Maddi TXINTXURRETA
Interview
PATRICIA MARTÍNEZ
INVESTIGADORA en la UPV/EHU

«Las mujeres del sector pesquero han logrado identidad colectiva al agruparse»

Patricia Martínez García (Vigo, 1983) es la autora de una investigación de la UPV/EHU que liga la participación en los procesos de regularización laborales con el empoderamiento de la mujer. En su tesis, demuestra que las trabajadoras del sector pesquero de Euskal Herria y Galicia han conseguido visibilidad a base de luchar por sus derechos laborales en un sector precario y con fecha de caducidad.

Las mujeres trabajadoras del mundo pesquero han estado históricamente en la orilla de un sector predominantemente masculino que no reconocía su oficio, y por ende, sus derechos laborales. Pero a partir de la unión de las mujeres costeras en la lucha por la dignificación de sus trabajos, han conseguido el certificado de profesionalidad y, con ello, la visibilidad de sus oficios, aunque la precariedad de estos siga vigente. La investigadora Patricia Martínez García ha demostrado la coyuntura de la participación de la mujer en los procesos regulatorios laborales y su empoderamiento.

¿Cómo empezó la lucha de las trabajadoras del sector pesquero por la regularización de sus oficios?

Fue muy diferente en Galicia y en Euskal Herria. En Galicia empezó sobre los años 90, con las mariscadoras a pie. Fue la Xunta la que acudió a los puertos y les dijo a las mariscadoras a pie que era necesario organizarse, porque era un colectivo muy importante que no estaba reconocido. Había unas diez mil mariscadoras y no tenían ningún tipo de presencia en la toma de decisiones. Consiguieron organizarse y, aunque la presencia de mujeres en altos cargos pesqueros es limitada todavía –son un 25%—, la situación ha mejorado, ya que antes no había mujeres en estos cargos. Después de este proceso, las mariscadoras a pie se pusieron en contacto con las rederas, a través de un proceso de participación, yendo puerto por puerto a hablar con ellas directamente y estas también empezaron a organizarse.

Las vascas empezaron a tomar conciencia grupal de manera informal, a través de alguna redera que tenía mucha iniciativa. Después del desastre del Prestige (2002), en 2006 se dieron cuenta de que sus compañeros tenían acceso a ayudas, aunque bastante precarias, y ellas no tenían nada. Tampoco podían trabajar, porque no había pesca. Entonces, fueron ellas las que acudieron al Gobierno Vasco. A partir de 2010 tuvieron una interacción más fuerte con el Gobierno Vasco, en 2012 consiguieron el certificado de profesionalidad y en 2014 crearon la Federación de Mujeres Trabajadoras del Mar de Euskadi.

¿Puede decir que ese proceso las ha empoderado?

Se ha dado el empoderamiento de una forma relacional, en tres vertientes: individual, social y transformativa. A nivel individual hubo procesos de adquisición de autoestima, aunque es verdad que son mujeres que están muy orgullosas de su oficio, pero no han tenido ningún tipo de reconocimiento por parte de la sociedad.

Entre las mariscadoras a pie, por ejemplo, muchas eran mujeres con analfabetismo funcional. Nunca habían hablado en público y, a medida que se organizaron y tuvieron que hacerlo, fueron aprendiendo. Por lo tanto, en cuanto a habilidades sociales, han ganado en presencia y en capacidad de voz.

A nivel colectivo, también consiguieron una identidad grupal más fuerte y más organizada. La Federación de Mujeres Trabajadoras del Mar de Euskadi abarca empacadoras, rederas y neskatilas. Son tres colectivos distintos y al agruparse consiguen una identidad colectiva, y a la hora de hacer demandas tienen una voz más fuerte. Había mujeres con una clara perspectiva feminista y otras que no. Pero sí que hay una toma de conciencia de que son mujeres y están en peores condiciones por ello.

¿Es el sector pesquero especialmente machista?

El machismo se extiende a todos los espacios. El sector pesquero no resulta especialmente machista; es un sector machista como todos. Los marineros embarcan por mucho tiempo y sucede que hay una separación de la tierra y el mar. El mar es el espacio de poder, y la tierra el de no poder, el área complementaria. Mientras ellos están mucho tiempo fuera, ellas se quedan trabajando y sosteniendo la economía cotidiana, la familiar. Eso hace que tengan una capacidad de poder elevada mientras ellos no están.

Las mujeres tenían su rol tradicional muy centrado en la casa y el hecho de estar en playas ocupando espacios que no les correspondían tradicionalmente y relacionarse entre ellas, pues trabajan en grupo, hace que tengan fama de mujeres conflictivas. Porque, claro, ellas no querían ver hombres en ese espacio, eran mujeres que rompían las normas de género.

El oficio de las rederas está desapareciendo...

Europa está fastidiando todo el tema de la pesca, y el futuro no es muy esperanzador. Ahora, algunas rederas están aplicando sus artes a otros sectores; por ejemplo, haciendo redes para molinos. No hay relevo generacional y cada vez hay menos barcos que requieran de las rederas. Tampoco hay oportunidad de formar a nuevas mujeres, porque no hay centros para ello, y las mujeres, aunque les gustaría que el oficio continuara, no quieren que sus hijas les releven en un trabajo tan precario. Ahora, en Galicia hay algo más de 700 rederas y en Euskal herria, alrededor de 50.