Joseba VIVANCO

El Athletic tira de oficio y de Aduriz

El Panathinaikos griego no fue tan fiero como se esperaba, lo que ayudado por un Athletic que supo ejercer de favorito y llevar el partido a su terreno, el duelo acabó con victoria local y los leones en Europa por cuarto año seguido.

ATHLETIC 1

PAO 0

 

El Sevilla se ha clasificado por tercer año consecutivo para la Champions. Para muchos, entre ellos un servidor, los del Nervión son el espejo competitivo en el que mirarse los rojiblancos. No tanto por ese doctorado en combatividad, que los leones también lo vienen demostrando de sobra, sino por ese nivel más alcanzado donde ese imponderable que se llama suerte se alía con los sevillistas en partidos decisivos o eliminatorias, ya sea en forma de gol de Palop, penalti errado por Beñat o balón a la madera del turco Emre Can el pasado martes. Aún le queda al Athletic para ser ese equipo en el que reflejarse, y seguramente lo será cuando levante ese ansiado título, pero lo que no es baladí ni debe relativizarse es el hecho de que los bilbainos estén en competición continental por cuarto año consecutivo, por quinto en los últimos seis. Un clásico de la Europa League en los últimos tiempos que le permite no solo como hoy estar en el primer bombo del sorteo sino crecer en madurez futbolística, en esas canas que posibilitan gestionar encuentros como el de anoche, sin prisa, sin pausa, con el viento del marcador a favor, un gol y a las txosnas.

Un repentino proceso febril dejó a Raúl García fuera de la convocatoria, lo que propició que Muniain entrara de inicio en su posición y el cachorro Córdoba estrenara titularidad. Con Beñat y San José en la sala de máquinas, el Athletic se ciñó al guión adelantado por su entrenador. Mente fría. Sin especular, pero sin perder la referencia del 2-3 de la ida. Y así lo hizo. Controló la pelota desde el pitido inicial, combinó sin arriesgar el esférico, mientras el PAO amagó con una presión alta que pronto se diluyó. Sostenía Kuko Ziganda en la previa que los griegos no venían a admirar San Mamés, pero lo cierto en que por momentos lo pareció.

Hasta el minuto 28 ni probaron suerte ante un inédito Herrerín. Fue a partir de ese momento cuando ‘los verdes’ dieron un paso adelante obligados por la jugada de gol que culminó Muniain y digna del mejor arquitecto, en este caso un Aduriz que cada vez se parece más a Messi sobre el césped, economizando energías para cuando se necesitan y tirando cada vez más de su excelente visión de juego sobre todo en los últimos metros donde se es decisivo. Como ayer, en el minuto 22. Etxeita envió largo, el donostiarra la bajó, marcó el tempo de la jugada, asistió cual orfebre para aclimatar el balón a la galopada de Susaeta y este la puso en bandeja a Muniain. Jugada de tiralíneas. Los futbolistas protagonistas buscándose para el abrazo, lo decía todo.

Sin echarse la manta a la cabeza, el Athletic ya había dispuesto de un par de ocasiones a sendos centros al área pequeña, que ni el propio Aduriz ni Muniain, e incluso Córdoba, habían culminado. El gol pareció ralentizar más aún el juego local, lo que aprovechó el rival para estirarse y al menos dar señales de vida con dos disparos lejanos, antes de que el argentino Chávez mandara un chut raso y duro a la cepa de la madera, en un susto aislado que no fue a más.

El Athletic se dejó ir en el último tramo de la primera mitad, y más aún en la segunda, que se inició con otro centro de los muchos que un generoso y estajanovista Susaeta brindó anoche, pero que ni Muniain ni Aduriz lograron rubricar. Un segundo acto que con todo decidido en la eliminatoria, dio paso a un fútbol más deslavazado, contagiado de una grada más parecida al espectador teatral del Arriaga o los Campos Elíseos. Solo Susaeta, ayer capitán, seguía como si nada, ganándose una próxima titularidad, siendo el mejor de los leones más allá de que hoy los otros titulares hablen de la genialidad de Aduriz en el gol. Ovación de gala como no hacía mucho para el de Eibar cuando fue sustituido por Williams.

Con el pescado vendido y con el Eibar en el horizonte, la grada aprovechó para brindar sus generosos aplausos a algunas de las conducciones y la entrega del chaval Córdoba –si acaba bien esa pared con Williams casi sobre la bocina–, exclamar ante la ‘picadita’ de Aduriz frente al portero y que se le fue arriba, despedir con una salva de aplausos y entre gritos de «Iker, Iker» al rojiblanco más en forma y de paso saludar la entrada de Aketxe y su privilegiada zurda.

Bastó el oficio que da habituarse a este tipo de eliminatorias y un gol para hacer bueno el 2-3 de la ida, ese en el que el Athletic se alió con ese plus que tiene el Sevilla y al que aspiran los rojiblancos. El bombo espera.