que por sonoridad y cultura les pertenece. Le dije: «No te preocupes si no la conoces, es su nuevo single». «Ah!», me contesto, «no tenía ni idea, gracias». Y su deteriorado estado anímico creo que mejoró, pues al fin y al cabo suponía que habría nuevo disco a la vista. En eso, en eso de las once y un trocito, tocaron “Human”, de su disco “Day & age”, de 2008, que a nada que escuchó la introducción ya se puso como la moto de Marc Márquez y eso que era una balada, sí, pero una balada de las de desleírse. Melosa y acaramelada la canción es un disparo y a poco que coge ritmo se desparrama de felicidad y melodía inolvidable. Otro himno, porque con himnos empezaron: “Mr. Brighside” (con más de 300 millones de escuchas en Spotify), “Spaceman”, “Somebody told me” (más de 130 millones de escuchas) , “The way it was” y “Smile like you mean it”, de 2004, que también se la sabía el adosado como el resto de canciones.

Después del gran éxito internacional que fue “Human”, The Killers revisaron “Shadowplay”, canción original de los siempre recordados Joy Division. Cuesta entender por qué una banda tan festiva como The Killers optó por grabar esta versión y de un grupo tan alejado de ellos, más aún si tenemos en cuenta que la letra es como un adelanto de las intenciones de su cantante Ian Curtis de suicidarse: “En el juego de sombras, deseando tu propia muerte, a sabiendas de que ya no hay más”, algo que sucedería en 1980. En cualquier caso, gran canción y digna versión. Hacia el final caía la marcial “Runaways” y bises al estilo de “Shot at the night” y “When you were young” (más de 100 millones de escuchas solo en Spotify).

Para la mayoría, la forma de cantar de Brandon Flowers será la de Brandon Flowers, en especial si se es joven o relativamente aficionado a la música, pero, casualidad o no, su textura y formas se asemejan mucho a Marvin Lee Aday, conocido artísticamente como Meat Loaf, quien en 1977 consiguió el balón de oro con el elepé “Bat out of hell”. Flowers lo habrá escuchado por la insistencia de su padre, por suponer, que es domingo, pero el caso es que la textura vocal, giros e inflexiones se parece mogollón. A veces, hasta la banda y él tienen un cierto trote a Bruce Springsteen, incluso a U2, pero son cábalas, aunque esperamos que no como las de Rappel, Sandro Rey o Aramis Fuster, por poner tres nombres, que los impares molan mucho y recordar estos nombres siempre viene bien, para la risa.

Flowers saludó entre el concierto a los bilbainos y bilbainas, tal cual, al tiempo que les transportaba todo su amor al grito de : «Esta noche somos vuestros».

Fleet Foxes

Para nosotros fue la apuesta internacional más atractiva del día y la que quedará en el recuerdo profundo una vez concluya el festival. La banda de Seatle llegó a Kobetamendi entre apuestas de sintetizadores, bandas con ritmos marcados y pop-rock amable. Su folk-rock underground recordó las mejores obras de Crosby, Stills & Nash, Simon and Garfunkel o incluso algo de los Byrds, una esencia. Con este patrón artístico y la calidad de la banda, fuimos jipis sobre la hierba, una vez más. Les siguieron miles y otros tantos se dedicaron a sentarse y charlar por las campas bajo el sonido hialino de estos grandes del folk-rock contemporáneo que no han desertado.

La banda francesa Phoenix aportó más baile. Un nuevo viaje a las caderas. Cuentas con tres o cuatro canciones pegadizas y que tuvieron cierta repercusión, pero son ya agua bebida y camino del mar. Nos convenció. Admirábamos a Explosion In The Sky y es uno de los nombres que más nos ha chocado ver en este BBK Live. Tres guitarras que hacen pop, según ellos, y no post-rock, que, en parte sí. Delicados, tenues, puro bálsamo, aunque echamos de menos sus primeros discos.

Niña Coyote eta Chico Tornado estuvieron poderosos, dominando la escena. Trasladando pasión con su embrutecido y dominado Stoner. Se nos hizo corta la experiencia, una actuación difícil de olvidar, como la sudada de Koldo Soret y la no menor entrega física de Ursula Strong, que ha mejorado más que un largo a la batería. Como siempre, complicidad visual entre ellos y un dúo que lo mismo parecen un cuarteto que una sola persona. Tras la finalización pudimos ver aún algo de Royal Blood, que casualidad, misma hora, también un dúo y en onda Stoner. Si se lo propone la organización, no les cuadra. Presentaban “How did we get so dark?”, y nos pareció una propuesta de carne, fibrosa. ¡Bajo y batería! Un acierto. Curiosos y atmosféricos Trentemoller. Un ambiente ideal para una noche desnudos y al pairo, pero la niebla sobre Kobetamendi llevaba horas mojando delicadamente los cuerpos de 40.000 aficionados. Aun así, miles les siguieron mirando al cielo tumbados sobre la hierba e imaginando su película.

Surf y Wilson

Brian Wilson accedía a su puesto al frente de los teclados necesitado de asistencia. A su alrededor diez músicos, de los cuales seis hacían voces, impecables, claro. Hubo surf, canciones de guateque para arrimar los cuerpos y hasta buenos guitarrazos realizados por uno de los muchos veteranos de la banda. Wilson, que acaba de cumplir 75 años, revisaba uno de los discos de la historia, “Pet sounds”, publicado el 16 de mayo de 1966, aunque en diversos momentos del set hubo canciones populares de los Beach Boys ajenas al disco.

El californiano cantó poco, pero aguantó el tirón medianamente bien. ¿Encajó entre el público del BBK Live? Sin duda, por los veteranos, numerosos, y por los jóvenes que bailaron a su manera las canciones más festivas y pop (sicodélico en ocasiones). No obstante no todo fue tan asequible como algunos éxitos interpretado. De hecho, “Pet sounds” tampoco fue un álbum tan fácil como cabe imaginar. Se adelantó a su tiempo en la propuesta musical y en el juego vocal extremo, por lo que hasta sonó actual y atrevido. Un placer histórico.